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14 de Mayo,  Jujuy, Argentina
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El Papa condenó el crimen organizado y la inseguridad

Francisco aseguró que “nos cuestionan como comunidad y ponen en juego el valor de nuestro espíritu”. Además, el sumo pontífice denunció que la trata de personas no es otra cosa que “esclavitud”.

Domingo, 21 de enero de 2018 00:00

En su primera misa en Perú, ante unas 200.000 personas en una playa de la ciudad histórica de Huanchaco, paraíso de surfistas, donde se amarran los "caballitos de totora" -embarcaciones tradicionales de pescadores en forma de canoa-, el incansable Papa argentino se dio un auténtico baño de multitudes.

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En su primera misa en Perú, ante unas 200.000 personas en una playa de la ciudad histórica de Huanchaco, paraíso de surfistas, donde se amarran los "caballitos de totora" -embarcaciones tradicionales de pescadores en forma de canoa-, el incansable Papa argentino se dio un auténtico baño de multitudes.

"­Viva Francisco! ­Viva el Papa! ­Viva el Papa!", gritaban al son de la música que salía de los megafonía. El entusiasmo popular llegó cuando el pontífice enumeró todos los santos locales venerados en esta parte del norte del país donde la devoción es particularmente intensa.

En su homilía condenó la "inseguridad", la "violencia organizada" y el "sicariato" que mortifica esta región, azotada el pasado año por las devastadoras lluvias del fenómeno climatológico "El Niño costero", que dejaron más de 130 muertos y cerca de 300.000 damnificados.

Estas otras "tormentas" las del crimen organizado, "nos cuestionan como comunidad y ponen en juego el valor de nuestro espíritu".

En medio de la esperanza de que su presencia pueda obrar un milagro y contribuya a cambiar el abandono en que se encuentran, Francisco fue a reconfortar a los habitantes del deprimido barrio de Buenos Aires, uno de los más afectados por las lluvias y los aludes, que un año después espera ser reconstruido.

Pese a las denuncias contra la inseguridad y el crimen organizado, una lacra que afecta sobre todo a los más pobres, este segundo día, la visita del papa tiene un perfil más pastoral y menos político.

El viernes en Puerto Maldonado, capital del estado Madre de Dios, en el corazón de la Amazonía peruana, hizo una defensa de las tradiciones de los pueblos originarios, como ya lo había hecho antes en Temuco (sur de Chile), y alertó al mundo de las amenazas que pesan sobre este pulmón del planeta, que tapiza casi un tercio del territorio peruano.

"Hemos de romper el paradigma histórico que considera la Amazonía como una despensa inagotable de los Estados sin tener en cuenta a sus habitantes", dijo el Papa, que denunció la minería ilegal que está destruyendo la selva, la trata de personas que no es otra cosa que "esclavitud" y la violencia contra las mujeres.

En un país donde un expresidente (Ollanta Humala) está en prisión preventiva, sobre otro pende una orden de extradición (Alejandro Toledo) y el mandatario actual, Pedro Pablo Kuczynski, estuvo a punto de ser destituido por el Congreso, todos por supuestamente haber recibido dinero de la constructora brasileña Odebrecht, también condenó el "flagelo" del "virus de la corrupción" que "lo infecta todo".

"Cuánto mal le hace a nuestros pueblos latinoamericanos y a las democracias de este bendito continente ese virus social, un fenómeno que lo infecta todo, siendo los más pobres y la madre tierra los más perjudicados", dijo el Papa en la recepción que le brindó el presidente, en el palacio de gobierno en Lima.

 

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