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"Tenés que llegar quebrada": la respuesta a una mujer que fue denunciar a su novio

Anabella tiene 22 años. Hace 10 días se animó a denunciar a su ex que la ahorcó, la golpeó y amenazó con matarla. No sale de su casa por miedo a que aparezca. En la comisaría minimizaron su caso.

Miércoles, 15 de noviembre de 2017 19:41

Anabella trabaja como moza en un restaurante de Mar del Plata. Le gusta escuchar música, salir con sus amigas, ir a bailar. Desde hace 10 días que no sale de su casa, apenas puede ir a trabajar y tiene miedo de estar sola.

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Anabella trabaja como moza en un restaurante de Mar del Plata. Le gusta escuchar música, salir con sus amigas, ir a bailar. Desde hace 10 días que no sale de su casa, apenas puede ir a trabajar y tiene miedo de estar sola.

Era el sábado 4 de noviembre por la noche. Anabella estaba en la casa de Mauricio y se había decidido a terminar la relación que la venía hostigando desde hacía casi un año y medio.

-“¿Cón quién estás hablando?”, le preguntó Mauricio V.

-“Con mi mamá. Le estoy diciendo que me voy a su casa”, le dijo ella.

-“Vos no te vas a ningún lado, le respondió al mismo momento que le sacó el celular de las manos.

“Quería ver con quién estaba hablando y empezamos a forcejear y gritar. En un determinado momento tenía sus manos en mi cuello. Yo le pedí que me suelte y me tiró al piso. Me golpeó fuerte la cabeza y me quedaron varios moretones en todo el cuerpo”, relató Anabella a minutouno.com sobre el último episodio de violencia que vivió.

“Estaba con la mano izquierda ya completamente inflamada por los golpes cuando me empezó a ahorcar con el brazo otra vez para no dejarme marcas,ya no podía respirar, sentía los ojos hinchados y apenas podía ver. Pensé que me moría", dijo.

Anabella intentó gritar, pero él le tapó fuertemente la boca y le dijo al oído que la iba a matar.

Al final, logró soltarse y le dijo a su mamá que llame un remis. “Andate puta de mierda, no quiero verte nunca más ni que pises mi casa. No cuentes nada porque voy y te mató”, fue lo último que le escuchó decir.

La joven de 22 años temblaba pero ya estaba a salvo, esperó que se hiciera de día para ir a la comisaría y denunciarlo, y no se imaginó que volvería a ser violentada y revictimizada por las instituciones que, creía, tenían que cuidarla.

“Nunca pensé que me podían atender tan mal.Fui a la Comisaría de la Mujer, la oficial no me miró en ningún momento y todas las cosas que me preguntó las puso al revés de cómo fueron. Le dije que tenía golpes en mi cuerpo y puso ´agresión psicológica y verbal´”.

“Yo estaba temblando y lo único que me dijeron fue que si lo volvía a ver llame al 911”, contó Anabella.

"Quiero vivir, quiero salir a la calle. No quiero ser una menos"


La joven fue a la comisaría 1° para hacer una nueva denuncia y contar que todo lo que habían redactado en el informe estaba mal. “Puede ser que estuvieras muy nerviosa”, le respondieron. A pesar de la humillación, Anabella logró una restricción perimetral.

“Saqué un turno y unos días después fui al médico para que me revisara, pero como las marcas ya se estaban yendo, me dijo que tenía que haber ido el primer día. Y que para que se actúe tenía que llegar con un brazo quebrado”, agregó la víctima.

“Quiero vivir. Quiero salir a la calle y no tener miedo. No quiero ser una menos”, contó.

LOS PRIMEROS SIGNOS VIOLENTOS

Anabella conoce a Mauricio desde hace más de ocho años. Era compañero de su hermano mayor y uno de sus mejores amigos. En su adolescencia habían tenido un pequeño romance pero después ella inició una relación con otro chico que duró 5 años. Anabella recuerda que durante todo ese tiempo, Mauricio la persiguió y la esperó. “Cuando terminé la relación nos volvimos a ver. Siempre se aparecía en los boliches a los que iba y ahora me doy cuenta que todo era una obsesión”, contó Anabella.

Durante el primer mes de noviazgo tuvo un episodio violento donde tras discutir con ella la tiró al piso y le quebró el brazo. “Me pidió tanto perdón, se puso a llorar como un nene que realmente pensé que estaba arrepentido y lo perdoné”, explicó. La situación comenzó a reiterarse más de lo que imaginó. “Se arrepentía. Me decía que no lo deje. Que si lo dejaba se mataba. Llegó a simular un corte con un cuchillo y hasta puso en mis manos uno y me rogaba que lo mate”, describió.

FUENTE: MINUTO UNO