Tal como lo veníamos anticipando, la novela que se iniciaba a fines de los '90 cuando se declaraba la quiebra del Ingenio La Esperanza, llega a su fin con la concreción de la venta del complejo azucarero que se efectivizará mañana con la presencia de los inversores colombianos. El precio acordado asciende a los 100 millones de dólares que se pagarían a 120 días, con un descuento por pago de contado que rondaría el 15 o 10 %.
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Tal como lo veníamos anticipando, la novela que se iniciaba a fines de los '90 cuando se declaraba la quiebra del Ingenio La Esperanza, llega a su fin con la concreción de la venta del complejo azucarero que se efectivizará mañana con la presencia de los inversores colombianos. El precio acordado asciende a los 100 millones de dólares que se pagarían a 120 días, con un descuento por pago de contado que rondaría el 15 o 10 %.
Finalizando una difícil zafra, la 135, con serios inconvenientes políticos, gremiales y hasta climatológicos, lo que ayer era un proyecto hoy ya tiene fecha, "queremos anunciar que el viernes se concreta la venta del ingenio" anunciaba el ministro Abud Robles en una conferencia de prensa acompañado por el titular de la cartera laboral, Cabana Fusz, mientras que del otro lado llegaban las noticias de que el gremio iniciaba una olla popular y mañana cortes de ruta en un claro mensaje de desacuerdo con la medida.
Lo cierto es que la decisión del Gobierno se había anunciado sin medias tintas, "el ingenio se vende", los motivos pasan por el serio déficit que se venía conteniendo con erogaciones del tesoro público de más de $ 500 millones anuales.
"Hay que darle un corte. El Gobierno no va a poner más un peso en el ingenio", aseveraba con una seguridad en sus palabras el gobernador Gerardo Morales. Las respuestas gremiales siempre eran las mismas. "Paro por tiempo indeterminado y cortes de ruta". Sin embargo las negociaciones con Omega Energy Internacional se iniciaban y continuaban.
Los números iban y venían pintando realidades preocupantes, "una empresa deficitaria con más de 1.300 empleados es inviable", y la respuesta, "quieren dejar sin trabajo a cientos de familias". Era un tire y afloje permanente entre dos sectores con intereses totalmente distintos. O no tanto.
Recuperar la fábrica, levantar el sector y a un menor costo social posible, las coincidencias. Aunque las declaraciones tenían un tinte distinto según quien las pintara.
Una planta para 600 personas
El grupo inversor que se presentó hablaba de una inversión en millones de dólares pero con una planta de no más de 600 personas. ¿Qué hacer con las restantes?, una pregunta que encontró su correlato desde el Ministerio de la Producción que tenía a su cargo la negociación, "se ofrecen retiros voluntarios, jubilaciones, planta permanente en el Estado, tierras y hasta viviendas para quienes opten salir del ingenio". Un ofrecimiento tentador pero comparado con los sueldos que cobran los empleados que tiene un piso de aproximadamente 30 mil pesos hacia arriba (siendo los mas altos del sector azucarero), no atraía mucho que digamos.
Los tiempos se acortaban. No había margen para más. El año llegaba a su fin y el problema necesitaba un corte , "ir al hueso del problema". Otra vez los números. "Quedan para los nuevos futuros dueños una planta de 600 operarios que fueron seleccionados según su perfil". Era el anuncio oficial. "Y es que de 1.336, solo 330 se jubilaron y 49 aceptaron pasar al Estado, a esto se suman 118 en condiciones de jubilarse y unos 300 listos para la reconversión si es que aceptan", y no queda mucho tiempo para que decidan ya que solo 600 quedarán en la empresa.
Ese es el marco, ese es el panorama. Atrás quedaron fuertes desembolsos provinciales y nacionales, quiebras, avivadas, síndicos, co-
administradores, el fantasma de la corruptela y hasta tutelas judiciales que marcaron los distintos capítulos de esta larga novela que se debía un final.
Usando una vieja frase, "se tomó el toro por las astas", y hoy las cartas están sobre la mesa. La venta es la salida, "la certeza"... Los mensajes cruzados y la cola de la política generan "la incertidumbre", pero nuevamente aparece "la certeza" de no poner marcha atrás y de garantizar estabilidad y sustentabilidad a los empleados que hoy quedarían fuera del esquema. Eso da un respiro, un voto de confianza para un inevitable final: la venta que se producirá mañana.