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Los jujeños de pie, resisten al aluvión

Lunes, 16 de enero de 2017 10:00
<div>ALUD VS. SOLIDARIDAD. LOS JUJEÑOS GANARÁN (FOTO PANORÁMICA DE LA INUNDACIÓN)</div><div>

¿Se puede estar preparado para evitar una tragedia? Seguramente que no. Pero se puede estar preparado para amortiguar los efectos que lo inevitable deja como saldo. Lo que todos sabían que podía ocurrir en cualquier momento, finalmente ocurrió. Años de acumularse desprendimientos de las montañas, mas años de lluvias benévolas que suman innumerables pequeños diques de piedras, palos y otros materiales en las quebradas tributarias de la Quebrada de Humahuaca, hacían presagiar que se venía incubando una de estas crecientes que cuando maduran, explotan y arrasan con todo a su paso. Todos los jujeños nato, saben que es así. Y los memoriosos agregan que hay ciclos, de cuarenta, o veinte o diez años, para que se repitan estos aluviones, que se deben recordar y respetar. Algunos hablan de las inundaciones de 1939 y 1948, otros de 1978, y otros del 2005, y todos evocan con anécdotas dramáticas los episodios vividos: Cuando Juella perdió todos sus sembrados y caseríos; cuando la Quebrada del Puente Natural de Maimará bajó arrasando el pintoresco cementerio de la villa, trasladando féretros, lápidas y anónimas calaveras por las calles del pueblo; cuando Purmamarca quedó aislada y perdió sus sembrados y dos casas frente a la estación del ferrocarril quedaron sepultadas mostrando apenas los agujeros de los techos por donde escaparon sus habitantes; cuando el Huasamayo cruzó la Quebrada amenazando con inundar Tilcara; cuando Volcán quedó debajo del barro. Y este año, lo que se venía presagiando, pasó. El primer aviso fue hace una semana en la Quebrada de Huichaira, a escasos kilómetros de la entrada a Tilcara. Y finalmente, lo del martes otra vez en Volcán, en Tumbaya y en Bárcena. Lamentablemente, con enormes pérdidas materiales, dos muertes, y el dolor de todo un pueblo. Era imposible detener la intensidad de las lluvias o prever el volumen de los aludes. Ocurrida la tragedia, los mecanismos de ayuda se pusieron en marcha: el Estado de un lado, con el propio Gobernador Morales a la cabeza, llegó hasta donde pudo para comprobar in situ la magnitud del desastre. Un par de ministros y algunos funcionarios acompañaron al GM a chapalear el barro y a tratar de consolar a los desolados pobladores. Seguramente por sus memorias habrán desfilado las imágenes de Tilcara 2016, cuando el río Grande desbordado inundó todo un barrio destrozando vehículos y viviendas. En aquel momento, "operadores" y "comunicadores" de siempre concurrieron presurosos a culpar al gobierno anterior por obras mal hechas, o no hechas nunca, que terminaron por facilitar el fallido curso de las aguas. Durante meses explotaron esa veta, incluso sin considerar que el intendente anterior era de su propio palo. Hoy, no sería ni correcto ni justo echarle la culpa al Gobierno provincial por lo ocurrido, fue un desastre natural, aunque los jefes comunales de la región aseguren que desde hace meses intentan despertar el interés de los funcionarios de las áreas de infraestructura, recursos hídricos, producción y otras para prepararse mejor para enfrentar la adversidad, sin haber logrado las respuestas esperadas. Ahora lo primero es llegar con ayuda. El Gobierno está totalmente consagrado a ello. El GM, como siempre varios centenares de metros delante de su equipo, está al frente de todos los movimientos, coordinando con fuerzas de seguridad, con otros gobiernos de la región y con las autoridades nacionales. Y también está la gente: los jujeños siempre solidarios, de corazón generoso que llegan a los centros de acopio de ropas, medicamentos, calzados, utensilios, alimentos no perecederos, alimento para animales domésticos, ropa de cama, colchones, juguetes, pañales y todo lo que pueden arrimar para calmar la angustia de los hermanos comprovincianos que sufren. Eso es lo esencial. Tal vez una sugerencia sirva: que se siga controlando a quienes venden un litro de agua a cien pesos, un vaso con agua a 10 pesos, o cobran exorbitancias para permitir que las personas varadas –turistas, camioneros, etc.- en los pueblos quebradeños puedan entrar a un baño. Y que se multe a quienes y se clausure los comercios de los que comenzaron a especular con los precios de los comestibles y bebidas. Lamentablemente, siempre aparecen esos seres despreciables que inexplicablemente un ministro jujeño quiso esconder, diciendo que al no haber denuncias formales los atropellos no existieron, negando que su obligación debió haber sido investigar lo que mostraron los medios de comunicación, y concluir en que los aprovechadores deberían ser identificados y desterrados de la consideración popular. La Defensoría del Pueblo barrió con su accionar la increíble torpeza del ministro. Nada de esto sin embargo alcanzó para empañar la calidad humana del pueblo jujeño.

