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Cuchicheando en Holanda

Lunes, 22 de octubre de 2018 10:49

Nuestro lector ilustrado y nuestro lector aficionado a la música de nuestro Jujuy habrá crecido con la música folclórica en el oído. Dependiendo de las generaciones y de la época así como de los gustos, sabrá que en este estilo no hay nada ultimativo.

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Nuestro lector ilustrado y nuestro lector aficionado a la música de nuestro Jujuy habrá crecido con la música folclórica en el oído. Dependiendo de las generaciones y de la época así como de los gustos, sabrá que en este estilo no hay nada ultimativo.

Nadie tiene la verdad y hay tantas formas diferentes de interpretar como músicos existen. Algunos mejores que otros, unos excelentes y de musicalidad refinada, otros de afinación dudosa y de calidad menos fiable, pero que paradójicamente despiertan la pasión del público y ganan adeptos.

Lamentablemente calidad y musicalidad no van de la mano con la popularidad.

En el folklore argentino, sobretodo en el de nuestro Norte Grande, los ritmos y melodías reflejan la simbiosis de dos culturas, por un lado la de los pueblos originarios, x otro lado la cultura occidental europea.

Las melodías en modos menores, reconocibles en la música del altiplano pero también en las zambas y bailecitos del norte fueron las líneas musicales a las que se sumo el ritmo traído por los españoles, ya presente en la música popular española y también en la música del renacimiento, que llego a nuestro suelo americano. A esto se sumo el elemento africano, muy distintivo por su ritmo y la percusión.

Es así que nacieron muchas obras musicales pero de un mestizaje único, como se dio en América Latina y que nos distinguen en el mundo. Quizás en el Norte no tengamos tan presente el elemento africano pero si los aportes de los indígenas y los españoles.

La sincopa presente ya en el ritmo español de la Petenera se va a continuar en el bailecito, la cueca y vamos a sentir la derivación o evolución de esta forma musical de la península ibérica. El lector aficionado a la música habrá escuchado un gran espectro de músicos y cantantes folclóricos. Muchos solistas, otros grupos de dos, tres o cuatro voces.

Volviendo hacia los 50, 60 y 70 s, descubrimos verdaderas joyas musicales, como los hermanos Carrillo de Santiago del Estero, que cantaban folklore contrastando y armonizando las voces de soprano, tenor y bajo. Esta tradición se continua con el Cuarteto Zupay cuyos miembros cantaban arreglos para cuatro voces de obras folclóricas.

Una voz solista de voz pura y afinación exacta es Chany Suárez, que grabo junto a grandes músicos obras maestras del folklore, como las del Cuchi Leguizamón. Precisamente este compositor se destaca por su sello personal y único.

La influencia de la música clásica post romántica pero también el jazz, el latin jazz en su caso, la nueva canción latinoamericana y algunos dicen el rock y el blues. Por cierto, una recopiladora de obras folclóricas del Norte Argentino es la Leda Valladares, enamorada de la  baguala, a propósito de Cuchi Leguizamón. La inspiración en la baguala es muy clara pues en varias de sus zambas se refleja, si no en todas. De sus zambas, tenemos las más populares o carperas, como la zamba de Balderrama por un lado y por otro, zambas de salón, más refinadas y más cercanas al latin jazz presente en la bossa nova brasileña que las zambas populares. También sus chacareras y carnavalitos se atreven con líneas y armonías poco convencionales, inspirados como él decía, en clásicos como Erik Satie.

Ojala las generaciones nuevas redescubran la forma de cantar de los grandes intérpretes del pasado, apreciando un canto limpio y afinado, y si son grupos vocales, no cantar al unísono o doblando las voces en la octava sino utilizando el contrapunto, haciendo mucho más rica esta música, tan nuestra pero a la vez tan universal.

 La música me trajo a los Países Bajos, donde junto con el pianista y compositor alemán Wolfram Reisinger hemos ofrecido el concierto.

Cuchicheando, con obras del gran compositor salteño, que refleja nuestra gente, nuestra forma de ser, nuestras fiestas y tradiciones, mostrando la otra Argentina, la Argentina folclórica, pero del folclore de salón, fusión del latin jazz y el más puro sentir del pueblo argentino. En Zutphen, Holanda, han vibrado zambas como “Lavanderas del Río Chico”, “La Pomeña”, “Juan Panadero”, historias de gente común pero no por eso menos importantes. En su silencio hizo historia y que para siempre están en el corazón de la gente

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