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Construcción con tierra, debate de la arquitectura

Viernes, 24 de junio de 2016 01:30
<div>JORGE TOMASI/ EN EL LABORATORIO DEL PUCARÁ DE TILCARA.</div><div>
TILCARA (Corresponsal).Jorge Tomasi, en el laboratorio que tiene montado en el Pucará de Tilcara, dialogó con nuestro diario. Dijo que hizo un doctorado en geografía "pensado en entender cómo se producen espacios en base a esta continua movilidad de los pastores con sus animales, cosa que implicaba conocer los territorios y también las arquitecturas". A esto se sumó una maestría en Antropología Social, pensando que el andamiaje teórico que "proveía mi carrera no era suficiente para los problemas de investigación que se presentaban".
Habló de los antecedentes en este camino. "A principios del siglo XX se interesaron por estas otras arquitecturas llamadas vernáculas, que tuvo un auge muy fuerte en la década del sesenta, cuando hay una mirada más sensible aunque, en principio, no mirado desde quienes producen estas arquitecturas sino aplicando las categorías de los centros académicos".
Explicó "que ya en los noventa hay investigaciones más profundas, pero del tema no escuché hablar en mis seis años de carrera en Buenos Aires, aunque en Tucumán su universidad es pionera en el tema. Hay una mirada más antropológica y otra más técnica, y separar estas miradas produce consecuencias como la de Purmamarca, donde se buscó una cierta estética de lo andino sin vincularlo con las prácticas de quienes construyen en la zona".
Tomasi no entiende, sin embargo, que la falencia sea de las autoridades municipales. "Creo que es al revés, los ámbitos académicos son los que deben acercarse a las demandas sociales, y en eso el Conicet ha hecho un gran esfuerzo. Nuestros municipios se enfrentan a realidades que los exceden. En función de ese acercamiento, el año pasado la Agencia Nacional de Promoción Científica y Técnica nos dio un subsidio y así compramos el equipamiento para montar este laboratorio, que es único en la provincia".
El trabajo del Laboratorio tiene dos aspectos. "Un trabajo de registro, observación de las prácticas constructivas, del uso de las técnicas y los sentidos que se le asocian, lo que incluye la toma de muestras para los posteriores estudios en laboratorio. Son muestras de suelos para conocer sus propiedades, y por otro lado la generación de proyectos en base a las demandas que se van produciendo".
Entre los años 2006 y 2009 generaron el proyecto de Puna y Arquitectura, junto al programa de Voluntariado Universitario, donde explicó que pretendían "zanjar la falencia de la construcción con tierra en la formación de arquitectos, y a la vez relativizar lo que los estudiantes entendían como arquitectura, que es en general arquitectura occidental europea, para entender que hay otras arquitecturas posibles que implican otras concepciones del espacio y el tiempo y otra organización social".
"No queríamos que los estudiantes fueran a la Puna a enseñar cómo construir, sino que aprendan de los constructores de la Puna, y no aprendían en el aula sino en Susques o Rinconada, invirtiendo el modo de quién aprende y quién enseña, experiencia de la que participaron más de cien estudiantes de arquitectura y arquitectos con la idea de que un conocimiento no es superior a otro".
Agregó que "se dice que los adobes que se hacen hoy no son de la calidad de los que se hacían antes, entonces empezamos con un estudio de los que se producen en la Quebrada y de los adobes históricos, para ver qué características tenían, escuchando a los hacedores de adobes de más edad para ver qué cosas hemos dejado de hacer y por qué. Por ejemplo la idea de que dejaban pudrir el barro para que los adobes sean mejores o que los secaban a la sombra".
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TILCARA (Corresponsal).Jorge Tomasi, en el laboratorio que tiene montado en el Pucará de Tilcara, dialogó con nuestro diario. Dijo que hizo un doctorado en geografía "pensado en entender cómo se producen espacios en base a esta continua movilidad de los pastores con sus animales, cosa que implicaba conocer los territorios y también las arquitecturas". A esto se sumó una maestría en Antropología Social, pensando que el andamiaje teórico que "proveía mi carrera no era suficiente para los problemas de investigación que se presentaban".
Habló de los antecedentes en este camino. "A principios del siglo XX se interesaron por estas otras arquitecturas llamadas vernáculas, que tuvo un auge muy fuerte en la década del sesenta, cuando hay una mirada más sensible aunque, en principio, no mirado desde quienes producen estas arquitecturas sino aplicando las categorías de los centros académicos".
Explicó "que ya en los noventa hay investigaciones más profundas, pero del tema no escuché hablar en mis seis años de carrera en Buenos Aires, aunque en Tucumán su universidad es pionera en el tema. Hay una mirada más antropológica y otra más técnica, y separar estas miradas produce consecuencias como la de Purmamarca, donde se buscó una cierta estética de lo andino sin vincularlo con las prácticas de quienes construyen en la zona".
Tomasi no entiende, sin embargo, que la falencia sea de las autoridades municipales. "Creo que es al revés, los ámbitos académicos son los que deben acercarse a las demandas sociales, y en eso el Conicet ha hecho un gran esfuerzo. Nuestros municipios se enfrentan a realidades que los exceden. En función de ese acercamiento, el año pasado la Agencia Nacional de Promoción Científica y Técnica nos dio un subsidio y así compramos el equipamiento para montar este laboratorio, que es único en la provincia".
El trabajo del Laboratorio tiene dos aspectos. "Un trabajo de registro, observación de las prácticas constructivas, del uso de las técnicas y los sentidos que se le asocian, lo que incluye la toma de muestras para los posteriores estudios en laboratorio. Son muestras de suelos para conocer sus propiedades, y por otro lado la generación de proyectos en base a las demandas que se van produciendo".
Entre los años 2006 y 2009 generaron el proyecto de Puna y Arquitectura, junto al programa de Voluntariado Universitario, donde explicó que pretendían "zanjar la falencia de la construcción con tierra en la formación de arquitectos, y a la vez relativizar lo que los estudiantes entendían como arquitectura, que es en general arquitectura occidental europea, para entender que hay otras arquitecturas posibles que implican otras concepciones del espacio y el tiempo y otra organización social".
"No queríamos que los estudiantes fueran a la Puna a enseñar cómo construir, sino que aprendan de los constructores de la Puna, y no aprendían en el aula sino en Susques o Rinconada, invirtiendo el modo de quién aprende y quién enseña, experiencia de la que participaron más de cien estudiantes de arquitectura y arquitectos con la idea de que un conocimiento no es superior a otro".
Agregó que "se dice que los adobes que se hacen hoy no son de la calidad de los que se hacían antes, entonces empezamos con un estudio de los que se producen en la Quebrada y de los adobes históricos, para ver qué características tenían, escuchando a los hacedores de adobes de más edad para ver qué cosas hemos dejado de hacer y por qué. Por ejemplo la idea de que dejaban pudrir el barro para que los adobes sean mejores o que los secaban a la sombra".