TILCARA (Corresponsal). Las
coplas y los
anateros tuvieron su día en la localidad de
Juella. El sonido duro de esas quenas rectas de madera que preanuncian el Carnaval, y las ruedas en que se vierten las coplas, tantas veces reducidas a contrapuntos entre un hombre y una mujer, o que se entonan en conjunto para expresar los sentimientos más variados de nuestra gente en cuartetas que, a veces, se repiten a lo largo de muchos generaciones, fueron entonces los protagonistas. Cada pago con su tonada por la que se lo reconoce, en Juella tiene un terreno fértil donde perduran los sones del parche y la chirlera para acompañar a las voces. Por ello la Secretaría de Cultura de Tilcara eligió esa quebrada para, ya por segundo año seguido, darles un lugar para volcar su canto y enseñar a los más jóvenes a sostenerlo.
TILCARA (Corresponsal). Las
coplas y los
anateros tuvieron su día en la localidad de
Juella. El sonido duro de esas quenas rectas de madera que preanuncian el Carnaval, y las ruedas en que se vierten las coplas, tantas veces reducidas a contrapuntos entre un hombre y una mujer, o que se entonan en conjunto para expresar los sentimientos más variados de nuestra gente en cuartetas que, a veces, se repiten a lo largo de muchos generaciones, fueron entonces los protagonistas. Cada pago con su tonada por la que se lo reconoce, en Juella tiene un terreno fértil donde perduran los sones del parche y la chirlera para acompañar a las voces. Por ello la Secretaría de Cultura de Tilcara eligió esa quebrada para, ya por segundo año seguido, darles un lugar para volcar su canto y enseñar a los más jóvenes a sostenerlo.