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Se profundiza la crisis en Gobierno braileño

Viernes, 11 de marzo de 2016 01:30
BRASIL LULA DA SILVA, EXPRESIDENTE, ENVUELTO EN UN ESCÁNDALO. 
La denuncia contra el expresidente Luiz Inacio Lula da Silva, ya investigado por corrupción en el caso del fraude a Petrobras, presiona aún más al debilitado gobierno brasileño a días de una manifestación opositora que se prevé masiva.
La denuncia ocurre a días de una manifestación convocada para el domingo por grupos y partidos opositores contra Dilma Rousseff.
Líder de la izquierda latinoamericana, Lula fue denunciado la noche del miércoles por ocultación de propiedad y lavado de dinero por la Fiscalía de Sao Paulo, que sospecha que el expresidente es dueño de un elegante apartamento en el cercano balneario de Guarujá, algo que el exmandatario niega tajantemente.
El mismo inmueble es objeto de investigación en el caso Lava Jato que desentraña la red de corrupción tejida entre políticos, empresarios y exdirectivos de la petrolera estatal Petrobras, un caso basado en la Fiscalía de Curitiba (sur) y que sacude a toda la clase política brasileña.
El apartamento oficialmente es propiedad de la constructora OAS, involucrada en el esquema de fraude, y autoridades sospechan que la empresa utilizó estos emprendimientos como pago de favores a cambio de contratos con la estatal.
"Quieren involucrarme a cualquier precio" en la operación Lava Jato, deploró Lula tras reunirse con senadores en la casa del presidente del Senado, Renan Calheiros.
La acusación contra el carismático Lula cae como una bomba sobre el izquierdista Partido de los Trabajadores (PT) y la presidenta Dilma Rousseff, enfrentada a la posibilidad de un impeachment y atribulada por informaciones que vinculan a su gobierno con el esquema de corrupción, justo en momentos en que Brasil atraviesa una severa recesión económica. Es un nuevo antecedente en un escenario de incertidumbre sobre el futuro del gobierno.
"Todavía hay un margen para empeorar. Hay espacio para que el PT se radicalice aún más, para más violencia, más intransigencia política y parece que estamos llegando a un punto de no retorno", dijo a la prensa el analista político de la Universidad de Brasilia Everaldo Moraes.
La denuncia de la Fiscalía ocurre también a días de una manifestación convocada para este domingo por grupos y partidos opositores contra el gobierno y que, según autoridades locales, puede reunir hasta un millón de personas sólo en Sao Paulo.
El lunes, en otro capítulo más de sus entuertos con la justicia, Lula debe declarar como testigo por videoconferencia desde Sao Paulo ante el juez de Curitiba Sergio Moro, que lidera el caso Lava Jato.
La presión sobre el gobierno arreció hace unos días cuando reportes aún no confirmados señalaron que el senador del PT Delcidio Amaral, acusado de participar en el "Petrolao" y jefe de la bancada del partido en el Senado- habría testificado que la presidenta obstruyó la investigación sobre la corrupción en Petrobras. Y todo eso da más leña al fuego de quienes buscan la caída de la mandataria.
La noche del jueves, senadores de oposición dijeron que trabajarían juntos "en busca de alternativas para el país", según la prensa local. Entre ellos estaba Aecio Neves, excandidato del socialdemócrata Psdb que perdió la elección con Rousseff y que también habría sido citado en la delación de Amaral.
Neves convocó públicamente a participar de la manifestación del domingo.

Complot de la élite
La defensa del expresidente alega que existe conflicto de jurisdicción entre las justicias de Sao Paulo y de Curitiba, que investigan los mismos hechos. La denuncia, en todo caso, aún tiene que ser revisada por un tribunal de Sao Paulo.
El propio Lula y sus partidarios denuncian que todos estos procesos constituyen un complot de la “élite” y la prensa para evitar su probable candidatura a la elección presidencial de 2018, a la que quiere llegar como el líder que sacó de la pobreza a 40 millones de brasileños la década pasada.
Pero la imagen del hombre que dejó el poder con un histórico 80% de popularidad tambalea. El viernes, Lula fue llevado a declarar por la fuerza en el marco del Lava Jato por supuestos favores pagados por empresas vinculadas en la trama.
Estos días, entre pasillos de la política y la prensa local se comenta que Lula podría ser nombrado ministro por la presidenta. El diario Folha de Sao Paulo publicó que Rousseff había aceptado darle un cargo en su gabinete, pero que Lula lo rechazó.
“Esa idea de que Lula se convierta en ministro es muy incierta, nadie sabe si va a ocurrir. Pero si llega a concretarse sería muy malo para el gobierno. No tiene ningún sentido, sería visto como una medida de protección personal a Lula”, afirmó a la prensa el cientista político Sergio Praça, profesor de la Fundación Getulio Vargas.


