Santuario de los mártires en el corazón de Juella

El viento de la tarde hace flamear las hojas de los árboles y la Bandera, y es acaso un consuelo ante tanto silencio como el que brota de cada piedra de la Quebrada de Juella. Dejamos atrás la calle con sus casas, perros, gallinas y gente que nos mira esperanzada en que seamos un remis, y la calle se vuelve playa de piedra, tierra y plantas duras que viven con poca agua.

El viento también sopla sobre las quince cruces con sus quince cardones, donde Nicolás Toconás, veterano de Malvinas y cultor de su memoria, nos cuenta que "el viernes primero, junto con la escuelita de Juella, recordaremos a los veteranos muertos en combate y para eso nos estamos invitando a la gente de Juella, de Tilcara, a las escuelas para que vengan con sus banderas de ceremonia, para compartir juntos este sentimiento tan profundo".

Nos habla de la importancia de "recordarlos en este paraje, un lugar natural, sencillo, con mucha humildad entre estos cerros, y creo que es el mejor escenario para homenajearlos. Comenzará a las 10.30 en este sitio que llamamos Antiguito Chico, que es la casa donde vivo y donde vendrán veteranos de Malvinas cordobeses, de Buenos Aires y de nuestra provincia".

Toconás dice que "quiero que toda la Quebrada conozca a quienes fueron sus héroes, los que quedaron allá como centinelas de la patria esperando el próximo relevo, que alguna vez se dará, y para ellos cercamos este lugar con piedras rústicas, que es para nosotros como el campo de combate en Malvinas, donde se desarrollaron los episodios, y que tiene la forma de un corazón porque habla del sentimiento que le han puesto para pelear por su patria".

Cada cruz tiene, a sus espaldas, un cardón, "porque para los antiguos, para los aborígenes como yo, el cardón representa a los antepasados, el presente y el futuro. A medida que vayan creciendo lo verán las distintas generaciones hasta que alguna tome el relevo en Malvinas. Y las rosas que hay allí plantadas, representan a las madres que lloraron a sus hijos que no han vuelto".

Recuerda a los quince combatientes jujeños muertos en Malvinas. Nos habla, entre ellos, de "Miguel Ángel Ávila, quien murió combatiendo en Darwin, que fue la batalla más feroz. Dicen que una esquirla le pega en la cabeza, pero antes de caer saca de la trinchera a tres soldados cordobeses porque les llovían los misiles ingleses. Los tres soldados cordobeses viven hoy y tuve la oportunidad de hablar con ellos".

Toconás recuerda que "lo conocí a Ávila y a Héctor Oviedo. Los dos pertenecieron al regimiento 25 de Infantería, que fue el mejor preparado para el combate. Fue el que más bajas le produjo al enemigo y del que perecieron doce en combate, entre ellos estos dos jujeños. También recordamos a Antenor Sajama y Teodoro Laguna, que murieron en el mar, y en total a los quince, que de una forma o de otra dieron su vida en Malvinas y los mares argentinos".

El viento de la tarde hace flamear las hojas de los árboles y la Bandera, y es acaso un consuelo ante tanto silencio como el que brota de cada piedra de la Quebrada de Juella. Dejamos atrás la calle con sus casas, perros, gallinas y gente que nos mira esperanzada en que seamos un remis, y la calle se vuelve playa de piedra, tierra y plantas duras que viven con poca agua.

El viento también sopla sobre las quince cruces con sus quince cardones, donde Nicolás Toconás, veterano de Malvinas y cultor de su memoria, nos cuenta que "el viernes primero, junto con la escuelita de Juella, recordaremos a los veteranos muertos en combate y para eso nos estamos invitando a la gente de Juella, de Tilcara, a las escuelas para que vengan con sus banderas de ceremonia, para compartir juntos este sentimiento tan profundo".

Nos habla de la importancia de "recordarlos en este paraje, un lugar natural, sencillo, con mucha humildad entre estos cerros, y creo que es el mejor escenario para homenajearlos. Comenzará a las 10.30 en este sitio que llamamos Antiguito Chico, que es la casa donde vivo y donde vendrán veteranos de Malvinas cordobeses, de Buenos Aires y de nuestra provincia".

Toconás dice que "quiero que toda la Quebrada conozca a quienes fueron sus héroes, los que quedaron allá como centinelas de la patria esperando el próximo relevo, que alguna vez se dará, y para ellos cercamos este lugar con piedras rústicas, que es para nosotros como el campo de combate en Malvinas, donde se desarrollaron los episodios, y que tiene la forma de un corazón porque habla del sentimiento que le han puesto para pelear por su patria".

Cada cruz tiene, a sus espaldas, un cardón, "porque para los antiguos, para los aborígenes como yo, el cardón representa a los antepasados, el presente y el futuro. A medida que vayan creciendo lo verán las distintas generaciones hasta que alguna tome el relevo en Malvinas. Y las rosas que hay allí plantadas, representan a las madres que lloraron a sus hijos que no han vuelto".

Recuerda a los quince combatientes jujeños muertos en Malvinas. Nos habla, entre ellos, de "Miguel Ángel Ávila, quien murió combatiendo en Darwin, que fue la batalla más feroz. Dicen que una esquirla le pega en la cabeza, pero antes de caer saca de la trinchera a tres soldados cordobeses porque les llovían los misiles ingleses. Los tres soldados cordobeses viven hoy y tuve la oportunidad de hablar con ellos".

Toconás recuerda que "lo conocí a Ávila y a Héctor Oviedo. Los dos pertenecieron al regimiento 25 de Infantería, que fue el mejor preparado para el combate. Fue el que más bajas le produjo al enemigo y del que perecieron doce en combate, entre ellos estos dos jujeños. También recordamos a Antenor Sajama y Teodoro Laguna, que murieron en el mar, y en total a los quince, que de una forma o de otra dieron su vida en Malvinas y los mares argentinos".