El 2 de agosto pasado al mediodía, Miguel Ángel Scorza llevó a clases a su hijo de 11 años a la escuela Instituto del Sur en Longchamps.
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El 2 de agosto pasado al mediodía, Miguel Ángel Scorza llevó a clases a su hijo de 11 años a la escuela Instituto del Sur en Longchamps.
Al observar que cuatro individuos se querían llevar al menor, los padres presentes en la puerta del Colegio intercedieron.
No era algo inusual. El niño había estudiado ahí desde el jardín de infantes.
Según su relato, cuatro hombres armados lo cruzaron en un auto. "Tomá las llaves", dijo Scorza a los atacantes, ofreciendo su vehículo.
"Queremos al pibe", fue la respuesta. El niño se aferró al volante, llorando a gritos para que no se lo lleven.
El descaro del ataque era evidente: cuatro desconocidos con pistolas intentaban llevarse a un chico a plena luz del día.
Scorza recibió una feroz golpiza, que motivó que terminara hospitalizado, pero los atacantes, que huyeron, no se llevaron al menor.
Otros padres del colegio intercedieron y frustraron el intento. La alarma fue inmediata para la comunidad del Instituto del Sur, al que asisten 1.100 alumnos.
Se abrió una causa en la UFI N§ 3 de Lomas de Zamora, "robo de auto en grado de tentativa y lesiones" fue la carátula. Sin embargo, el ataque era a primera vista muy sospechoso para los investigadores que tenían a su cargo la causa.
Parecía obvio que existía una inteligencia previa, que no era un simple hecho de inseguridad. Hoy, la trama cambia bruscamente.
Detienen a Scorza
Scorza fue detenido en la mañana de ayer. Su casa de la calle Gobernador de la Serna -a unas ocho cuadras del Instituto del Sur- fue allanada por la Policía Federal Argentina, un procedimiento ordenado por la Justicia Federal porteña.
Las autoridades del colegio consultadas no supieron decir su profesión, ni cuál era la actividad del empresario Scorza.
"Servicio de restaurantes y cantinas" es su rubro en la Afip. Sin embargo, el Juzgado Federal N§ 5 a cargo del juez Marcelo Martínez De Giorgi lo había investigado durante un año. La acusación: tener en su propia casa un laboratorio de medicamentos truchos.
El allanamiento continuó por varias horas con la participación de perros y de la policía científica.
No sólo se lo sospecha de producir medicamentos: también se cree que fabricaría suplementos dietarios y los distribuía en gimnasios a lo largo del Conurbano.
Se cree entonces que el ataque del 2 de agosto pudo estar relacionado con los negocios ilícitos por los cuales lo investigan.