El mío fue Tadeo Figueroa. "Tucho". Recién recibido del terciario, con el título de "Técnico en periodismo", llegué a la Redacción. De entrada me preguntó si me gustaba escribir, obvio la respuesta fue sí. Y la segunda consulta fue qué libro estaba leyendo fuera del ámbito deportivo y contesté "Crónica de una muerte anunciada" del genial Gabriel García Márquez. Recuerdo ni que fuera ayer y pasaron más de 24 años. "Para escribir bien, hay que leer y prepararse siempre. Muchacho, la cultura no ocupa lugar", me dijo.
"Tucho", exjefe de histórico Deportes de El Tribuno de Salta y exjefe de Redacción de El Tribuno de Jujuy, pregonó con el ejemplo y se cansó de formar jóvenes en diferentes etapas. Su mayor virtud es que no dudó jamás en quedarse después del cierre para hablar de periodismo. Trató de transmitir su pasión por la profesión entre quienes estaban dando los primeros pasos y algunos consejos sabios -leer al menos tres libros por año que no tengan nada que ver con la pelota- que hasta hoy sigo "aplicando" y transmitiendo con los chicos que me escuchan en charlas, debates o café de por medio.
También recuerdo cuando me advirtió que "si hacés una muy buena nota, tal vez alguno te felicite. Pero si cometés en un error, se burlará desde el guardia de seguridad hasta el archivero. Todos sin excepción. Son las reglas de juego de un diario". Vaya si tuvo razón.
Hace unos días nos reencontramos. Hablamos de la vida, de la amistad y de fútbol, obvio. Pero me sorprendió cuando le pregunté si se consideraba un formador de periodistas "deportólogos", como nos autodenominados en el medio. "No soy un maestro. Intenté guiarlos, mostrarles cómo se trabaja y transmitirles mi pasión. Además de la formación profesional, depende de cada uno progresar. Sí creo que tengo el olfato para saber cuándo tienen buena madera y cuándo no", me admitió. Trabajar en el periodismo gráfico tiene la particularidad de que al salir todos los días el diario, los descansos generalmente no coinciden con los fines de semana y los feriados pasan sin pena ni gloria en nuestra agenda. Somos los "raros" de la familia. Y quien también abraza este oficio es necesario que lo sepa de entrada. Las salidas al campo pasan a un segundo o tercer plano, algo que un buen jefe debe aclarar de entrada para evitar sorpresas.
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El mío fue Tadeo Figueroa. "Tucho". Recién recibido del terciario, con el título de "Técnico en periodismo", llegué a la Redacción. De entrada me preguntó si me gustaba escribir, obvio la respuesta fue sí. Y la segunda consulta fue qué libro estaba leyendo fuera del ámbito deportivo y contesté "Crónica de una muerte anunciada" del genial Gabriel García Márquez. Recuerdo ni que fuera ayer y pasaron más de 24 años. "Para escribir bien, hay que leer y prepararse siempre. Muchacho, la cultura no ocupa lugar", me dijo.
"Tucho", exjefe de histórico Deportes de El Tribuno de Salta y exjefe de Redacción de El Tribuno de Jujuy, pregonó con el ejemplo y se cansó de formar jóvenes en diferentes etapas. Su mayor virtud es que no dudó jamás en quedarse después del cierre para hablar de periodismo. Trató de transmitir su pasión por la profesión entre quienes estaban dando los primeros pasos y algunos consejos sabios -leer al menos tres libros por año que no tengan nada que ver con la pelota- que hasta hoy sigo "aplicando" y transmitiendo con los chicos que me escuchan en charlas, debates o café de por medio.
También recuerdo cuando me advirtió que "si hacés una muy buena nota, tal vez alguno te felicite. Pero si cometés en un error, se burlará desde el guardia de seguridad hasta el archivero. Todos sin excepción. Son las reglas de juego de un diario". Vaya si tuvo razón.
Hace unos días nos reencontramos. Hablamos de la vida, de la amistad y de fútbol, obvio. Pero me sorprendió cuando le pregunté si se consideraba un formador de periodistas "deportólogos", como nos autodenominados en el medio. "No soy un maestro. Intenté guiarlos, mostrarles cómo se trabaja y transmitirles mi pasión. Además de la formación profesional, depende de cada uno progresar. Sí creo que tengo el olfato para saber cuándo tienen buena madera y cuándo no", me admitió. Trabajar en el periodismo gráfico tiene la particularidad de que al salir todos los días el diario, los descansos generalmente no coinciden con los fines de semana y los feriados pasan sin pena ni gloria en nuestra agenda. Somos los "raros" de la familia. Y quien también abraza este oficio es necesario que lo sepa de entrada. Las salidas al campo pasan a un segundo o tercer plano, algo que un buen jefe debe aclarar de entrada para evitar sorpresas.