Luego, se observa claramente la flagrante traición al espíritu del origen federal de la Argentina, que constitucionalmente determina que las provincias son anteriores a la Nación, y son sus mandantes. Pero ocurre que las distorsiones históricas de la política nacional, convirtieron a la Nación en titular de una dictadura fiscal asfixiante, que deforma al país y es tal vez la principal causa de los desequilibrios, las asimetrías y la exclusión. Para demostrar el horror de estas preferencias, valga anotar datos: en 2015, Tierra del Fuego, recibía $33.494 per cápita, Santa Cruz, $ 26.177 (ambas provincias "K"), Jujuy recibió $ 15.827 (PJ), en tanto que la ciudad de Buenos Aires (PRO) obtuvo $ 2.580 per cápita.
El tema no es nuevo. Ni fue un patrimonio exclusivo del modelo kirchnerista. Es una deformación cultural a la que los argentinos nos acostumbramos desde la segunda mitad del siglo XX. Y por qué ahora, se suma esta responsabilidad más sobre la espalda del gobernador de Jujuy?. Porque como ya se dijo, tiene junto a las ventajas ennumeradas, la suerte de ejercer su mandato, justo en el momento en que se dio vuelta la página de la historia, y el país se prepara para vivir el cambio tan pregonado. Allí, el predicamento del gobernador jujeño, (ya ganado como senador nacional), más la afinidad con gobernadores de distintos signos políticos como Juan Manuel Urtubey y otros, ojalá conformen una masa crítica que apunte a torcer -o reencauzar- el sentido federal de la Argentina y sus mandatos históricos y constitucionales. Porque si eso no se logra ahora que hay una oportunidad, quizás sigamos andando con anteojeras y detrás de la zanahoria de inversiones que discrecionalmente otorguen los gobiernos nacionales, como el Plan Belgrano, (excelente alternativa para la región), pero que no avanza en el cambio en serio, con el bisturí a fondo, y seguiremos, como provincianos, siendo los convidados de piedra del festín de la recaudación impositiva, o peor aún, iremos a la fiesta, pero como el pato de la boda.
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Luego, se observa claramente la flagrante traición al espíritu del origen federal de la Argentina, que constitucionalmente determina que las provincias son anteriores a la Nación, y son sus mandantes. Pero ocurre que las distorsiones históricas de la política nacional, convirtieron a la Nación en titular de una dictadura fiscal asfixiante, que deforma al país y es tal vez la principal causa de los desequilibrios, las asimetrías y la exclusión. Para demostrar el horror de estas preferencias, valga anotar datos: en 2015, Tierra del Fuego, recibía $33.494 per cápita, Santa Cruz, $ 26.177 (ambas provincias "K"), Jujuy recibió $ 15.827 (PJ), en tanto que la ciudad de Buenos Aires (PRO) obtuvo $ 2.580 per cápita.
El tema no es nuevo. Ni fue un patrimonio exclusivo del modelo kirchnerista. Es una deformación cultural a la que los argentinos nos acostumbramos desde la segunda mitad del siglo XX. Y por qué ahora, se suma esta responsabilidad más sobre la espalda del gobernador de Jujuy?. Porque como ya se dijo, tiene junto a las ventajas ennumeradas, la suerte de ejercer su mandato, justo en el momento en que se dio vuelta la página de la historia, y el país se prepara para vivir el cambio tan pregonado. Allí, el predicamento del gobernador jujeño, (ya ganado como senador nacional), más la afinidad con gobernadores de distintos signos políticos como Juan Manuel Urtubey y otros, ojalá conformen una masa crítica que apunte a torcer -o reencauzar- el sentido federal de la Argentina y sus mandatos históricos y constitucionales. Porque si eso no se logra ahora que hay una oportunidad, quizás sigamos andando con anteojeras y detrás de la zanahoria de inversiones que discrecionalmente otorguen los gobiernos nacionales, como el Plan Belgrano, (excelente alternativa para la región), pero que no avanza en el cambio en serio, con el bisturí a fondo, y seguiremos, como provincianos, siendo los convidados de piedra del festín de la recaudación impositiva, o peor aún, iremos a la fiesta, pero como el pato de la boda.