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Laberintos humanos. Sin hacerme cargo                                                             

Sabado, 22 de abril de 2017 20:27

Pero mientras leía, sin hacerme cargo, lo del asesinato de Panopeo Toloc, alguien me chistó desde la espalda advirtiéndome que siguiera haciendo como que miraba el diario. Quise hacerle caso, pero en el reflejo de una vidriera que ofrecía jeans, vi que quien me lo podía era el Puerco Gómez, hombre de mucho trabajar pero de poco bañarse.

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Pero mientras leía, sin hacerme cargo, lo del asesinato de Panopeo Toloc, alguien me chistó desde la espalda advirtiéndome que siguiera haciendo como que miraba el diario. Quise hacerle caso, pero en el reflejo de una vidriera que ofrecía jeans, vi que quien me lo podía era el Puerco Gómez, hombre de mucho trabajar pero de poco bañarse.

¿Qué es lo que quiere que le escuche decir sin que lo mire?, le pregunté no sin cierta ironía cuando una mano suya puso entre el diario y yo una fruta marrón oscura con puntos verdes. Yo nunca había visto algo así, capaz que sean cosas del Ramal, me dije y la agarré para olerla. No tenía aroma tropical, me dije y entonces le pregunté qué era.

¿Y cómo voy a saberlo yo?, me dijo el Puerco Gómez como si fuera tan insólito que se lo preguntara. Así como usted la ve, me dijo, apareció colgando en medio de mi chacra. ¿Y de qué colgaba?, le pregunté sin mirarlo para que me respondiera que de una rama, pero era difícil que fuera de otro lado y ya me resultaba incómoda la incógnita de la conversación.

Entonces me dijo que haga como que seguía caminando y que él iba a hacer como que pasaba a mi lado, me saludaba y comenzábamos una charla normal, como la que pudiéramos tener cualquier mañana en la que, andando por ahí, nos cruzamos si es que no anda usted ofendido, me dijo, porque yo no le niego el saludo a nadie.

Ni yo, le respondí pero no me dio tiempo y me empujó, cierto que sin violencia, para que hiciera lo que me pedía, se puso a mi par y me saludó como si recién me viera.

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