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La denuncia contra el expresidente Luiz Inacio Lula da Silva, ya investigado por corrupción en el caso del fraude a Petrobras, presiona aún más al debilitado gobierno brasileño a días de una manifestación opositora que se prevé masiva.
La denuncia ocurre a días de una manifestación convocada para el domingo por grupos y partidos opositores contra Dilma Rousseff.
Líder de la izquierda latinoamericana, Lula fue denunciado la noche del miércoles por ocultación de propiedad y lavado de dinero por la Fiscalía de Sao Paulo, que sospecha que el expresidente es dueño de un elegante apartamento en el cercano balneario de Guarujá, algo que el exmandatario niega tajantemente.
El mismo inmueble es objeto de investigación en el caso Lava Jato que desentraña la red de corrupción tejida entre políticos, empresarios y exdirectivos de la petrolera estatal Petrobras, un caso basado en la Fiscalía de Curitiba (sur) y que sacude a toda la clase política brasileña.
El apartamento oficialmente es propiedad de la constructora OAS, involucrada en el esquema de fraude, y autoridades sospechan que la empresa utilizó estos emprendimientos como pago de favores a cambio de contratos con la estatal.
"Quieren involucrarme a cualquier precio" en la operación Lava Jato, deploró Lula tras reunirse con senadores en la casa del presidente del Senado, Renan Calheiros.
La acusación contra el carismático Lula cae como una bomba sobre el izquierdista Partido de los Trabajadores (PT) y la presidenta Dilma Rousseff, enfrentada a la posibilidad de un impeachment y atribulada por informaciones que vinculan a su gobierno con el esquema de corrupción, justo en momentos en que Brasil atraviesa una severa recesión económica. Es un nuevo antecedente en un escenario de incertidumbre sobre el futuro del gobierno.
"Todavía hay un margen para empeorar. Hay espacio para que el PT se radicalice aún más, para más violencia, más intransigencia política y parece que estamos llegando a un punto de no retorno", dijo a la prensa el analista político de la Universidad de Brasilia Everaldo Moraes.
La denuncia de la Fiscalía ocurre también a días de una manifestación convocada para este domingo por grupos y partidos opositores contra el gobierno y que, según autoridades locales, puede reunir hasta un millón de personas sólo en Sao Paulo.
El lunes, en otro capítulo más de sus entuertos con la justicia, Lula debe declarar como testigo por videoconferencia desde Sao Paulo ante el juez de Curitiba Sergio Moro, que lidera el caso Lava Jato.
La presión sobre el gobierno arreció hace unos días cuando reportes aún no confirmados señalaron que el senador del PT Delcidio Amaral, acusado de participar en el "Petrolao" y jefe de la bancada del partido en el Senado- habría testificado que la presidenta obstruyó la investigación sobre la corrupción en Petrobras. Y todo eso da más leña al fuego de quienes buscan la caída de la mandataria.
La noche del jueves, senadores de oposición dijeron que trabajarían juntos "en busca de alternativas para el país", según la prensa local. Entre ellos estaba Aecio Neves, excandidato del socialdemócrata Psdb que perdió la elección con Rousseff y que también habría sido citado en la delación de Amaral.
Neves convocó públicamente a participar de la manifestación del domingo.

Complot de la élite
La defensa del expresidente alega que existe conflicto de jurisdicción entre las justicias de Sao Paulo y de Curitiba, que investigan los mismos hechos. La denuncia, en todo caso, aún tiene que ser revisada por un tribunal de Sao Paulo.
El propio Lula y sus partidarios denuncian que todos estos procesos constituyen un complot de la “élite” y la prensa para evitar su probable candidatura a la elección presidencial de 2018, a la que quiere llegar como el líder que sacó de la pobreza a 40 millones de brasileños la década pasada.
Pero la imagen del hombre que dejó el poder con un histórico 80% de popularidad tambalea. El viernes, Lula fue llevado a declarar por la fuerza en el marco del Lava Jato por supuestos favores pagados por empresas vinculadas en la trama.
Estos días, entre pasillos de la política y la prensa local se comenta que Lula podría ser nombrado ministro por la presidenta. El diario Folha de Sao Paulo publicó que Rousseff había aceptado darle un cargo en su gabinete, pero que Lula lo rechazó.
“Esa idea de que Lula se convierta en ministro es muy incierta, nadie sabe si va a ocurrir. Pero si llega a concretarse sería muy malo para el gobierno. No tiene ningún sentido, sería visto como una medida de protección personal a Lula”, afirmó a la prensa el cientista político Sergio Praça, profesor de la Fundación Getulio Vargas.


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