"Nosotros, luteranos y católicos, instamos a trabajar conjuntamente para acoger al extranjero, para socorrer las necesidades de los que son forzados a huir a causa de la guerra y la persecución, y para defender los derechos de los refugiados y de los que buscan asilo", reza el documento.
La firma se dio en el marco del viaje del pontífice para los actos conmemorativos del 500 aniversario de la Reforma protestante y tras una ceremonia en la catedral de Lund, informó la agencia de noticias EFE.
En el documento, ambas Iglesias esperan "impulso y fortaleza" para "seguir juntos en el servicio, defendiendo los derechos humanos y la dignidad, especialmente la de los pobres, trabajando por la justicia y rechazando a la violencia en todas sus formas".
"Dios nos convoca para estar cerca de todos los que anhelan dignidad, justicia, paz y reconciliación. Hoy, en particular, elevamos nuestras voces para que termine la violencia y el radicalismo, que afecta a muchos países y comunidades, y a innumerables hermanos y hermanas en Cristo", se añade en el texto.
En el documento se rechaza de "manera enérgica, todo odio y violencia, pasada y presente, especialmente la cometida en nombre de la religión".
Y exhortan a "un cambio de corazón y mente que conduzca a una actitud amorosa y responsable en el cuidado de la creación".
En términos religiosos, este acuerdo asegura que después del diálogo en estos últimos 50 años "ya no son extraños" y aseguran que aprendieron "que lo que nos une es más de lo que nos divide".
"Nuestra fe común en Jesucristo y nuestro bautismo nos pide una conversión permanente, para que dejemos atrás los desacuerdos históricos y los conflictos que obstruyen el ministerio de la reconciliación", agrega el documento.
La declaración común sirve también para expresar el compromiso de ambas Iglesias para "eliminar los obstáculos restantes que nos impiden alcanzar la plena unidad".
El texto concluye con la exhortación a que "en vez de los conflictos del pasado, el don de Dios de la unidad entre nosotros guiará la cooperación y hará más profunda nuestra solidaridad".
Durante la ceremonia, el cardenal suizo Kurt Koch recordó que "los fracasos" de los católicos y los luteranos "provocaron la muerte de centenares de miles de personas".
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"Nosotros, luteranos y católicos, instamos a trabajar conjuntamente para acoger al extranjero, para socorrer las necesidades de los que son forzados a huir a causa de la guerra y la persecución, y para defender los derechos de los refugiados y de los que buscan asilo", reza el documento.
La firma se dio en el marco del viaje del pontífice para los actos conmemorativos del 500 aniversario de la Reforma protestante y tras una ceremonia en la catedral de Lund, informó la agencia de noticias EFE.
En el documento, ambas Iglesias esperan "impulso y fortaleza" para "seguir juntos en el servicio, defendiendo los derechos humanos y la dignidad, especialmente la de los pobres, trabajando por la justicia y rechazando a la violencia en todas sus formas".
"Dios nos convoca para estar cerca de todos los que anhelan dignidad, justicia, paz y reconciliación. Hoy, en particular, elevamos nuestras voces para que termine la violencia y el radicalismo, que afecta a muchos países y comunidades, y a innumerables hermanos y hermanas en Cristo", se añade en el texto.
En el documento se rechaza de "manera enérgica, todo odio y violencia, pasada y presente, especialmente la cometida en nombre de la religión".
Y exhortan a "un cambio de corazón y mente que conduzca a una actitud amorosa y responsable en el cuidado de la creación".
En términos religiosos, este acuerdo asegura que después del diálogo en estos últimos 50 años "ya no son extraños" y aseguran que aprendieron "que lo que nos une es más de lo que nos divide".
"Nuestra fe común en Jesucristo y nuestro bautismo nos pide una conversión permanente, para que dejemos atrás los desacuerdos históricos y los conflictos que obstruyen el ministerio de la reconciliación", agrega el documento.
La declaración común sirve también para expresar el compromiso de ambas Iglesias para "eliminar los obstáculos restantes que nos impiden alcanzar la plena unidad".
El texto concluye con la exhortación a que "en vez de los conflictos del pasado, el don de Dios de la unidad entre nosotros guiará la cooperación y hará más profunda nuestra solidaridad".
Durante la ceremonia, el cardenal suizo Kurt Koch recordó que "los fracasos" de los católicos y los luteranos "provocaron la muerte de centenares de miles de personas".