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El mundo se rinde a sus pies

Miércoles, 20 de enero de 2016 01:30
EL MEJOR / MESSI POSA CON SUS CINCO BALONES DE ORO DE LA FIFA.
Alguna vez Alejandro Sabella, exdirector técnico de la Selección Argentina dijo que Lionel Messi "obliga a la Real Academia Española a encontrar un adjetivo distinto" para calificar lo que es la "Pulga" como jugador quien sobrepasa lo extraordinario, mostrando una cierta devoción por su exdirigido.
Del otro lado del Océano Atlántico entendí lo que "Pachorra", había querido decir con aquella declaración.
Llegue a Catalunya, y me di cuenta que los catalanes tienen dos grandes devociones. La primera es propiamente la comunidad autónoma de Catalunya, su cuna, a la que defienden a ultranza y la que ya hace varios años pretende independizarse de España y la segunda es Lionel Messi (salvo para algún hincha del Espanyol que piense distinto). En definitiva lo que más se encuentra por las casas de suvenires de Las Ramblas o en 9 de cada 10 balcones de la ciudad son camisetas y poster del astro rosarino y banderas de Catalunya.
Como periodista deportivo, no pude dejar pasar la oportunidad de visitar el Camp Nou. A favor mío ese sábado 9 de enero el Barça jugaba de local ante el Granada. Allí me dirigí en compañía de mi padre (fiel fanático de la "Pulga"). Un momento antes del inicio del partido, un asiático - vaya saber si era chino, japonés o coreano - me pidió en un inglés bastante defectuoso que le tomara una foto. Agarré su celular y se la tomé. Segundos después un grupo de amigos holandeses (algunos de ellos vestidos con la camiseta de Johan Cruyff) se sentaron, en la fila de delante de la que estábamos ubicados con mi viejo, al grito de ¡Messi, Messi!. Esos dos minutos antes del inicio del partido me sirvieron para dar fe de lo que significa el crack argentino para todo el mundo porque pude observar a turistas hindúes, italianos, franceses, africanos clamando por el rosarino. Aunque al ver como mi padre se emocionaba, ya con el partido en curso, con cada intervención de "Leo" interpreté por las miradas de asombro de los catalanes hacia mi viejo que para ellos nosotros los argentinos no lo queremos a Messi y nos resistimos a creer que "Leo" es el mejor del mundo sólo por no haber ganado un Mundial. En fin dentro de ese teatro del fútbol mundial comprendí aún más la adoración del "culé" (así se le dice al simpatizante del Barcelona) hacia Lionel quien les regalo esa tarde 3 goles a sus fanáticos en una victoria por 4 a 0 ante el equipo granadino. Sabella tenía razón con su afirmación. Messi no tiene adjetivos para su juego y a su vez tampoco se puede explicar completamente con palabras la devoción que se le transmite en cada rincón del planeta.

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Alguna vez Alejandro Sabella, exdirector técnico de la Selección Argentina dijo que Lionel Messi "obliga a la Real Academia Española a encontrar un adjetivo distinto" para calificar lo que es la "Pulga" como jugador quien sobrepasa lo extraordinario, mostrando una cierta devoción por su exdirigido.
Del otro lado del Océano Atlántico entendí lo que "Pachorra", había querido decir con aquella declaración.
Llegue a Catalunya, y me di cuenta que los catalanes tienen dos grandes devociones. La primera es propiamente la comunidad autónoma de Catalunya, su cuna, a la que defienden a ultranza y la que ya hace varios años pretende independizarse de España y la segunda es Lionel Messi (salvo para algún hincha del Espanyol que piense distinto). En definitiva lo que más se encuentra por las casas de suvenires de Las Ramblas o en 9 de cada 10 balcones de la ciudad son camisetas y poster del astro rosarino y banderas de Catalunya.
Como periodista deportivo, no pude dejar pasar la oportunidad de visitar el Camp Nou. A favor mío ese sábado 9 de enero el Barça jugaba de local ante el Granada. Allí me dirigí en compañía de mi padre (fiel fanático de la "Pulga"). Un momento antes del inicio del partido, un asiático - vaya saber si era chino, japonés o coreano - me pidió en un inglés bastante defectuoso que le tomara una foto. Agarré su celular y se la tomé. Segundos después un grupo de amigos holandeses (algunos de ellos vestidos con la camiseta de Johan Cruyff) se sentaron, en la fila de delante de la que estábamos ubicados con mi viejo, al grito de ¡Messi, Messi!. Esos dos minutos antes del inicio del partido me sirvieron para dar fe de lo que significa el crack argentino para todo el mundo porque pude observar a turistas hindúes, italianos, franceses, africanos clamando por el rosarino. Aunque al ver como mi padre se emocionaba, ya con el partido en curso, con cada intervención de "Leo" interpreté por las miradas de asombro de los catalanes hacia mi viejo que para ellos nosotros los argentinos no lo queremos a Messi y nos resistimos a creer que "Leo" es el mejor del mundo sólo por no haber ganado un Mundial. En fin dentro de ese teatro del fútbol mundial comprendí aún más la adoración del "culé" (así se le dice al simpatizante del Barcelona) hacia Lionel quien les regalo esa tarde 3 goles a sus fanáticos en una victoria por 4 a 0 ante el equipo granadino. Sabella tenía razón con su afirmación. Messi no tiene adjetivos para su juego y a su vez tampoco se puede explicar completamente con palabras la devoción que se le transmite en cada rincón del planeta.

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