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Laberintos humanos. Parecido al Ramal

Martes, 06 de junio de 2017 21:23

Vietnam se parecía bastante al Ramal, me contó Ramón Méndez, mi vecino. Mosquito de todo tipo y variedad, selva cerrada y agua por todos lados, pero si hoy le hablo de esa guerra a mis nietos, ni saben de qué les estoy hablando. Tampoco lo sabía yo, salvo que mi amigo Fernando me había dicho que así conseguiríamos la ciudadanía norteamericana.

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Vietnam se parecía bastante al Ramal, me contó Ramón Méndez, mi vecino. Mosquito de todo tipo y variedad, selva cerrada y agua por todos lados, pero si hoy le hablo de esa guerra a mis nietos, ni saben de qué les estoy hablando. Tampoco lo sabía yo, salvo que mi amigo Fernando me había dicho que así conseguiríamos la ciudadanía norteamericana.

Pero una guerra se parece demasiado a lo más horrible que podemos imaginarnos de una guerra, y aquella era espantosa. Si en mi entrenamiento aprendí algo de inglés como para entender las órdenes de mis jefes, de lo que hablaban los vietnamitas no entendía nada de nada.

Fernando parecía disfrutar de todo aquello, pero a mí me caía mal, no me sentaba ni el clima ni el abuso de la fuerza, ni toleraba los días de descanso, los paseos por ciudades de las que quería escapar, arrepentido como estaba ya de haber aceptado la aventura a la que me había invitado mi amigo peruano, y apenas si me quedaba tiempo para recordar con nostalgia mi Tilcara, tan lejana que me parecía imposible.

Así que tomé la decisión de dejarme herir para que me saquen de ahí del mismo modo en el que me habían llevado, y aunque Fernando insistía en que no aflojara, que pronto me acostumbraría y terminaría esa guerra para que seamos héroes, yo preferí perderme los abrazos y medallas y fui a dar a un hospital.

No sabía entonces que a Fernando lo volvería a ver algunos años después, en otra selva y en otras circunstancias, como ya le contaré don Dubin, porque mi vida tiene todo tipo de ingredientes.

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