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Cuando los chicos sufren

No hay datos oficiales pero parece estar en su punto más alto. Cómo prevenir y abordar antes de que sea tarde.

Sabado, 22 de julio de 2017 11:43

Historias abundan, tanto en la escuela, en el club, una red social o en cualquier espacio donde los chicos y los adolescentes tengan un contacto regular. Pero detrás de las burlas, apodos y chistes malintencionados se va construyendo poco a poco un infierno, incluso uno tan grande que puede llegar a causar daños emocionales y físicos graves, y que es necesario parar a tiempo.

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Historias abundan, tanto en la escuela, en el club, una red social o en cualquier espacio donde los chicos y los adolescentes tengan un contacto regular. Pero detrás de las burlas, apodos y chistes malintencionados se va construyendo poco a poco un infierno, incluso uno tan grande que puede llegar a causar daños emocionales y físicos graves, y que es necesario parar a tiempo.

Detrás de las burlas a los chicos, se empieza a construir un infierno.

Si hacemos memoria, siempre existieron situaciones que exponían a un compañero por ser tímido, de nariz grande, con sobrepeso o estudioso. Prácticamente todos vivimos de un lado o de otro, o como testigos, escenas de este tipo. No es un tema nuevo, incluso el término bullying fue definido por Dan Olweus en Noruega en la década del setenta, aunque acá llegó recién con el nuevo milenio; y detrás de estas acciones siguen estando siempre los mismos prejuicios, que, como primera medida, son los que hay que desarmar. "Que alguien sea gordo, introvertido o diferente no es la causa del bullying, sino la excusa. Las causas son la discriminación, el odio, el maltrato, la intolerancia, la rivalidad, la envidio y la competencia, y no lo que el otro es", aclara María Zysman, psicopedagoga y directora de Libres de Bullying, la ONG referente del tema en nuestro país.

La escuela es el reflejo de la sociedad, todo lo que ocurre afuera impacta de manera exponencial dentro de las cuatro paredes del aula. Los chicos repiten en el colegio lo que escuchan de los adultos y llevan el modelo de un mundo dividido, que muchos fomentan, a sus compañeros. "Estás conmigo o en contra" se reproduce en las escuelas y se acentuó. La tolerancia se desdibuja y a los chicos no se les enseña que si hay algo que dicen sus amigos sobre lo que no están de acuerdo, pueden y deben cuestionarlo.

El bullying se sostiene en la actitud insistente e intencional de avergonzar a otro, dejarlo afuera o agredirlo físicamente y el gran poder para cambiar esta situación lo tienen los espectadores.

Este es el punto clave de la cuestión. Como la violencia escolar siempre está dedicada a la mirada del otro, si no tiene repercusión en el grupo, deja de tener sentido y muchas veces se disuelve. "El gran poder para cambiar la situación de bullying la tienen los espectadores", afirma Zysman; y es en el grupo, que en definitiva son la mayoría, donde la escuela debe poner el foco para desactivar el hostigamiento. No se trata de cambiar la personalidad de la víctima o aquello que sirve de excusa para molestarla, sino trabajar con los testigos. Si se consigue que no participen, el agresor cambia de actitud porque su intención no causa efecto.

Qué es Bullying

¿Cualquier pelea entre chicos es bullying? Si a una niña no la invitan a una piyamada a la que van solamente cuatro compañeras, ¿le están haciendo bullying? Si un compañero no admite a otro en sus perfiles de las redes sociales, ¿es bullying? La respuesta es no, porque para que haya hostigamiento debe haber intención de denigrar.

El bullying se sostiene en la actitud insistente e intencional de avergonzar a otro, dejarlo afuera o agredirlo físicamente. El término deriva de bull (toro en inglés) y se utiliza para definir la dinámica de "matoneo", de torear, dirigida a un par (cuando un adulto o docente se burla de un menor, es abuso de autoridad, no bullying). Suele aparecer entre los 9 y 10 años de edad, o cada vez más temprano, cuando empiezan a ser más autónomos y ya pueden planificar de forma intencional.

CiberBullying

Antes de las redes sociales, el enfrentamiento era cara a cara y quedaba en la escuela o el club. Esto hacía que la víctima tuviera momentos de "libertad" cuando volvía a su casa o durante las vacaciones, o que cambiar de escuela funcionara para dejar atrás una larga historia de burlas. Hoy, sin embargo, lo escrito en las redes sociales o una foto queda a la vista de todos para siempre, y no hay límites de tiempo y espacio para agredir, porque no se necesita tener al otro delante para ejercer poder. Crear perfiles falsos para hablar mal de alguien, extorsionar, subir fotos trucadas, reproducir en un grupo una conversación o un video son algunas de las manifestaciones del ciberbullying, que se transforma en una experiencia altamente dolorosa.

"Que alguien sea gordo, introvertido o diferente no es la causa del bullying, sino la excusa. Las causas son la discriminación, el odio, el maltrato, la intolerancia, la rivalidad, la envidio y la competencia, y no lo que el otro es", dice María Zysman.

Sumado a este gran abismo que es la red, a los chicos que son víctimas les cuenta más pedir ayuda, no solo por el anonimato que muchas veces hay detrás de una agresión sino porque temen que sus padres les prohíban usar las redes o los dispositivos tecnológicos. "Lo que nos va a permitir detectar si nuestros chicos tienen experiencias negativas en la web es sobre todo su estado de ánimo, su conducta.

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