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Laberintos humanos. ¿Cómo se le ocurre?

Lunes, 01 de mayo de 2017 17:42

La ficción

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La ficción

 

 

 

Por Ricardo Dubín

 

 

 

John Lennon, el agente de la CIA que andaba a la caza de extraterrestres, había esposado al que estaba sentado a la mesa del Puerco Gómez, y aseguraba que no podía dejárnoslo, no sea cosa que se le dé por reproducirse, pero el hombre de tres ojos y cuatro dedos por mano le aseguró que ellos no se reproducían, siempre eran los mismos.

Somos los que somos, ni uno más ni uno menos, dijo y Lennon le dijo que lo lamentaba, pero no podía regresar ante sus jefes sin llevarles el marciano que le habían mandado a buscar. El visitante de otro planeta se ofendió diciendo que no era de Marte. ¿Cómo se le ocurre?, no me confunda, dijo.

Si usted dice no venir de Marte, tendrá que demostrarlo, lo intimó el agente en muy buen castellano. Para empezar, dijo el otro, los de Marte son verdes. ¿Verdes?, dijo Norma poniendo cara de asco. Verdes y de brazos largos, agregó mientras Lennon sacaba una regla para medírselos.

Es cierto, dijo, no son más largos que los nuestros, usted perdone, agregó abriendo las esposas para liberarlo. Sacó un papel del bolsillo y lo leyó diciéndonos que sus órdenes eran muy precisas, y como el señor había demostrado no ser de Marte, aunque en verdad era raro eso de tener tres ojos y cuatro dedos por mano, él no tenía nada más que ver con el asunto y se retiraba.

Sólo lamento que me hayan hecho perder el tiempo sin habérmelo dicho antes, dijo y se fue dejando sobre la mesa la factura de sus viáticos, diciendo que la abonemos en la embajada porque su país no le pagaba sino por detener marcianos.