¿Quieres recibir notificaciones de alertas?

19°
28 de Marzo,  Jujuy, Argentina
PUBLICIDAD

Laberintos humanos. Quiniela matrimonial | La ficción

Domingo, 12 de febrero de 2017 01:30

Armando me contó que la Lola y el Mendito llegaron juntos a viejitos. Como en el pueblo en que vivían había una suerte de quiniela matrimonial, la gente solía apostar sobre cuántos años podía durar un matrimonio, cuando y cuántos hijos tendrían, y a veces se apostaba fuerte: una hacienda, una chata vieja pero poderosa o un cajón de cervezas.

Alcanzaste el límite de notas gratuitas
inicia sesión o regístrate.
Alcanzaste el límite de notas gratuitas
Nota exclusiva debe suscribirse para poder verla

Armando me contó que la Lola y el Mendito llegaron juntos a viejitos. Como en el pueblo en que vivían había una suerte de quiniela matrimonial, la gente solía apostar sobre cuántos años podía durar un matrimonio, cuando y cuántos hijos tendrían, y a veces se apostaba fuerte: una hacienda, una chata vieja pero poderosa o un cajón de cervezas.

En cuanto a Lola y Mendito nadie pensaba que él se fuera a ir ni que ella pudiera conseguirse un sustituto, sino que el corazón le diría bastaal Menditocansado de un dueño con tan poca voluntad. Así empezó a decirse eso de que hierba insulsa nunca muere, porque al Menditole cuadraba el adjetivo de insulso y había llegado a viejo.

La Lola, que aspiraba a algo mejor aunque no lo mereciera, no por ello se había resignado y se lo echaba en cara cada vez que podía, total que el marido era incapaz de devolverle los insultos. Y cuando ya no fueron más motivo de apuestas, los parroquianos comenzaron a preguntarse si no había algún secreto que ninguno se atrevía a catalogar de amor.

El cura debía saberlo, pero el padre Mercurio era celoso en eso del secreto profesional, y sólo cuando lograron emborracharlo cierta noche de invierno exageradamente frío, lo supieron los que estuvieron presentes en esa mesa a la que también se jugaba a la loba. Otros dicen que era mentira, que el padre Mercurio nunca dijo nada, pero vaya a saberse.

Lo cierto es que el suyo duró más que cualquier otro matrimonio del paraje, y cuando el Mendito enviudó nadie se animó a darle las condolencias.