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Historia del primer hospital jujeño

Martes, 04 de octubre de 2016 01:30
DESFILE/ LOS ENFERMEROS DEL HOSPITAL SAN ROQUE FUERON UNOS DE LOS PRIMEROS EN REALIZAR SU PASAJE POR CALLE SAN MARTÍN. 
El padre Escolástico Zegada fue el elegido para erigir un lugar de atención a tantos enfermos que morían por falta de una adecuada atención médica en una ciudad empobrecida y atrasada por la lucha independentista.
El sitio elegido fue la edificación ubicada en el ángulo sur de la plaza principal de la pequeña ciudad, que sufrió el paso del tiempo y el abandono, luego de que la comunidad de los padres mercedarios abandonaran la provincia por falta de religiosos y de medios de vida durante la guerra de la Independencia en el siglo XIX.
Uno de los primeros habitantes en colaborar fue José Ignacio Guerrico que aportó 500 pesos y luego 2000 más durante la construcción.
Donde actualmente funciona la guardia del hospital sobre calle Argañaráz, con acertado criterio, Zegada puso en funcionamiento un tambo colonial, donde se vendía a los viajeros, carnes, verduras, cueros, sal, frutas. También se aprovisionaban los habitantes de las regiones de los Valles, Puna y Quebrada.
Se recaudaron en total 9.278 pesos, pero el costo de la obra fue de 19.722 pesos con 4 reales y la diferencia de 10.444 pesos fue aportada por Escolástico Zegada (equivalente a 5.222 animales vacunos) recibidos de beneficios familiares.
El mismo Zegada dirigió la construcción desde 1847 y superando innumerables problemas, el 1 de octubre de 1850 se puso en funcionamiento al Hospital de Jujuy. Se ingresaba por la actual calle Gorriti -hoy acceso a los consultorios- y poseía una pequeña iglesia.
Como el costo de la obra agotó los fondos personales de Zegada, por lo que solicitó al Gobierno de la Provincia la creación de una Sociedad Filantrópica compuesta por un presidente y 12 personas autorizadas a pedir limosna para sostener las primeras necesidades de funcionamiento.
Después, con algunas donaciones se compraron los terrenos adyacentes, llegando hasta la cuadra comprendida entre la calle de la Merced (actual San Martín) y San Roque (actual Independencia), donde se levantaba el tambo que tenía habitaciones para los viajeros, un mercado y un corral para animales que se ofrecían a la venta.
El hospital empezó a funcionar con un administrador, un enfermero, una enfermera, una cocinera, una lavandera, un hortelano y los doctores Sabino O''Donnell, Arias y Luis Cuñado. Al personal le pagaban 50 pesos mensuales aportados por el Gobierno y las rentas por la atención del hospital.
En ese tiempo, los enfermos con posibilidades económicas pagaban como pensión y hospedaje, permitiendo la atención de la gente con menos recursos, propugnando el cooperativismo enunciado por Escolástico Zegada como motivo de creación del Hospital de Jujuy.
En 1851, Pablo Chalicán Soria (cuyo nombre original era Paul Sardicat de Soriá) propietario de dos grandes fincas-haciendas, se enfermó y estuvo un largo tiempo internado en el hospital. Fue entonces que legó en su testamento que el producto de su Finca Río Negro debía ser manejado por el administrador del Hospital de Jujuy. El nosocomio comenzó a recibir entonces 170 pesos mensuales por un largo tiempo.

Tiempos difíciles para el nosocomio
En 1855 ante la delicada situación del hospital, Zegada gestionó ante la Nación 50 pesos anuales que recibió hasta 1857, año en que esos fondos fueron afectados a otros gastos de la provincia.
Los ingresos anuales entre lo aportado por la Finca Río Negro y el Tambo la Recoba eran de 280 pesos y el funcionamiento requería de 700 pesos anuales. Como Escolástico Zegada había agotado sus fondos en la terminación del hospital, éste siguió funcionando con los aportes de la Sociedad Filantrópica.
El 26 de mayo de 1863 por falta de recursos y muy a pesar de su creador, se cerró el hospital, después de 13 años de funcionamiento atendiendo a 1.400 enfermos, de los cuales falleció solo un 12% por la gravedad de dolencias.
En 1868 a pesar de las luchas intestinas en el país por cuestiones políticas, Escolástico Zegada logró la reapertura del hospital que orgullosamente cumplió 166 años de existencia.

