¿Quieres recibir notificaciones de alertas?

17°
25 de Abril,  Jujuy, Argentina
PUBLICIDAD

Laberintos humanos. La ley seca

Sabado, 01 de abril de 2017 19:47

Pongamos, me dijo Armando, que cuando usted vio que el arroyo se transformaba en mujer, no se trataba más que de un ardid de Edmundo, una coartada armada para que nadie sospechara del crimen que cometería siete años después. Usted me dirá que siete años de anticipación son muchos, me dijo.

Alcanzaste el límite de notas gratuitas
inicia sesión o regístrate.
Alcanzaste el límite de notas gratuitas
Nota exclusiva debe suscribirse para poder verla

Pongamos, me dijo Armando, que cuando usted vio que el arroyo se transformaba en mujer, no se trataba más que de un ardid de Edmundo, una coartada armada para que nadie sospechara del crimen que cometería siete años después. Usted me dirá que siete años de anticipación son muchos, me dijo.

Yo asentí porque siete años me parecían demasiados para que alguien, desde entonces, se preparara para no ser acusado de un crimen que acaso no cometería. Además, estaba seguro que había visto a ese arroyo volverse mujer, pero como Armando estaba decidido a no aceptar que Agua se escabullera en la acequia, sospechando que algo de culpa podía tener Edmundo, no había caso en lo que yo pudiera decir.

Sigámoslo, me sugirió y lo hizo sabiendo que yo iría tras él, cuando para mi sorpresa llegamos a un almacén donde Matías y Edmundo, para nosotros rivales en el corazón de Agua, bebían juntos sus limonadas con empanadas de mondongo. ¿No le dije?, me preguntó Armando, y aunque lo cierto era que no me había dicho eso, al menos era verdad que había sospechado algo.

Entonces entró sin pedir permiso, se plantó frente a la mesa de Edmundo y Matías, y como si fuera algo de Agua, que no lo era, les preguntó si no les daba vergüenza. No, dijeron los dos a coro, que no hay nada de malo en tomarse una limonada con empanadas de mondongo, salvo que se haya decretado una ley seca que ignoramos, le dijeron en forma provocativa.

Armando, como para tener más pruebas, olfateó la jarra que, pese a lo que pensara, era de limón, azúcar, hielo y agua.

Temas de la nota