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Laberintos humanos. Mundo maravilloso

Domingo, 19 de noviembre de 2017 00:00

 

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Don Braulio nos contó que cuando se vistieron, en aquella noche de hace tantísimos años, el mundo entero le resultó maravilloso. Quería prometerle todo, pero no lo hizo. Habría tiempo, pensó. Blanca se sentó sobre un tronco a orillas del río, se alisó la falda, se abrochó la camisa, se arregló las trenzas y sonrió.

Braulio, que por entonces tenía veinte años, se sentó a su lado y le habló de sus sueños, que eran bien modestos pero suyos. Pensaba en conchabarse en la Mina, donde decían que había trabajo, pero no quiso decirle que la llevaría consigo o se quedaría si se lo pedía, y Blanca le acarició la cara con dulzura.

Entonces regresaron al baile, que estaba en su mejor momento. Braulio le compró un sándwich, y comieron cada cual el suyo sin sacarse los ojos de los ojos del amado. ¿Te acordás cuando te dije que te vi con Gloria, hará como tres años?, le preguntó Blanca. Entonces me sentí despechada y me puse de novia, le dijo.

Pero Braulio no quería saber de esas cosas, él también había tenido sus romances, y le tapó los labios con el dedo índice, le sonrió y la sacó a bailar, y no volvieron a hablar hasta como la medianoche, meciéndose abrazados, oliéndose los perfumes con cariño, dejándose estar el uno en el otro.

En algún momento de la noche, ella tomó la mano con la que Braulio la tomaba por la cintura y miró la hora en su reloj. Esto sucedió cuando teníamos unos veinte años, hace mucho de eso, pero lo recuerdo con tanta claridad, dijo y la garganta se le atoró de sentimientos que nos conmovieron.