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¿Se puede estar preparado para evitar una tragedia? Seguramente que no. Pero se puede estar preparado para amortiguar los efectos que lo inevitable deja como saldo. Lo que todos sabían que podía ocurrir en cualquier momento, finalmente ocurrió. Años de acumularse desprendimientos de las montañas, mas años de lluvias benévolas que suman innumerables pequeños diques de piedras, palos y otros materiales en las quebradas tributarias de la Quebrada de Humahuaca, hacían presagiar que se venía incubando una de estas crecientes que cuando maduran, explotan y arrasan con todo a su paso. Todos los jujeños nato, saben que es así. Y los memoriosos agregan que hay ciclos, de cuarenta, o veinte o diez años, para que se repitan estos aluviones, que se deben recordar y respetar. Algunos hablan de las inundaciones de 1939 y 1948, otros de 1978, y otros del 2005, y todos evocan con anécdotas dramáticas los episodios vividos: Cuando Juella perdió todos sus sembrados y caseríos; cuando la Quebrada del Puente Natural de Maimará bajó arrasando el pintoresco cementerio de la villa, trasladando féretros, lápidas y anónimas calaveras por las calles del pueblo; cuando Purmamarca quedó aislada y perdió sus sembrados y dos casas frente a la estación del ferrocarril quedaron sepultadas mostrando apenas los agujeros de los techos por donde escaparon sus habitantes; cuando el Huasamayo cruzó la Quebrada amenazando con inundar Tilcara; cuando Volcán quedó debajo del barro. Y este año, lo que se venía presagiando, pasó. El primer aviso fue hace una semana en la Quebrada de Huichaira, a escasos kilómetros de la entrada a Tilcara. Y finalmente, lo del martes otra vez en Volcán, en Tumbaya y en Bárcena. Lamentablemente, con enormes pérdidas materiales, dos muertes, y el dolor de todo un pueblo. Era imposible detener la intensidad de las lluvias o prever el volumen de los aludes. Ocurrida la tragedia, los mecanismos de ayuda se pusieron en marcha: el Estado de un lado, con el propio Gobernador Morales a la cabeza, llegó hasta donde pudo para comprobar in situ la magnitud del desastre. Un par de ministros y algunos funcionarios acompañaron al GM a chapalear el barro y a tratar de consolar a los desolados pobladores. Seguramente por sus memorias habrán desfilado las imágenes de Tilcara 2016, cuando el río Grande desbordado inundó todo un barrio destrozando vehículos y viviendas. En aquel momento, "operadores" y "comunicadores" de siempre concurrieron presurosos a culpar al gobierno anterior por obras mal hechas, o no hechas nunca, que terminaron por facilitar el fallido curso de las aguas. Durante meses explotaron esa veta, incluso sin considerar que el intendente anterior era de su propio palo. Hoy, no sería ni correcto ni justo echarle la culpa al Gobierno provincial por lo ocurrido, fue un desastre natural, aunque los jefes comunales de la región aseguren que desde hace meses intentan despertar el interés de los funcionarios de las áreas de infraestructura, recursos hídricos, producción y otras para prepararse mejor para enfrentar la adversidad, sin haber logrado las respuestas esperadas. Ahora lo primero es llegar con ayuda. El Gobierno está totalmente consagrado a ello. El GM, como siempre varios centenares de metros delante de su equipo, está al frente de todos los movimientos, coordinando con fuerzas de seguridad, con otros gobiernos de la región y con las autoridades nacionales. Y también está la gente: los jujeños siempre solidarios, de corazón generoso que llegan a los centros de acopio de ropas, medicamentos, calzados, utensilios, alimentos no perecederos, alimento para animales domésticos, ropa de cama, colchones, juguetes, pañales y todo lo que pueden arrimar para calmar la angustia de los hermanos comprovincianos que sufren. Eso es lo esencial. Tal vez una sugerencia sirva: que se siga controlando a quienes venden un litro de agua a cien pesos, un vaso con agua a 10 pesos, o cobran exorbitancias para permitir que las personas varadas –turistas, camioneros, etc.- en los pueblos quebradeños puedan entrar a un baño. Y que se multe a quienes y se clausure los comercios de los que comenzaron a especular con los precios de los comestibles y bebidas. Lamentablemente, siempre aparecen esos seres despreciables que inexplicablemente un ministro jujeño quiso esconder, diciendo que al no haber denuncias formales los atropellos no existieron, negando que su obligación debió haber sido investigar lo que mostraron los medios de comunicación, y concluir en que los aprovechadores deberían ser identificados y desterrados de la consideración popular. La Defensoría del Pueblo barrió con su accionar la increíble torpeza del ministro. Nada de esto sin embargo alcanzó para empañar la calidad humana del pueblo jujeño.

