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Desde hace 33 años reciben y atienden a los peregrinos

Se trata de la familia Martínez, del barrio Providencia, que realiza el servicio en favor de fieles que van a Río Blanco.
Martes, 31 de octubre de 2017 00:00

Desde hace más de tres décadas, la familia Martínez, es protagonista de un servicio solidario destinado a los peregrinos que vienen caminando desde la zona del departamento Ledesma hasta el santuario de la Virgen de Río Blanco. Varios centenares de devotos, al llegar a San Pedro de Jujuy, se dirigen hasta el lugar que la familia ya tiene preparado, donde reciben asistencia y de acuerdo a las condiciones climáticas y el horario de llegada, está servido el mate cocido con bollo, jugo, frutas, gaseosas y emparedados. También son atendidos por enfermeras que controlan la presión arterial, realizan curaciones y brindan masajes para mejorar la circulación en las piernas.

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Desde hace más de tres décadas, la familia Martínez, es protagonista de un servicio solidario destinado a los peregrinos que vienen caminando desde la zona del departamento Ledesma hasta el santuario de la Virgen de Río Blanco. Varios centenares de devotos, al llegar a San Pedro de Jujuy, se dirigen hasta el lugar que la familia ya tiene preparado, donde reciben asistencia y de acuerdo a las condiciones climáticas y el horario de llegada, está servido el mate cocido con bollo, jugo, frutas, gaseosas y emparedados. También son atendidos por enfermeras que controlan la presión arterial, realizan curaciones y brindan masajes para mejorar la circulación en las piernas.

Esta historia comenzó hace 33 años, un tiempo antes, doña Ada de Martínez residía en lote Parapetí y cuando perdió a su esposo, se trasladó a su nuevo hogar ubicado sobre avenida 9 de Julio de barrio Providencia. Al llegar el mes de octubre, doña Ada, quien era devota de la Virgen de Río Blanco, observó que por el lugar, pasaba una gran cantidad de peregrinos.

Las personas que peregrinaban, eran de todas las edades y buscaban la sombra generosa que ofrecían los arboles de la avenida 9 de julio para descansar. Ese año, doña Ada, se acercó y les brindó agua fresca. Habrá sido quizás la mirada de agradecimiento de los peregrinos que, agobiados por el calor del camino, recibieron ese vaso de agua fresca como si fuese la más preciada ofrenda, o tal vez, habrá sido el llamado de la Virgen que le pedía que atienda a sus hijos que caminaban a su encuentro. Lo cierto, es que doña Ada se transformó en un ángel para los peregrinos. Año tras año, al llegar a la rotonda del acceso norte, apuraban el paso para llegar a su encuentro, sabían que ella los estaría esperando. Y así fueron pasando los años. La familia se agrandó y se sumaron los hijos y nietos y algunos vecinos que consustanciados con este servicio, también sumaron su aporte.

VOLUNTARIOS/ PREPARAN MATE PARA CONVIDAR A LOS CAMINANTES.

Habían pasado 20 años de compartir dos días al año, y experimentar lo maravilloso del dar y recibir sin esperar nada a cambio, tan sólo porque lo dicta el corazón. En el 2004, hace 13 años, los peregrinos llegaron y les llamó la atención que la abuela no estaba esperándolos con esa sonrisa que invitaba al encuentro y al compartir, doña Ada, ese ángel generoso, había partido un 11 de octubre al encuentro con Dios. Una gran tristeza invadió el corazón de todos, pensaron que ya nadie los esperaría, pero grata fue su sorpresa cuando al año siguiente, toda la familia, a la que se sumaron hijos, nietos, yernos, estaba en el lugar de siempre aguardándolos. Ese gesto fue valorado por cuanto los hijos de la recordada Ada, se comprometieron a continuar con este servicio, en memoria de su amada madre.

Hoy, los peregrinos llegan con sus hijos, se acercan a la mesa especialmente preparada para que sea colocada la imagen de la Virgen que los acompaña en el camino y le muestran el retrato de la querida abuela y le relatan la historia de Ada, "cuando éramos jóvenes, había una abuela que nos esperaba y ahora son sus hijos y nietos quienes nos atienden. Sabemos que ella de alguna manera está con nosotros y en agradecimiento, elevamos una oración agradeciendo y pidiendo a Dios por esos servidores de San Pedro, que ponen de manifiesto su amor incondicional a través de ese servicio", dijeron emocionados.

Reunidos en torno a la Virgen, los hijos, nietos y bisnietos de Ada, expresaron que en memoria de su madre, seguirán esperando a los peregrinos, sostuvieron que una hermana viaja 1.000 kilómetros para estar presente y acompañarlos en el servicio a los peregrinos. "Seguiremos cumpliendo, porque cada uno aceptó este compromiso con el corazón. Los esperamos desde el viernes, estamos despiertos toda la noche, la madrugada, conforme van llegando los atendemos.

Antes del mediodía del sábado llega el grupo más grande junto al padre, los atendemos y le hacemos entrega de todo lo que fue comprado para que sea compartido en el largo camino que le queda por delante, decimos, tarea cumplida, todos nos abrazamos y lloramos por la emoción", dijo la solidaria familia, que ha descubierto la inmensa alegría que esconde la palabra servicio.

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