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16 de Mayo,  Jujuy, Argentina
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"Después no me van a llorar en un cajón", dijo Sala

El debate se desarrolló en medio de un clima tenso, donde la dirigente social interpeló al Tribunal y al fiscal de Cámara."Dentro de poco van a tener noticias mías, después no me vengan a llorar a un cajón", fue una de sus frases.

Viernes, 01 de diciembre de 2017 22:12
QUERELLA Y FISCALIA DE SALA. ARESE OTTAVIANO, FUNES Y OSINAGA

- "Le voy a solicitar gentilmente a la imputada que no interrumpa el debate, acaba de comenzar la audiencia", dijo el juez Llermanos.

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- "Le voy a solicitar gentilmente a la imputada que no interrumpa el debate, acaba de comenzar la audiencia", dijo el juez Llermanos.

- "Disculpe doctor, son dos años que llevo encerrada y con todo respeto le digo que este juicio me parece una payasada", dijo Milagro Sala.

- "Le vuelvo a pedir que deje que se desarrolle la audiencia con normalidad, me obliga a que solicite un cuarto intermedio para resolver estas interpelaciones", agregó Llermanos.

- "No se preocupe, ahora me callo. Lo que sí le digo es que dentro de poco van a tener noticias mías, después no me vengan a llorar a un cajón. Porque no me llevan al penal y me notifican de la sentencia directamente", preguntó Sala.

- "Usted no se preocupe, este Tribunal va a actuar con justicia, pero deje que sigamos con la audiencia", dijo Llermanos.

- "La verdad que esto es una mafia. Y usted, no apriete al testigo", dijo Sala dirigiéndose al fiscal de Cámara, Darío Osinaga.

- "No se preocupe, estamos acostumbrados como se dirige esta mujer", dijo el fiscal Osinaga dirigiéndose al Tribunal enjuiciador.

Esta tensa conversación se dio en medio del inicio de la segunda audiencia del juicio oral y público celebrada en el segundo piso del edificio de Tribunales, donde la dirigente social Milagro Sala llegó acusada de amenazar telefónicamente a dos policías en octubre del 2014.

Toda esta escena se vivió con el testigo Pablo Llampa sentado en frente del Tribunal, policía que al momento del hecho era cuartelero en la seccional donde ocurrieron los hechos y que fue traído por segunda vez a juicio en calidad de testigo.

Llampa mantuvo sus dichos: "Estaba en el fondo de la comisaría custodiando a los presos, no me acuerdo de nada más".

También fueron citados el comisario Soruco y el oficial Quispe, quienes le habían tomado declaración a María Teresa Clemente, mujer que supuestamente vendía en una feria unas prendas de vestir robadas, que le pertenecerían a María Molina, amiga de Milagro Sala.

Al reconocer las firmas los policías, el Tribunal dispuso que las declaraciones de Clemente fueran incorporadas por lectura. Ante esto la defensa de Sala pidió que quedara constancia en actas sobre el acto, por considerar que se vieron "vulnerados el principio de la ley y el derecho de defensa". María Clemente es una testigo que dijo haber sufrido un ACV hace 13 años, que en la primera audiencia había manifestado que no se acordaba de nada de lo acontecido, por su estado de salud.

También declaró el otro efectivo que denunció a Milagro Sala, el oficial Rubén Vásquez. Dijo que se hizo presente en su oficina el abogado Bellido, "insistía en hablar conmigo. Él quería que hable con Milagro Sala que estaba al teléfono. Ella me dijo que iba a poner una bomba a la seccional".

Además Vásquez manifestó que horas más tarde su jefa Cabero lo llamó y le preguntó si ellos le habían dado su número de teléfono a alguien, porque había sufrido una amenaza por parte de la "diputada Milagro Sala".

También el oficial dijo haber comentado esta situación al personal que estaba de guardia en ese momento, pero no le había dado importancia, hasta que la comisario Cabero alertó sobre las mismas amenazas.

A esta altura de la audiencia, a la abogada defensora Gómez Alcorta se le había llamado la atención por segunda vez y fue informada de que estaba a punto de ser desalojada de la Sala por la manera de dirigirse al Tribunal. Además el juez Llermanos solicitó que el auxiliar del equipo de la defensa de Sala, Marcos Aldazabal, se retire del recinto por las muecas y gestos que emitía durante el desarrollo de la recepción de las pruebas testimoniales, hecho que no ocurrió. No miraba al Tribunal

Milagro Sala casi ya no hablaba, miraba de vez en cuando a su marido, a su hijo y a su amigo Aníbal Ibarra (exjefe de Gobierno porteño), que arribó a nuestra provincia para presenciar la audiencia. De a ratos contenía la respiración y exhalaba fuerte. Masticaba un chicle blanco y chiquito, había cortado en mil pedacitos una mitad de una hoja de cuaderno en la que tomaba algunos apuntes y dibujó en la otra mitad una cara con cabellos tupidos, al lado una mujer de perfil con cabellos largos, a la que remarcó insistentemente muchísimas veces. Asentía o negaba con la cabeza cada situación que pasaba en la Sala, pero ya no miraba al Tribunal.