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De a uno, de a dos, de a tres,"seguramente... sus cantos dijeron"

Joaquín López, Noelia Gareca y Fava Kindgard, dieron un recital impecable que merece repertirse varias veces.
Jueves, 13 de julio de 2017 00:00

La baguala en el escenario, la baguala protagonista, casi te sugiere que ese no es su lugar, pero adentrándose con esta presentación al recital de tres grandes cantores, uno percibe el sentimiento genuino que los atraviesa. Ellos cantando allí, no están allí, están en otro paisaje al que nos transportan.

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La baguala en el escenario, la baguala protagonista, casi te sugiere que ese no es su lugar, pero adentrándose con esta presentación al recital de tres grandes cantores, uno percibe el sentimiento genuino que los atraviesa. Ellos cantando allí, no están allí, están en otro paisaje al que nos transportan.

Se miran, se escuchan, se sienten entre ellos, y de repente las tres voces se abrazan. "Tal vez... mi canto diga", se presentó en el Teatro El Pasillo con Joaquín López, Noelia Gareca y Fava Kindgard, para el profundo deleite de la platea que los acompañó en ese recinto tan especial para la intimidad que ellos propusieron.

Antes de comenzar, el dueño y director de la sala, Rubén Iriarte, comentó que de esta manera se pretende retomar el ciclo de "Música en el Pasillo" que estaba un poco diluido. Y la verdad que eligió la mejor manera.

A partir de tan sentida presentación bagualera, los cantores comenzaron a desandar un repertorio especialmente armado junto a Miguel Vilca (charanguista y director musical de la puesta), y Leonel Vargas (guitarra y charango). Solos, en dúos, en tríos, canciones de autores jujeños en su mayoría, algunas del propio Fava (que tiene bellas composiciones que ya grabó inclusive y a las que apuesta desde su camino solista). "La de Ramón" fue la primera de Fava que se escuchó en la sala, Noelia eligió para empezar "Las estrellas de cerquita" que integrará su próximo disco, y Joaquín se lució con "Bailecito del diablero" (que también tiene música de Fava).

Siguieron con una ronda de zambas, mientras sentados de frente al público, en semicírculo, confiesan que con este encuentro ellos están cumpliendo un sueño, el de cantar "de corazón a corazón". Y ahí está la clave. Sus cantos fueron primero de corazón a corazón entre ellos, y ya en el escenario, del corazón de sus voces a los del público.

Estar ahí, sin dudas fue un privilegia, tanto, que ya se está pensando en una nueva presentación, que se torna necesaria y fundamental porque la experiencia no puede quedar encapsulada en tan sólo aquella noche.

Los dúos llevaron emociones a partir de temas como "Se que volverás" de Adela Guerrero, con una actuación entrenada de Noelia y Fava; o una pieza de Ricardo Vilca, junto a Joaquín.

Tan necesarios como fundamentales en esta creación musical y escénica, son Miguel Vilca y Leonel Vargas, que la generosidad de los cantores les dio su propio lugar. Ellos que desde hace un tiempo despuntan la belleza de un dúo de cuerdas, a partir de la majestuosidad del charango de Miguel, vienen de presentarse en un encuentro internacional en Bolivia, donde fueron ovacionados, y comenzaron a explorar esta combinación maravillosa. Muestra de ello dieron en el escenario del Pasillo, no sólo con música folclórica, sino que se animaron a un "Libertango" de Astor Piazzolla. Un espectáculo aparte, dentro de tanta bella música, que también tuvo su propio aplauso.

De a uno

Siguieron luego los solos. Comenzando por la dama, que eligió "Juana Azurduy" para acompañarse sólo co su charango. Para esta parte, una banqueta alta en el centro del escenario, los ponía a cada uno a su turno, más cerca aún de la platea. Una voz alta, tan delicada, tan entrenada, que no provoca menos que la admiración para una versión muy local de este tema, tan profundo a la historia latinoamericana. Ella para cantarle a Juan Azurduy, reconoció haber nacido en una generación que ya goza de muchos logros de las mujeres de principio de siglo, y aún de antes. Y con esta interpretación homenajeó a su abuela y su madre.

Joaquín fue el que continuó en esta banqueta casi al borde de las tablas. El recordó su infancia, y algunas travesuras, imágenes a las que siempre recurre a la hora de hacer su arte, según comentó en confianza con el público. Eligió para este momento, "El canario", una de las canciones que siempre estaba en el repertorio de Jorge Cafrune. Una voz dulce, armoniosa, perfecta que sube y toca el cielo, esa es la de Joaquín.

Fava, tiene la particularidad de cantar sus propias creaciones. Eso hace a su perfil en los escenarios. Y en la banqueta alta hizo con todo su sentimiento, una bellísima creación que en su disco grabó junto a Pucho González, "Que sabe la luna". Tiene su voz el sonido del sentimiento, ese que corre primero por sus venas y su cuerpo y sale con personalidad, con pasión por su voz. Y cada instante en este encuentro era mejor que el otro. Siguieron la guaracha "La Negra", Noelia sola con un bombo, Joaquín y una cueca, la esperada selección de carnavalitos, y el final.

Todo se dio en un clima de absoluta intimidad, irremediable intimidad para una propuesta acompañada por las luces, la disposición de los artistas y los instrumentos en el escenario, y e estado emocional que quedó traslucido de cada uno de ellos.

Memorables y especialmente sublimes sonaron "Plegaria de sikus y campanas" o "Rey Mago de las Nubes" de Ricardo Vilca, y la "Baguala del Chaguanco y su sombra" de Raúl Galán y Adrián Temer.

Belleza absoluta, voces increíbles, repertorio exquisito y el corazón de tres en cada palabra cantada, fueron los condimentos de una noche mágica donde el título terminó siendo "Seguramente... sus cantos dijeron".

 

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