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La herencia de la profesión

Martes, 07 de junio de 2016 01:30
No podía ser de otra manera. Mi nota sobre el día del periodista tenía que tener el tinte y el nombre de quien desde pequeño me hizo "mamar" la profesión del periodismo y que además hoy por hoy está al frente de la sección Deportes del diario "de la gente bien informada". Mi guía no solamente en el oficio, sino también (y sobre todo) en la vida: Edgar Caballero.

Cuando desde chico uno se ve envuelto en crónicas deportivas o en reuniones que tocaron compartir con gente ligada a este matutino y la profesión, sea cae de maduro la respuesta cuando en la escuela te preguntan "¿qué querés ser cuando seas grande?": Quiero ser periodista, dice uno con voz firme y orgullosa.

Cómo no recordar aquellos viajes y picados y asados con la gente de El Tribuno. Reuniones en el Dique La Ciénaga, o viajes como el de la Laguna de Pozuelos cuando apenas era yo un adolescente y mi viejo ya me ponía frente a quienes después serían compañeros de trabajo y también todos, mentores y guías en esta profesión.

Alguna vez me dijo de adolescente: "¿te animás a ir a la cancha de Lavalle a sacar los datos y traerlos para la crónica?" Unos pesos en el bolsillo cuando se es apenas un estudiante de secundario, con todos los encuentros y reuniones que implican y los intentos de interesar a la rama femenina propio de la época, jamás vienen mal. Y así fue mi primera experiencia "del otro lado de la cancha", donde los jugadores nos respetan y nos temen, los técnicos buscan complacerlos por un guiño en una crónica y la dirigencia quiere tener siempre de su lado, aún desconociendo que nosotros no tenemos una única vereda más que la fidelidad a nuestros seguidores y lectores.

Igual sería injusto nombrar solamente a una persona en este camino del periodismo que me toca transitar, donde cada día uno tiene la posibilidad de aprender y crecer con una familia como la que se afianzó en el edificio de Belgrano 246.

Conocer gente como Daniel Echazú, mano derecha y decisiva en la sección, o Sergio Velázquez, un meticuloso de las crónicas (los más experimentados junto a mi viejo en el diario en Deportes), o Gonzalo Díaz, un periodista con manos por todos lados para conseguir conformar a cada atleta que se presente con su respectiva disciplina. O Sebastián Castro y Diego Suárez, los dos más jóvenes en las tareas con este grupo. Todos y cada uno aportan lo suyo para un trabajo aplaudido y reconocido, bajo el ala de la persona más influyente en mi vida: mi viejo.
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No podía ser de otra manera. Mi nota sobre el día del periodista tenía que tener el tinte y el nombre de quien desde pequeño me hizo "mamar" la profesión del periodismo y que además hoy por hoy está al frente de la sección Deportes del diario "de la gente bien informada". Mi guía no solamente en el oficio, sino también (y sobre todo) en la vida: Edgar Caballero.

Cuando desde chico uno se ve envuelto en crónicas deportivas o en reuniones que tocaron compartir con gente ligada a este matutino y la profesión, sea cae de maduro la respuesta cuando en la escuela te preguntan "¿qué querés ser cuando seas grande?": Quiero ser periodista, dice uno con voz firme y orgullosa.

Cómo no recordar aquellos viajes y picados y asados con la gente de El Tribuno. Reuniones en el Dique La Ciénaga, o viajes como el de la Laguna de Pozuelos cuando apenas era yo un adolescente y mi viejo ya me ponía frente a quienes después serían compañeros de trabajo y también todos, mentores y guías en esta profesión.

Alguna vez me dijo de adolescente: "¿te animás a ir a la cancha de Lavalle a sacar los datos y traerlos para la crónica?" Unos pesos en el bolsillo cuando se es apenas un estudiante de secundario, con todos los encuentros y reuniones que implican y los intentos de interesar a la rama femenina propio de la época, jamás vienen mal. Y así fue mi primera experiencia "del otro lado de la cancha", donde los jugadores nos respetan y nos temen, los técnicos buscan complacerlos por un guiño en una crónica y la dirigencia quiere tener siempre de su lado, aún desconociendo que nosotros no tenemos una única vereda más que la fidelidad a nuestros seguidores y lectores.

Igual sería injusto nombrar solamente a una persona en este camino del periodismo que me toca transitar, donde cada día uno tiene la posibilidad de aprender y crecer con una familia como la que se afianzó en el edificio de Belgrano 246.

Conocer gente como Daniel Echazú, mano derecha y decisiva en la sección, o Sergio Velázquez, un meticuloso de las crónicas (los más experimentados junto a mi viejo en el diario en Deportes), o Gonzalo Díaz, un periodista con manos por todos lados para conseguir conformar a cada atleta que se presente con su respectiva disciplina. O Sebastián Castro y Diego Suárez, los dos más jóvenes en las tareas con este grupo. Todos y cada uno aportan lo suyo para un trabajo aplaudido y reconocido, bajo el ala de la persona más influyente en mi vida: mi viejo.

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