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Video. A 35 años de fallecimiento del misionero Tarcisio Rubín

La causa pidiendo su beatificación concluye su fase Diocesana el próximo 31 de octubre y será enviada a Roma
Martes, 02 de octubre de 2018 14:14

Han transcurrido ya 35 años, desde aquel 3 de octubre de 1983, cuando una infausta noticia, sacudía las fibras más íntimas del pueblo jujeño ante la repentina muerte del querido misionero migrante Tarcisio Rubín, quien fue encontrado sin vida a los pies del altar de la capilla de Alto Calilegua, allá en lo alto de las Yungas,  por un grupo de niños. Cabe recordar que hace 10 años, al conmemorarse el 25° aniversario del fallecimiento del misionero, en importante anuncio, el entonces titular de la Diócesis de Jujuy Monseñor Marcelo Palentini, dio a conocer  la firma del reconocimiento  para el seguimiento de la causa de  beatificación del misionero scalabriniano Tarcisio Rubín, acotando que se remitieron documentales  a la Santa Sede, a efectos de que  permita efectuar y se reconozcan los trabajos previos para presentar dicha  causa. Este próximo 31 de octubre  y habiendo recabado numerosos testimonios que dan cuenta de la vida de santidad del misionero, la causa concluye su fase Diocesana y  toda la documentación será llevada a Roma donde se estudiará y seguirá la causa, por lo que se aguarda que todo sea a favor.

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Han transcurrido ya 35 años, desde aquel 3 de octubre de 1983, cuando una infausta noticia, sacudía las fibras más íntimas del pueblo jujeño ante la repentina muerte del querido misionero migrante Tarcisio Rubín, quien fue encontrado sin vida a los pies del altar de la capilla de Alto Calilegua, allá en lo alto de las Yungas,  por un grupo de niños. Cabe recordar que hace 10 años, al conmemorarse el 25° aniversario del fallecimiento del misionero, en importante anuncio, el entonces titular de la Diócesis de Jujuy Monseñor Marcelo Palentini, dio a conocer  la firma del reconocimiento  para el seguimiento de la causa de  beatificación del misionero scalabriniano Tarcisio Rubín, acotando que se remitieron documentales  a la Santa Sede, a efectos de que  permita efectuar y se reconozcan los trabajos previos para presentar dicha  causa. Este próximo 31 de octubre  y habiendo recabado numerosos testimonios que dan cuenta de la vida de santidad del misionero, la causa concluye su fase Diocesana y  toda la documentación será llevada a Roma donde se estudiará y seguirá la causa, por lo que se aguarda que todo sea a favor.

Mañana no sólo en la provincia de Jujuy, sino en otras como Mendoza y Buenos Aires se recordará la serena presencia del padre Tarcisio y su obra silenciosa, que pese a los años, permanece viva en el corazón de aquellos que fueron testigos de su evangelio de fe y de ofrenda a los más pobres.

Su vida

El padre Tarcisio Rubén, nació el 6 de mayo de 1929 en el pueblo de Loreggia, provincia de Padua, Italia y ordenado sacerdote, el 21 de marzo de 1953. Comenzó así su tarea apostólica como sacerdote misionero en distintas comunidades de Italia, desarrollando también servicios de orientador vocacional y profesor en los seminarios scalabrinianos de su país. El  9 de abril de 1974, llegó a la Argentina, sin más equipaje que su devoción a los pobres y el evangelio de amor al Cristo sufriente de la cruz, pródiga de misericordia.

En 1975, Dios guió sus pasos hacia el Norte argentino, convivió humildes trabajadores golondrinas y conoció sus miserias como ninguno, durmiendo en el piso húmedo de los galpones, envuelto apenas en un poncho. Fue figura preponderante en el establecimiento y organización de los misioneros scalabrinianos en la ciudad de San Pedro de Jujuy, desde donde se canalizaron las actividades tendientes a la atención de los migrantes de toda la zona.

A fines de septiembre de 1983, el misionero cayó gravemente enfermo y fue derivado a un centro especializado en Córdoba. Pero desoyendo a toda prescripción médica, cumplió el que sería su último sueño,  volver a Jujuy. Al llegar a San Pedro siguió  hasta San Francisco de Valle Grande, allí  pidió a la comunidad que preparara todo para la fiesta patronal del día siguiente y partió a visitar las familias de Alto Calilegua. Nunca se rendía ante los desafíos, ni siquiera en vísperas de su partida definitiva. El 2 de octubre, la directora y un grupo de niños de la escuelita de Alto Calilegua, fueron a recibirlo a la entrada del pueblo. Luego de celebrar la Santa Misa a las  21, se retiró a orar a la capilla. Al día siguiente, el 3 de Octubre de 1983, los niños encontraron su cuerpo sin vida tendido frente al altar.

La imagen del "padrecito de las sandalias y la barba blanca", perdura aún en el corazón de la gente del Ramal, que no dudó en tributarle homenaje con la imposición de su nombre a la escuela Nº 92  y a una calle de barrio El Sauzal en la localidad de La Mendieta y al Centro Vocacional de San Pedro de Jujuy. Sus restos descansan en la capilla del cementerio Cristo Rey de San Pedro de Jujuy.