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Guantánamo: promesa frustrada de Obama

Martes, 17 de enero de 2017 01:30
<div>BARACK OBAMA/ EL ACTUAL PRESIDENTE DEJARÁ EL CARGO EL PRÓXIMO VIERNES.&nbsp;</div><div>
Fue una de sus promesas de campaña más importantes, fue el primer decreto que firmó ni bien asumió la Presidencia y fue un objetivo que impulsó una y otra vez a lo largo de sus ocho años de gobierno. Una de las grandes deudas y fracasos de Barack Obama es no haber podido cerrar la cárcel de Guantánamo.
Al abandonar la Casa Blanca, el presidente demócrata culpó a la oposición republicana de haber frenado en el Congreso todos sus intentos de trasladar a los prisioneros y cerrar la infame cárcel, ubicada en la base naval que Estados Unidos mantiene en la isla de Cuba.
Obama argumenta que las mayorías republicanas del Congreso incluyeron enmiendas en leyes presupuestarias para prohibir el uso de fondos federales para trasladar a prisioneros de Guantánamo y, por eso, no pudo terminar de vaciar la prisión que se hizo famosa en el mundo en la época de su antecesor, George W. Bush, por las torturas y una ausencia total del Estado de derecho.
Carlos Warner es uno de los abogados defensores designados por el gobierno de Obama para defender a los prisioneros en Guantánamo, viaja cuando le permiten a la cárcel en la isla cubana y, después de muchos años de pelear sin éxito, sigue reclamando que Washington vuelva a actuar según su Constitución.
"Por más que soy un simpatizante de Obama, tengo que decir que es su responsabilidad de que Guantánamo siga abierto", sentenció el abogado, que, no obstante, destacó que durante su gobierno el número de prisioneros en la base naval en Cuba disminuyó de 242 a 55.
"Es fácil para el presidente decir que el Congreso (controlado por la oposición) no lo dejó, pero si le hubiese importado Guantánamo tanto como la reforma de salud, por ejemplo, Guantánamo estaría cerrado. El problema es que descubrió que cerrar Guantánamo no le generaba un rédito político pero sí un gran costo", sentenció el abogado desde su oficina en Ohio.
Una semana antes del final del gobierno de Obama, 55 prisioneros seguían encerrados en Guantánamo. De ellos 16 fueron autorizados por los servicios de inteligencia estadounidenses para ser liberados hace años; la Casa Blanca dice que los quiere sacar de la cárcel, pero sólo si los puede enviar a un tercer país.
Todos los prisioneros de Guantánamo que fueron liberados durante el gobierno de Obama fueron trasladados directamente a otros países, en algunos casos incluso, fueron a parar a otros centros de detención en el exterior. Eran inocentes y no eran considerados peligrosos, según la evaluación de Washington, pero igual no podían ser llevados a territorio estadounidense.
Aún así, su situación es mejor que la de los 39 prisioneros restantes.
Este segundo grupo de prisioneros se divide en dos categorías: 10 que fueron condenados o están siendo ahora juzgados por comisiones militares creadas ad hoc y que no cumplen el mínimo de las garantías legales, según un amplio espectro de organizaciones internacionales, y los otros 29 detenidos que nunca fueron culpados formalmente de un crimen, pero que igual el gobierno cree que son muy peligrosos para ser liberados.
En febrero pasado, Obama presentó su último plan para cerrar Guantánamo. La idea, trasladar a los prisioneros a cárceles de máxima seguridad en Estados Unidos, rápidamente fue rechazada tanto por la oposición republicana que temía "una amenaza para el país" como por organismos de derechos humanos y civiles.
"La infamia de la cárcel de Guantánamo nunca fue el lugar dónde está ubicada, sino su régimen inmoral e ilegal de detención indefinida" -había cuestionado entonces el abogado defensor del Centro de Derechos Constitucionales en Nueva York- "Cerrar Guantánamo en sentido real significa poner fin a la práctica de detención indefinida sin un juicio justo".
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Fue una de sus promesas de campaña más importantes, fue el primer decreto que firmó ni bien asumió la Presidencia y fue un objetivo que impulsó una y otra vez a lo largo de sus ocho años de gobierno. Una de las grandes deudas y fracasos de Barack Obama es no haber podido cerrar la cárcel de Guantánamo.
Al abandonar la Casa Blanca, el presidente demócrata culpó a la oposición republicana de haber frenado en el Congreso todos sus intentos de trasladar a los prisioneros y cerrar la infame cárcel, ubicada en la base naval que Estados Unidos mantiene en la isla de Cuba.
Obama argumenta que las mayorías republicanas del Congreso incluyeron enmiendas en leyes presupuestarias para prohibir el uso de fondos federales para trasladar a prisioneros de Guantánamo y, por eso, no pudo terminar de vaciar la prisión que se hizo famosa en el mundo en la época de su antecesor, George W. Bush, por las torturas y una ausencia total del Estado de derecho.
Carlos Warner es uno de los abogados defensores designados por el gobierno de Obama para defender a los prisioneros en Guantánamo, viaja cuando le permiten a la cárcel en la isla cubana y, después de muchos años de pelear sin éxito, sigue reclamando que Washington vuelva a actuar según su Constitución.
"Por más que soy un simpatizante de Obama, tengo que decir que es su responsabilidad de que Guantánamo siga abierto", sentenció el abogado, que, no obstante, destacó que durante su gobierno el número de prisioneros en la base naval en Cuba disminuyó de 242 a 55.
"Es fácil para el presidente decir que el Congreso (controlado por la oposición) no lo dejó, pero si le hubiese importado Guantánamo tanto como la reforma de salud, por ejemplo, Guantánamo estaría cerrado. El problema es que descubrió que cerrar Guantánamo no le generaba un rédito político pero sí un gran costo", sentenció el abogado desde su oficina en Ohio.
Una semana antes del final del gobierno de Obama, 55 prisioneros seguían encerrados en Guantánamo. De ellos 16 fueron autorizados por los servicios de inteligencia estadounidenses para ser liberados hace años; la Casa Blanca dice que los quiere sacar de la cárcel, pero sólo si los puede enviar a un tercer país.
Todos los prisioneros de Guantánamo que fueron liberados durante el gobierno de Obama fueron trasladados directamente a otros países, en algunos casos incluso, fueron a parar a otros centros de detención en el exterior. Eran inocentes y no eran considerados peligrosos, según la evaluación de Washington, pero igual no podían ser llevados a territorio estadounidense.
Aún así, su situación es mejor que la de los 39 prisioneros restantes.
Este segundo grupo de prisioneros se divide en dos categorías: 10 que fueron condenados o están siendo ahora juzgados por comisiones militares creadas ad hoc y que no cumplen el mínimo de las garantías legales, según un amplio espectro de organizaciones internacionales, y los otros 29 detenidos que nunca fueron culpados formalmente de un crimen, pero que igual el gobierno cree que son muy peligrosos para ser liberados.
En febrero pasado, Obama presentó su último plan para cerrar Guantánamo. La idea, trasladar a los prisioneros a cárceles de máxima seguridad en Estados Unidos, rápidamente fue rechazada tanto por la oposición republicana que temía "una amenaza para el país" como por organismos de derechos humanos y civiles.
"La infamia de la cárcel de Guantánamo nunca fue el lugar dónde está ubicada, sino su régimen inmoral e ilegal de detención indefinida" -había cuestionado entonces el abogado defensor del Centro de Derechos Constitucionales en Nueva York- "Cerrar Guantánamo en sentido real significa poner fin a la práctica de detención indefinida sin un juicio justo".