Charlie Hebdo, un pequeño semanario muy crítico con las religiones y las instituciones, alcanzó el reconocimiento mundial tras los atentados yihadistas del 7 de enero, pero un año después se siente solo en su lucha por "reírse de todo".
Tras el atentado, en el que murieron entre otros los
dibujantes Charb, Cabu o Wolinski, el diario se convirtió en un símbolo mundial de la libertad de expresión y ha conseguido millones de euros en donaciones así como 200 mil suscripciones.
El equipo, acaba de trasladarse a unos nuevos locales de máxima seguridad cuya dirección se mantiene en secreto. A pesar del peligro, los supervivientes quieren seguir "riéndose de todo".
Mañana aparecerá un número especial de Charlie con una tirada de un millón de ejemplares que lleva en la portada el dibujo de un dios barbudo, armado con un fusil Kalachnikov y con el hábito ensangrentado con el título: "Un año después el asesino sigue suelto".
Charlie Hebdo, un pequeño semanario muy crítico con las religiones y las instituciones, alcanzó el reconocimiento mundial tras los atentados yihadistas del 7 de enero, pero un año después se siente solo en su lucha por "reírse de todo".
Tras el atentado, en el que murieron entre otros los
dibujantes Charb, Cabu o Wolinski, el diario se convirtió en un símbolo mundial de la libertad de expresión y ha conseguido millones de euros en donaciones así como 200 mil suscripciones.
El equipo, acaba de trasladarse a unos nuevos locales de máxima seguridad cuya dirección se mantiene en secreto. A pesar del peligro, los supervivientes quieren seguir "riéndose de todo".
Mañana aparecerá un número especial de Charlie con una tirada de un millón de ejemplares que lleva en la portada el dibujo de un dios barbudo, armado con un fusil Kalachnikov y con el hábito ensangrentado con el título: "Un año después el asesino sigue suelto".