TILCARA (Corresponsal). En Tilcara, la sikuriada y los cantos del Domingo de Ramos preanuncian la subida al cerro. Es el mismo día en que baja la Mamita por Tumbaya, una semana antes de que lo haga la de Cuchillaco a Humahuaca. Comienza a sonar con estruendo el ciclo pascual, que acá tiene tanto que ver con María y las procesiones a las alturas.
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TILCARA (Corresponsal). En Tilcara, la sikuriada y los cantos del Domingo de Ramos preanuncian la subida al cerro. Es el mismo día en que baja la Mamita por Tumbaya, una semana antes de que lo haga la de Cuchillaco a Humahuaca. Comienza a sonar con estruendo el ciclo pascual, que acá tiene tanto que ver con María y las procesiones a las alturas.
En Tilcara, hoy las bandas de sikuris aguardarán su hora de ser bendecidas en el templo. Será, como año a año, una larga fila por la calle Lavalle hasta llegar al atrio, donde se crea una coreografía singular: la banda que sale de la iglesia lo hace de espaldas y gira hacia la izquierda, permitiendo que pase la otra banda para formar una cruz entre las dos. Los que entran se arrodillan y avanzan por el pasillo en dirección al altar.
De allí hacia lo alto, donde se irá llegando en lo que va de la madrugada. En el Abra estarán los promesantes todo el martes, entre sonidos de cañas, cuarteada de cordero, misas y el aire fresco y renovador hasta que antes del aclarecer del miércoles se emprenda el regreso, más lento por el andar de las bandas, por la espera de los relevos, por el paso acompasado con que los bombistos van regresando a Tilcara, donde la Virgen y los peregrinos llegan entrada la noche. El jueves es día de descanso aunque, para muchos, el tiempo de terminar con los detalles de las ermitas, y si hasta entonces el protagonismo fue de la música como forma de veneración, desde el viernes lo serán también los colores, diseños y motivos que en cada esquina hace vibrar el polisémico mensaje evangélico.
No por ello se acallan los sikuris, que restan como un "leit motiv" junto a la Dolorosa antes de la Gloria, pero la ofrenda visual de las ermitas brota de las manos tilcareñas para recordar la muerte y resurrección que aquí también se conjuga con el sufrimiento y el amor de la Mamita que llamamos de los cerros.