Después habrá tiempo para escuchar los reclamos por las sorderas o la indolencia de algunos funcionarios, por la falta de más y mejores canalizaciones de ríos y arroyos, por la escasa construcción de gaviones y defensas tipo "patas de gallo" de piedra embolsada que tan buen resultado brindaron en otras inundaciones. Más adelante se podrá saber si es cierto que habrían llegado fondos nacionales para realizar estas tareas, y también para que se explique la ya mencionada subutilización del magnífico plantel de maquinaria vial pesada que el gobierno provincial compró el año pasado y que exhibió con orgullo durante varias semanas en una avenida de la ciudad. Hoy, aún cuando las aguas bajaron y las lluvias no son tan amenazadoras, es tiempo de seguir aportando lo que se pueda para mejorar la situación y el ánimo de los perjudicados por la potencia de la naturaleza. Y ojalá que todo el equipo de gobierno que está trabajando a full por estas horas, siga a la altura de la potencia y el ánimo del gobernador quien parece duplicar su capacidad de gestión frente a la adversidad.

En la "Tacita de Plata"

La ciudad de San Salvador vive su propio drama, una especia de aluvión permanente y naturalizado. En este caso sí se puede hablar de imprevisión, de dejadez, de inoperancia. La misma gestión desde hace años, viene dejando la ciudad librada a su suerte. Las calles de Jujuy –salvo contadas excepciones- parecen las de Sarajevo, para alegría de los talleres que reparan trenes delanteros, neumáticos y amortiguadores. Las lluvias agravan el cuadro. Los barrios están olvidados y aquellos que tienen calles de tierra, en muchos casos son intransitables. Taxis y remises han decidido no ingresar en algunos lugares y el padecimiento de los colectiveros aumenta día a día. Funcionarios municipales aseguran que no pueden trabajar en tiempos de tanta lluvia, y que esperan que pase la temporada estival para iniciar una agresiva campaña de bacheos, desyuyado de espacios verdes, limpieza de plazas, extinción de alimañas, etc. Lo curioso es que siendo jujeños, nativos algunos de ellos y teniendo ya una larga experiencia como funcionarios, no han logrado prever ni un solo año estas famosas temporadas de verano, como para preparar la ciudad –especialmente calles y avenidas- para que soporte lluvias y otro tipo de contratiempos estacionales. Quizás, puedan el próximo verano. En tanto, los jujeños, como "los hijos de la pavota", bastante "domesticados" por estas adversidades, comenzamos a soportar una "perlita" más: el aumento de los combustibles. Mientras los porteños arden porque la nafta súper superará los $ 18 y la premium pasará los $ 20, nosotros, los jujeños, hace rato que pagamos esos precios y mucho mas, esperando que las promesas de combatir las asimetrías que nos convierten en ciudadanos de segunda, comiencen a hacerse realidad.

La Esperanza desespera

Otro tema que se recalentó en la semana, fue el del ingenio La Esperanza. Se veía venir, y se sabía que la indignación de los trabajadores del complejo agroindustrial iba a pasar por encima del muro de contención de una conciliación obligatoria dictada a último momento. Y eso ocurrió. Los trabajadores cortaron las rutas de acceso a San Pedro de Jujuy, sin importarles la orden de las autoridades laborales, la copiosa lluvia de ese martes, ni las multas al sindicato con que se castigan estas actitudes. La medida, si bien es comprensible desde sus causales, apareció como totalmente inoportuna e insolidaria, frente a la tragedia natural que obliga a concentrar todos los esfuerzos en la Quebrada. Se puede entender la preocupación de los trabajadores, pero jamás se entenderá –ni se perdonará- que en momento tan crítico hayan abierto otro frente en la terrible lucha de los jujeños por superar una situación dramática. Finalmente, tras una fuerte queja del GM que interpretó la repulsa popular por el corte, decidieron levantar la medida y oportunamente volverán a plantear su queja por pagos atrasados y desdoblados de sueldos y aguinaldos, por la falta de provisión de insumos y por la incertidumbre sobre su futuro que debió haber cesado en diciembre. En medio de la crisis, dos ministros perdieron aire y autoridad con el episodio: Jose Isaac Cabana Fusz, de trabajo, cuyas disposiciones ni fueron tenidas en cuenta, y Juan Carlos Abud Robles, de producción, con quien los trabajadores no quieren ni hablar. Afirman que este ministro les mintió e incumplió la mayoría de las innumerables promesas vertidas. El ministro los desmintió categóricamente, y rebeló parte de las muchas inversiones del Gobierno en el ingenio. Quedaron palabra contra palabra. Pero el funcionario cometió el pecado al que siempre se recurre para disimular los argumentos enclenques: "el paro es político", dijo. Quizás si hubiese hecho foco en quién o quiénes son los beneficiarios de ese paro político, hubiese sido creíble. Pero es difícil pensar que los trabajadores azucareros estén beneficiando a una oposición local hoy inexistente, a una izquierda radicalizada sin fuerza ni contenido en Jujuy, o al exintendente de San Pedro, don Julio Moisés, a quien los radicales siempre culpan de todos los males de la región, y que se paseaba entre los cortadores de ruta, luciendo elegantes bermudas, arrimándoles su menguada solidaridad. Cabana Fusz llegó a La Esperanza y aseguró que las conversaciones continuarán. Lo que no deberá continuar un año más, es el gasto de casi 600 millones de pesos que realiza el Gobierno provincial para sostener un complejo agroindustrial en situación terminal.

