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Andrés Fidalgo

Por Mónica Yuste. Teatróloga. Gestión Cultural. Especial para El Tribuno de Jujuy.

Domingo, 26 de marzo de 2017 09:17

Nació en Buenos Aires en 1919 y murió en San Salvador Jujuy en 2008. Abogado, defensor de los derechos humanos, poeta, ensayista y, notable referente de la cultura jujeña.  

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Nació en Buenos Aires en 1919 y murió en San Salvador Jujuy en 2008. Abogado, defensor de los derechos humanos, poeta, ensayista y, notable referente de la cultura jujeña.  

Termina el mes de marzo con dos fechas claves: #24 memoria por la verdad y justicia y, #27 día mundial del teatro. En Andrés Fidalgo ambas fechas confluyen, se encarnan en compromiso vital, legado tangible (sus escritos) e, intangible de incalculable valor: testimonio de vida, ejemplo de integridad ética y, compromiso social.

Andrés formó parte del movimiento cultural Tarja, participando en la revista y realizando innumerables aportes desde otros ámbitos, como la gestión. Siguiendo la costumbre jujeña, la familia Fidalgo- Pizarro brindaba hospedaje a los artistas que visitaban la provincia para participar en actividades promovidas por Tarja, el Quitupí y, La Escena. Los domingos, Nélida Pizarro cocinaba bizcochuelos, servía el te y, se organizaban encuentros entre Tarja y el grupo de títeres el Quitupí en la casa.

Andrés Fidalgo fue miembro fundador del grupo de teatro La Escena. A su cargo estuvo la primera actividad del grupo, charla sobre “El existencialismo, Albert Camus, su pensamiento filosófico” (1957) y, el asesoramiento en el trabajo de mesa que precisaron para concretar la puesta en escena de El Malentendido, de Albert Camus. De alguna manera, Fidalgo siempre acompañó apuestas culturales innovadoras y, en el caso del estreno del Malentendido, incluso riesgosas, porque Camus integró la nómina de escritores prohibidos en Argentina durante muchos años.

Podemos considerar a Fidalgo precursor de la teatrología jujeña. Su libro, Teatro en Jujuy (1995) es el primer volumen publicado al respecto. En él plantea el estado del estudio del teatro en la provincia y, propone temas que todavía hoy no resolvió la teatrología nacional. Por ejemplo, las historias del teatro argentino, siguen consignado las primeras manifestaciones teatrales en el siglo XVIII. Al respecto, Fidalgo plantea: “[…] es lícito suponer que los pueblos indígenas americanos tuvieron manifestaciones teatrales propias antes de la llegada de los europeos”. De esta manera, el autor expone un déficit de la historiografía teatral argentina, fuertemente atravesada por los esquemas mentales y los cánones de la tradición occidental, que aún no enfrentó el estudio de las expresiones rituales y, prácticas comunitarias ancestrales previas a la colonia. Otras tradiciones, como las orientales, considerarían a estas expresiones y prácticas fundantes de su teatralidad. Teatro en Jujuy concreta un titánico esfuerzo por sistematizar estrenos teatrales producidos en Jujuy entre 1910- 1990 y dedica un espacio a los títeres en el que referencia la trayectoria del Quitupí (1957-1975), bajo la dirección de Nélida Fidalgo, entre otros temas.

Es de público conocimiento el relevante papel que jugaron Andrés Fidalgo y Nélida Pizarro en la lucha por la memoria, verdad y justicia y, defensa de los derechos humanos desde las primeras denuncias de los detenidos-desaparecidos en Jujuy hasta el final de sus días. En 2001 Fidalgo publica, 1966/1983. Violaciones a Derechos Humanos cometidas en el territorio de la provincia o contra personas a ella vinculadas. Aquí, Fidalgo expone que “verdad y justicia” es consigna de resistencia contra el terrorismo de Estado y, al mismo tiempo, la secuencia lógica necesaria para que estos crímenes sean demostrados ante un tribunal. Y, una vez más denuncia la destrucción de antecedentes referidos a la “guerra contra la subversión”, previos al advenimiento de la democracia. En relación a la figura del desaparecido, Andrés sostiene que: “Las personas no desaparecen. El empleo del término por parte de cualquier de los involucrados es encubridor, eufemístico o simplemente inexacto” y, que la denominación correcta es “desaparición forzada de personas”: considerado un delito continuado mientras no se establezca el destino o paradero de la víctima (Fidalgo, 2001).

Estela Fidalgo (hija), con una vitalidad y un sentido del humor extraordinarios, destacó el generoso, incondicional y solidario vínculo entre sus padres, el pasado 24 de marzo, durante la imposición de placa con el nombre “Nélida Pizarro” en la nueva sala del Teatro Pasillo. Andrés Fidalgo y Nélida Pizarro deben ser recordados por su lucha en defensa de los derechos humanos, pero también por sus valiosos aportes al teatro, los títeres y cuanta expresión cultural sirviera para “despertar conciencia y belleza”.

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