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El padre Escolástico Zegada fue el elegido para erigir un lugar de atención a tantos enfermos que morían por falta de una adecuada atención médica en una ciudad empobrecida y atrasada por la lucha independentista.
El sitio elegido fue la edificación ubicada en el ángulo sur de la plaza principal de la pequeña ciudad, que sufrió el paso del tiempo y el abandono, luego de que la comunidad de los padres mercedarios abandonaran la provincia por falta de religiosos y de medios de vida durante la guerra de la Independencia en el siglo XIX.
Uno de los primeros habitantes en colaborar fue José Ignacio Guerrico que aportó 500 pesos y luego 2000 más durante la construcción.
Donde actualmente funciona la guardia del hospital sobre calle Argañaráz, con acertado criterio, Zegada puso en funcionamiento un tambo colonial, donde se vendía a los viajeros, carnes, verduras, cueros, sal, frutas. También se aprovisionaban los habitantes de las regiones de los Valles, Puna y Quebrada.
Se recaudaron en total 9.278 pesos, pero el costo de la obra fue de 19.722 pesos con 4 reales y la diferencia de 10.444 pesos fue aportada por Escolástico Zegada (equivalente a 5.222 animales vacunos) recibidos de beneficios familiares.
El mismo Zegada dirigió la construcción desde 1847 y superando innumerables problemas, el 1 de octubre de 1850 se puso en funcionamiento al Hospital de Jujuy. Se ingresaba por la actual calle Gorriti -hoy acceso a los consultorios- y poseía una pequeña iglesia.
Como el costo de la obra agotó los fondos personales de Zegada, por lo que solicitó al Gobierno de la Provincia la creación de una Sociedad Filantrópica compuesta por un presidente y 12 personas autorizadas a pedir limosna para sostener las primeras necesidades de funcionamiento.
Después, con algunas donaciones se compraron los terrenos adyacentes, llegando hasta la cuadra comprendida entre la calle de la Merced (actual San Martín) y San Roque (actual Independencia), donde se levantaba el tambo que tenía habitaciones para los viajeros, un mercado y un corral para animales que se ofrecían a la venta.
El hospital empezó a funcionar con un administrador, un enfermero, una enfermera, una cocinera, una lavandera, un hortelano y los doctores Sabino O''Donnell, Arias y Luis Cuñado. Al personal le pagaban 50 pesos mensuales aportados por el Gobierno y las rentas por la atención del hospital.
En ese tiempo, los enfermos con posibilidades económicas pagaban como pensión y hospedaje, permitiendo la atención de la gente con menos recursos, propugnando el cooperativismo enunciado por Escolástico Zegada como motivo de creación del Hospital de Jujuy.
En 1851, Pablo Chalicán Soria (cuyo nombre original era Paul Sardicat de Soriá) propietario de dos grandes fincas-haciendas, se enfermó y estuvo un largo tiempo internado en el hospital. Fue entonces que legó en su testamento que el producto de su Finca Río Negro debía ser manejado por el administrador del Hospital de Jujuy. El nosocomio comenzó a recibir entonces 170 pesos mensuales por un largo tiempo.

Tiempos difíciles para el nosocomio
En 1855 ante la delicada situación del hospital, Zegada gestionó ante la Nación 50 pesos anuales que recibió hasta 1857, año en que esos fondos fueron afectados a otros gastos de la provincia.
Los ingresos anuales entre lo aportado por la Finca Río Negro y el Tambo la Recoba eran de 280 pesos y el funcionamiento requería de 700 pesos anuales. Como Escolástico Zegada había agotado sus fondos en la terminación del hospital, éste siguió funcionando con los aportes de la Sociedad Filantrópica.
El 26 de mayo de 1863 por falta de recursos y muy a pesar de su creador, se cerró el hospital, después de 13 años de funcionamiento atendiendo a 1.400 enfermos, de los cuales falleció solo un 12% por la gravedad de dolencias.
En 1868 a pesar de las luchas intestinas en el país por cuestiones políticas, Escolástico Zegada logró la reapertura del hospital que orgullosamente cumplió 166 años de existencia.

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