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Momento de fe, de arte y de encuentro

Domingo, 27 de marzo de 2016 01:30
<p>CRISTO CRUCIFICADO</p>

La comunidad de Tilcara presentó, en la noche del viernes, sus ermitas. Como sucede año a año, coloca a los vecinos en los dos lados del arte: de pie junto a la obra, orgullosos, recibiendo los halagos, saliendo en las fotografías, y en el del crítico, cuando todos los que se pasean, conocedores del arte de la ermita de sólo ser tilcareños, emiten su juicio en cuanto a tema, estilo, material o perspectivas.

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La comunidad de Tilcara presentó, en la noche del viernes, sus ermitas. Como sucede año a año, coloca a los vecinos en los dos lados del arte: de pie junto a la obra, orgullosos, recibiendo los halagos, saliendo en las fotografías, y en el del crítico, cuando todos los que se pasean, conocedores del arte de la ermita de sólo ser tilcareños, emiten su juicio en cuanto a tema, estilo, material o perspectivas.

Los más tradicionalistas exigen la hechura con frutos y hojas al color natural, los más religiosos esperan el mensaje evangélico cuando los más políticos pretenden el vínculo de lo revelado con lo actual. Muchos más, acaso, esperan la mera sorpresa de la belleza, que sin duda golpea sus almas, sensibilizadas por la letanía del rezo del Vía Crucis, y por ermitas que son verdaderas obras de arte.

Según cuenta la tradición, hará cosa como medio siglo que Medardo Pantoja impulsó que las ermitas tilcareñas dejen de ser sólo paneles de flores para asumir en sus imágenes la prédica del mensaje pascual. Desde entonces, este arte popular, asumido por las familias locales, ahondó cada una en su estilo que, con el correr de los años, se tornó en la personalidad que se yergue en cada una de las esquinas.

Unas más trabajadas desde lo estético, algunas abocadas del lleno al mensaje y otras abiertamente abstractas, las que buscan las tres dimensiones, le suman el dibujo en lápiz o le agregan texto, uno va sabiendo qué va a encontrar en cada ermita, que camino recorre la propuesta de cada familia, que al fin de cuentas se plantean como los distintos caminos del arte en la cultura occidental.

Motivo de placer visual, sazonado con la música de los sikuris, los cantos eclesiales y los rezos, y causa de encuentros de tantos vecinos con que uno se cruza en otros ámbitos: en lo laboral, haciendo compras, y el Viernes Santo para compartir opiniones estéticas, y encuentros con aquellos que se llegan a Tilcara para el Carnaval y para las Pascuas, y con los que, con ojos sinceramente asombrados, visitan la Quebrada y descubren por primera vez las ermitas pascuales.