El sitio elegido fue la edificación ubicada en el ángulo sur de la plaza principal de la pequeña ciudad, que sufrió el paso del tiempo y el abandono, luego de que la comunidad de los padres mercedarios abandonaran la provincia por falta de religiosos y de medios de vida durante la guerra de la Independencia en el siglo XIX.
Uno de los primeros habitantes en colaborar fue José Ignacio Guerrico que aportó 500 pesos y luego 2000 más durante la construcción.
Donde actualmente funciona la guardia del hospital sobre calle Argañaráz, con acertado criterio, Zegada puso en funcionamiento un tambo colonial, donde se vendía a los viajeros, carnes, verduras, cueros, sal, frutas. También se aprovisionaban los habitantes de las regiones de los Valles, Puna y Quebrada.
Se recaudaron en total 9.278 pesos, pero el costo de la obra fue de 19.722 pesos con 4 reales y la diferencia de 10.444 pesos fue aportada por Escolástico Zegada (equivalente a 5.222 animales vacunos) recibidos de beneficios familiares.
El mismo Zegada dirigió la construcción desde 1847 y superando innumerables problemas, el 1 de octubre de 1850 se puso en funcionamiento al Hospital de Jujuy. Se ingresaba por la actual calle Gorriti -hoy acceso a los consultorios- y poseía una pequeña iglesia.
Como el costo de la obra agotó los fondos personales de Zegada, por lo que solicitó al Gobierno de la Provincia la creación de una Sociedad Filantrópica compuesta por un presidente y 12 personas autorizadas a pedir limosna para sostener las primeras necesidades de funcionamiento.
Después, con algunas donaciones se compraron los terrenos adyacentes, llegando hasta la cuadra comprendida entre la calle de la Merced (actual San Martín) y San Roque (actual Independencia), donde se levantaba el tambo que tenía habitaciones para los viajeros, un mercado y un corral para animales que se ofrecían a la venta.
El hospital empezó a funcionar con un administrador, un enfermero, una enfermera, una cocinera, una lavandera, un hortelano y los doctores Sabino O''Donnell, Arias y Luis Cuñado. Al personal le pagaban 50 pesos mensuales aportados por el Gobierno y las rentas por la atención del hospital.
En ese tiempo, los enfermos con posibilidades económicas pagaban como pensión y hospedaje, permitiendo la atención de la gente con menos recursos, propugnando el cooperativismo enunciado por Escolástico Zegada como motivo de creación del Hospital de Jujuy.
En 1851, Pablo Chalicán Soria (cuyo nombre original era Paul Sardicat de Soriá) propietario de dos grandes fincas-haciendas, se enfermó y estuvo un largo tiempo internado en el hospital. Fue entonces que legó en su testamento que el producto de su Finca Río Negro debía ser manejado por el administrador del Hospital de Jujuy. El nosocomio comenzó a recibir entonces 170 pesos mensuales por un largo tiempo.
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El sitio elegido fue la edificación ubicada en el ángulo sur de la plaza principal de la pequeña ciudad, que sufrió el paso del tiempo y el abandono, luego de que la comunidad de los padres mercedarios abandonaran la provincia por falta de religiosos y de medios de vida durante la guerra de la Independencia en el siglo XIX.
Uno de los primeros habitantes en colaborar fue José Ignacio Guerrico que aportó 500 pesos y luego 2000 más durante la construcción.
Donde actualmente funciona la guardia del hospital sobre calle Argañaráz, con acertado criterio, Zegada puso en funcionamiento un tambo colonial, donde se vendía a los viajeros, carnes, verduras, cueros, sal, frutas. También se aprovisionaban los habitantes de las regiones de los Valles, Puna y Quebrada.
Se recaudaron en total 9.278 pesos, pero el costo de la obra fue de 19.722 pesos con 4 reales y la diferencia de 10.444 pesos fue aportada por Escolástico Zegada (equivalente a 5.222 animales vacunos) recibidos de beneficios familiares.
El mismo Zegada dirigió la construcción desde 1847 y superando innumerables problemas, el 1 de octubre de 1850 se puso en funcionamiento al Hospital de Jujuy. Se ingresaba por la actual calle Gorriti -hoy acceso a los consultorios- y poseía una pequeña iglesia.
Como el costo de la obra agotó los fondos personales de Zegada, por lo que solicitó al Gobierno de la Provincia la creación de una Sociedad Filantrópica compuesta por un presidente y 12 personas autorizadas a pedir limosna para sostener las primeras necesidades de funcionamiento.
Después, con algunas donaciones se compraron los terrenos adyacentes, llegando hasta la cuadra comprendida entre la calle de la Merced (actual San Martín) y San Roque (actual Independencia), donde se levantaba el tambo que tenía habitaciones para los viajeros, un mercado y un corral para animales que se ofrecían a la venta.
El hospital empezó a funcionar con un administrador, un enfermero, una enfermera, una cocinera, una lavandera, un hortelano y los doctores Sabino O''Donnell, Arias y Luis Cuñado. Al personal le pagaban 50 pesos mensuales aportados por el Gobierno y las rentas por la atención del hospital.
En ese tiempo, los enfermos con posibilidades económicas pagaban como pensión y hospedaje, permitiendo la atención de la gente con menos recursos, propugnando el cooperativismo enunciado por Escolástico Zegada como motivo de creación del Hospital de Jujuy.
En 1851, Pablo Chalicán Soria (cuyo nombre original era Paul Sardicat de Soriá) propietario de dos grandes fincas-haciendas, se enfermó y estuvo un largo tiempo internado en el hospital. Fue entonces que legó en su testamento que el producto de su Finca Río Negro debía ser manejado por el administrador del Hospital de Jujuy. El nosocomio comenzó a recibir entonces 170 pesos mensuales por un largo tiempo.