¿Quieres recibir notificaciones de alertas?

16°
20 de Abril,  Jujuy, Argentina
PUBLICIDAD

La “prisión marital” que evitó los divorcios en Transilvania durante 300 años

El tiempo parece haberse detenido en el pintoresco Biertan, uno de los siete pueblos sajones de Transilvania declarados Patrimonio Mundial por la Unesco.

Domingo, 17 de septiembre de 2017 19:52

Las carretas tiradas por caballos siguen siendo parte de la vida cotidiana, al igual que el encuentro de los residentes locales en la plaza empedrada para intercambiar sus mercancías.

Alcanzaste el límite de notas gratuitas
inicia sesión o regístrate.
Alcanzaste el límite de notas gratuitas
Nota exclusiva debe suscribirse para poder verla

Las carretas tiradas por caballos siguen siendo parte de la vida cotidiana, al igual que el encuentro de los residentes locales en la plaza empedrada para intercambiar sus mercancías.

En el corazón del pueblo, una iglesia fortificada del siglo XV domina los alrededores. Dentro de sus terrenos hay un pequeño edificio con una habitación apenas más grande que una alacena donde, durante 300 años, el obispo local encerró a las parejas con problemas matrimoniales. Se esperaba que, al ser recluidas allí, pudieran resolver sus problemas y evitar así un divorcio.

Puede sonar a pesadilla, pero los registros muestran que esta "prisión matrimonial" resultaba bastante efectiva. "Gracias a este edificio, en los 300 años en que Biertan tuvo obispado sólo hubo un divorcio", dice Ulf Ziegler, el actual cura del pueblo.

Espacio compartido

Hoy en día, la pequeña y oscura prisión es un museo con sus sufridos maniquíes incluidos. El cuarto tiene techos bajos y paredes gruesas, y está apenas equipado con una mesa y una silla, un cofre y una cama tradicional sajona, suficientemente pequeña como para ser de un niño.

Mientras las parejas intentaban recomponer sus matrimonios en el pequeño espacio, todo tenía que ser compartido, desde la única almohada y la sábana hasta el juego de mesa individual. El luteranismo, la religión de los sajones de Transilvania, regía la mayoría de los aspectos de la vida. Aunque el divorcio estaba permitido bajo ciertas circunstancias -como en el caso de adulterio- se prefería que las parejas intentaran salvar su unión. Así, de forma voluntaria, una pareja que contemplaba el divorcio visitaba al obispo, quien se encargaba de encerrarla para evitar que los miembros siguieran caminos separados.

El cuarto tiene techos bajos y paredes gruesas, y está apenas equipado con una mesa y una silla, un cofre y una cama tradicional sajona, suficientemente pequeña como para ser de un niño. Mientras las parejas intentaban recomponer sus matrimonios en el pequeño espacio, todo tenía que ser compartido, desde la única almohada y la sábana hasta el juego de mesa individual. El luteranismo, la religión de los sajones de Transilvania, regía la mayoría de los aspectos de la vida.

Fuente: BBC