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Humildad

Lunes, 13 de marzo de 2017 17:55

¡Buen día!

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¡Buen día!

“Para llegar al conocimiento de la verdad hay muchos caminos: el primero es la humildad, el segundo es la humildad, el tercero es la humildad”.
Nadie podrá negar que el autor de esta frase -San Agustín, lumbrera de la Iglesia- tenía muy claras sus ideas. Y no solo sus ideas. Su conducta personal hacía juego con ellas.
En nuestra conducta personal es probable que se nos mezcle la humildad con el orgullo. Es probable que seamos mucho menos humildes de lo que imaginamos. ¿Cómo saberlo? Tal vez pueda ayudarnos una página muy concreta del beato Josemaría Escribá de Balaguer. En su librito “Surco” leemos lo siguiente:


“Dejame que te recuerde, entre otras, algunas señales evidentes de la falta de humildad: Pensar que lo que dices y haces está mejor hecho o dicho que lo de los demás. Querer salirte siempre con la tuya. Disputar sin razón o -cuando la tienes- insistir con tozudez y de mala manera. Dar tu parecer sin que te lo pidan, ni lo exija la caridad. Despreciar el punto de vista de los demás. No mirar todos tus dones y cualidades como prestados. No reconocer que eres indigno de toda honra y estima, incluso de la tierra que pisas y de las cosas que posees. Citarte a ti mismo como ejemplo en las conversaciones. Hablar mal de ti mismo para que formen un buen juicio de ti o te contradigan. Excusarte cuando se te reprende...


Oír con complacencia que te alaben, o alegrate de que hayan hablado bien de tí. Dolerte de que otros sean más estimados que tú. Negarte a desempeñar oficios inferiores. Buscar o desear singularizarte. Insinuar en la conversación palabras de alabanza propia o que dan a entender tu honradez, tu ingenio o destreza, tu prestigio profesional. Avergonzarte porque careces de ciertos bienes...”


¿Qué tal si lo volvemos a leer, como examen de conciencia personal? Y que nos ayude también La Rochefoucauld: “La humildad es la verdadera prueba de las virtudes cristianas. Sin ella conservamos todos nuestros defectos, cubiertos únicamente por el orgullo que los oculta a los demás y frecuentemente a nosotros mismos”.
¡Hasta mañana!

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