Cual fortaleza sitiada, la Universidad nigeriana de Maiduguri cava, con un bulldózer gigante, una inmensa trinchera de 27 kilómetros para protegerse de los atentados suicidas de Boko Haram, tras haberse convertido en el blanco predilecto de los ataques del grupo yihadista en los últimos meses.
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Cual fortaleza sitiada, la Universidad nigeriana de Maiduguri cava, con un bulldózer gigante, una inmensa trinchera de 27 kilómetros para protegerse de los atentados suicidas de Boko Haram, tras haberse convertido en el blanco predilecto de los ataques del grupo yihadista en los últimos meses.
En el horizonte se extiende una sabana silenciosa y árida. "Los kamikazes vienen habitualmente a pie o en moto", explica un agente de seguridad, descendiendo de un viejo mirador de hierro que domina el amplio complejo de 43 hectáreas.
La parte trasera del campus -su flanco este- no posee barreras, dando lugar a kilómetros de vía libre para los atacantes que vienen de los barrios de Maiduguri, cuna de la insurrección yihadista en el noreste de Nigeria.
Desde enero, al menos ocho atentados azotaron la universidad, símbolo de deshonor para Boko Haram, cuyo nombre significa en lengua hausa "la educación occidental es pecado".
Mientras que la mayoría de las escuelas primarias, colegios y liceos cerraron sus puertas al temer ataques o secuestros, las clases universitarias jamás fueron interrumpidas desde que comenzó el conflicto en 2009.
Cristianos y musulmanes originarios de diversas zonas de Nigeria estudian juntos Derecho, Medicina o incluso Geografía, desde los años 1970 en la Universidad Federal de Maiduguri, una de las más antiguas del país. Alrededor de 45.000 alumnos estaban inscritos el año pasado.
Curiosamente, el campus permaneció a salvo hasta el pasado 16 de enero, un día inolvidable para Muhamadu Nur Idrisa, estudiante de Derecho.
Cuando una fuerte detonación retumba a la hora del primer rezo esa mañana, el joven se precipita a la mezquita, ubicada cerca de su dormitorio.
Una niña de 13 años acaba de hacerse explotar en la puerta del templo, matando a un profesor y dos estudiantes instantáneamente.
Su amigo Abba, evacuado al hospital junto con otros heridos, debió ser amputado de una pierna días después.