Hay frases que se dicen fácil, como cualquiera referida al comienzo del Carnaval, ese momento especial en el que se desata la alegría.
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Hay frases que se dicen fácil, como cualquiera referida al comienzo del Carnaval, ese momento especial en el que se desata la alegría.
Y lo cierto es que tiene tantos significados como labios lo digan. Sea cual sea, conjuga vaya a saberse cuantas deudas personales con ese ancestral sentido de la cosecha, la pertenencia a una comparsa y aquella otra que nos contiene en este globo que gira en torno al sol.
Así estalló un nuevo sábado de Carnaval Grande, cuando los diablitos salen de entre las piedras de los mojones, la gente se besa deseándose feliz Carnaval y los periodistas escribimos rápido nuestras crónicas para salir pronto a festejar.
Las invitaciones que se suceden, hay gente que descubre por primera vez esta alegría comunal y la que recuerda tiempos ajenos.
El Carnaval es un verbo que se conjuga en el modo de cada uno, pero es el caso que no se conjuga de cualquier modo.
Tiene que ver con los ojos particulares de cada alegría, pero también con normas que son ciertas por el hecho de repetirse, en leyes que legislaron los siglos y certezas en las que se nos van las razones de la vida.
Los tachos del saratoga, el abrazo con el desconocido, los días que se suceden cargados de esa humedad extraña que nos semeja a pampas abajeñas, todo ello comienza este sábado, sin que nadie pueda decirnos un significado que vaya más allá de los sudores y de las sonrisas.
En todo caso habrá que decir que, siempre que se venga con respeto, el Carnaval de Tilcara abre sus brazos.