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Laberintos humanos. Los unos y los otros

Jueves, 02 de marzo de 2017 21:03

El Lobo se sorprendió de la sorpresa de Armando, porque no era otro tiempo más propio para su regreso entre los vivos que el Carnaval. La bandera de la comparsa rezaba en letra colorida: Los Difuntos Alegres, y el ángel disfrazado nos había asegurado que ese regreso se producía todos los años, cuando entre ellos se entreveró una comparsa de vivos.

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El Lobo se sorprendió de la sorpresa de Armando, porque no era otro tiempo más propio para su regreso entre los vivos que el Carnaval. La bandera de la comparsa rezaba en letra colorida: Los Difuntos Alegres, y el ángel disfrazado nos había asegurado que ese regreso se producía todos los años, cuando entre ellos se entreveró una comparsa de vivos.

Pronto no pudimos diferenciar a unos de otros, y no pasó mucho hasta que dejamos de ver a los difuntitos, como si se hubieran ido ya, aunque lo que sospechamos fue que se habían mezclado con los de sangre caliente para no regresar al más allá sino hasta el Domingo de Carnaval Chico, o acaso hasta el de Flores.

No nos olvidemos que ellos no tienen ni lunes ni feriados, me dijo Armando confiando en que iba a citarlo en estos Laberintos, y quien sabe qué leyes los someten. Porque habrán podido conquistar a nuestros abuelos, siguió diciendo, pero no creo que puedan hacerlo con los difuntos. Así debe ser, le dije mirando a tres mozas que corrían con todas sus ropas mojadas, sin saber si se trataba de viva o de muertas.

Flor de susto se va a llevar si se besa con la equivocada, me dijo Armando, que debe ser más raro que descubrir que uno está abrazando a un travesti. Debe ser raro, le aseguré pensando en alguna que otra difunta que pude haber mirado con ganas mientras vivía, cuando la chacra que estaba clavada en el mojón insistía en guiñarme un ojo.

Armando sólo notó mi sorpresa, porque la verdad es que estaba sorprendido, y me vio ponerme de pie para hablar con ella.

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