A 20 kilómetros de La Quiaca en la comunidad originaria de Tafna, al piloto argentino Gastón José Pasten se le quedo la camioneta e inmediatamente pobladores y fuerzas de seguridad socorrieron al competidor.
En ese mismo sitio la imprudencia podría haberse cobrado una vida, un temerario e imprudente espectador burlo la seguridad para tomarse una fotografía durante la carrera, pero por suerte Nicolas Fuchs, piloto del auto 323, logro maniobrar a tiempo para esquivar al individuo.Le pudo haber costado la vida. La competencia no solo atrae a fanáticos del deporte "tuerca", sino que toda la familia pudo disfrutar, los niños puneños no solo se deleitaron con el paso del rally, sino que todos los presentes. Siempre, acompañados por la bandera celeste y blanca que con el viento flameó toda la jornada. "El deporte une y hermana", dice una añeja frase, por eso argentinos y bolivianos compartieron la misma pasión durante las horas que duro el paso de la carrera mundial por el norte. La Quiaca y alrededores tuvieron una jornada histórica, el raid más duro del deporte motor dejó su huella. Además, hubo un buen marco de turistas que llegaron a la zona para ver pasar el Dakar y no perderse detalle alguno de la prueba. Sin dudas sirvió para mover la economía del norte, porque según dijeron, hoteles y gastronómicos pudieron tener buenos días de trabajo.
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A 20 kilómetros de La Quiaca en la comunidad originaria de Tafna, al piloto argentino Gastón José Pasten se le quedo la camioneta e inmediatamente pobladores y fuerzas de seguridad socorrieron al competidor.
En ese mismo sitio la imprudencia podría haberse cobrado una vida, un temerario e imprudente espectador burlo la seguridad para tomarse una fotografía durante la carrera, pero por suerte Nicolas Fuchs, piloto del auto 323, logro maniobrar a tiempo para esquivar al individuo.Le pudo haber costado la vida. La competencia no solo atrae a fanáticos del deporte "tuerca", sino que toda la familia pudo disfrutar, los niños puneños no solo se deleitaron con el paso del rally, sino que todos los presentes. Siempre, acompañados por la bandera celeste y blanca que con el viento flameó toda la jornada. "El deporte une y hermana", dice una añeja frase, por eso argentinos y bolivianos compartieron la misma pasión durante las horas que duro el paso de la carrera mundial por el norte. La Quiaca y alrededores tuvieron una jornada histórica, el raid más duro del deporte motor dejó su huella. Además, hubo un buen marco de turistas que llegaron a la zona para ver pasar el Dakar y no perderse detalle alguno de la prueba. Sin dudas sirvió para mover la economía del norte, porque según dijeron, hoteles y gastronómicos pudieron tener buenos días de trabajo.