Más de la Tupac

La semana pasada lo esquivamos. Ésta es imposible. Al menos para mencionar un nuevo paralelismo que la Justicia encontró entre la expresidente de la Nación Cristina Elisabet Fernández de Kirchner y la exdiputada provincial Milagro Amalia Ángela Sala Leytón de Noro. Ambas dirigentes, investigadas por los jueces, terminaron inhibidas, con sus bienes embargados, imputadas y procesadas por supuestos delitos de corrupción y fraude al Estado, y como jefas de asociaciones ilícitas. Ahora, la Justicia jujeña incluyó a los hijos de la señora Sala, Sergio y Claudia, (como la nacional lo hizo con Máximo y Florencia Kirchner), a quienes les incautó automotores importantes, les inhibió bienes inmuebles, y los imputó por supuesto lavado de dinero. Las diligencias se orientaron a buscar 29 vehículos, y compras de inmuebles. Los fiscales actuantes recordaron –para reforzar sus diligencias- que en fiestas de la Tupac, la señora Sala llegó a sortear veinte automóviles 0 km entre sus dirigentes y amigos y en alguna fiesta del Día del Periodista, obsequió decenas de notebooks y computadoras personales a todos los amigos asistentes. La sospecha es que tal generosidad, se habría solventado con fondos públicos desviados de planes nacionales. Todas las compras se habrían realizado con dinero en efectivo, aseguran, con el particular estilo de llevar el "dinero físico" al momento de las transacciones, en bolsas de plástico de consorcio, algo que los jujeños conocían, pero que jamás pensaron que llegarían a la Justicia como presunto elemento de prueba. La señora Sala tuvo una a favor: Héctor Daer reclamó en Buenos Aires la libertad de la jefa tupaquera. El líder de la CGT es además diputado nacional del massismo, (y ya nadie en Jujuy podrá decir que no le reconocen, presencia al lado del mismísimo Sergio Massa. Es decir, el gesto del diputado añade otra vuelta a la comedia de enredos que atraviesa el massismo jujeño en este tema). Y una en contra: Elia Aspen, histórica referente de las Madres de Plaza de Mayo, se manifestó a favor de la detención: "No puedo defender a una persona que es corrupta" definió, y agregó: "La conozco de cerca porque estuve en Jujuy un montón de veces", aunque aclaró que su detención quizá no estuvo hecha "con los mejores métodos". Más allá de estas expresiones, el caso Sala salió de foco y perdió todo protagonismo en la semana.

El tabaco

Un tema donde productores y gobernantes deberán volver rápidamente a colocar en primer plano es el del sector tabacalero. Dejaron atrás un año complicado y muy peleado, donde la política –desde todos lados- metió la cuchara. Superados esos momentos, ahora el problema está centrado en la falta de envíos de remesas del Fondo Especial. Hay retrasos "alevosos" dijo el presidente de la Cámara del Tabaco, Pedro Pascuttini, abandonando su natural tono contemporizador. Lo acompañó en las declaraciones el vicepresidente Jorge Aguiar, quien explicó que en razón de no disponer de fondos, en muchos casos, y en pleno enero, muchos productores aún no iniciaron las tareas de acopio.

Como si todo este fuese poco, están en plenas discusiones del precio del producto. Ni la industria ni los dealers están dispuestos a incrementar un centavo, la Cooperativa de Tabacaleros en un quebranto persistente no puede asegurar mejoras. Y todos saben que los costos han trepado entre un 35 y un 40%. Un verdadero "tema de agenda" para la provincia de Jujuy.

Y encima de todo. Se viene un año electoral.

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