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La mujer en el arte

Miércoles, 21 de noviembre de 2018 01:02

Nuestro lector asiduo ha notado que hemos comenzado una tirada sobre la mujer en el arte, en la música pero también en la pintura y la escultura.

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Nuestro lector asiduo ha notado que hemos comenzado una tirada sobre la mujer en el arte, en la música pero también en la pintura y la escultura.

Hemos empezado en la prehistoria, con las Venus antiguas, símbolo de belleza, perfección y de salud. Mujeres retratadas en esculturas con sus partes sexuales y nalgas muy prominentes así como busto de dimensiones exorbitantes, quizás hasta pornográfico o desmedido, pues esta exageración quizás sea un modelo al que nunca llegaba la mujer en esa época (hace 35.000 años) pero que sería el ideal de esa sociedad. Sin embargo, para decepción de nuestras lectoras, lectores homosexuales y lectores que fluctúan entre ambos bandos para envidia de muchos, las esculturas fálicas datan de tan sólo 25.000 años antes de Cristo, si es que éste último nos permite escribir en la misma frase en que aparece su nombre la escultura del miembro masculino, en casi todos los casos también exagerado. 

El tema de las Venus obesas, lo ha retomado Nicki de Saint Phalle (y dale con el falo) y sus famosas Nanas, gordas que en posición de danza se presentan descaradamente como símbolos de fecundidad y belleza. 

No olvidemos que el pintor y escultor colombiano Botero, también transforma todo lo que pinta, además de oro, en gordas y gordos. Su interpretación de Venus, símbolo de belleza universal femenino, también es una obesa, mujer rolliza pero feliz y satisfecha.

Luego, el ideal de belleza ha ido cambiando, dejando de lado las prominencias, quizás la perfección deseada y poco abundante, para dejar paso a las bellezas más próximas.

Muchas esculturas de mujeres en la época clásica nos han dejado como testimonio el ideal de belleza o ideal al que se aspiraba en esta sociedad "más moderna". Por eso, en la antigua Grecia, después de someter a una dieta a la Venus de la Prehistoria, la nueva Venus será de proporciones muy justas, pechos "normales", cintura delgada y piernas y nalgas "normales" o más normales que las de las antecesoras de las cavernas.

La famosa Venus del Milo o la Victoria de Samotracia, con sus alas desplegadas, nos muestras un ideal clásico de belleza. Clásico porque nació en la Antigüedad Griega y se ha impuesto como el modelo clásico de belleza, tanto para el hombre como para la mujer. Mostrando el cuerpo desnudo, se enaltece el cuerpo humano, como parte nuestra que es.

Así, luego del oscurantismo y las centurias dominadas por la religión cristiana el culto al cuerpo va a volver con el Renacimiento. Por eso, después de la Edad Media, donde los cuerpos desnudos eran símbolo de pecado y se representaban más que nada cuerpos desnudos ardiendo en el infierno, como las pinturas de el Bosco, en el museo del Prado vamos a ver de nuevo pinturas y esculturas de desnudos. Sin embargo, en la Edad Media se pintaba el cuerpo desnudo pero con fines especiales. Por ejemplo, la pintura el Bosco "El jardín de las delicias", donde la parte central de este tríptico nos presenta cuerpos desnudos teniendo orgías de todo tipo para luego arder en el infierno.

La desnudez no se asociaba con lo bueno, sino que era necesario cubrirla. Por eso veremos en las pinturas medievales de mercaderes ricos, reyes y nobles, personas cubiertas hasta el cuello. Incluso la virgen María y los apóstoles jamás muestran más allá de sus manos. Tan sólo se permitía pintar a Cristo desnudo, que ahora sí estaría de acuerdo en leer su nombre en esta frase, pero cubierto con un lienzo y cuyo cuerpo más bien era esculpido para representar sus heridas, muy importantes a la hora de catequizar al pueblo medieval, que no sabía leer ni escribir pero para cuyos fines didácticos la pintura y la escultura servían para adoctrinar. Así, el Bosco habrá pensado educar a la gente, pero se dio el lujo de pintar animales y criaturas inexistentes, adelantándose así en años a Salvador Dalí con sus pinturas surrealistas y muchas de ellas con elementos fálicos y sexuales, como el lector podrá ver en algunas de sus obras, sobretodo en la interpretación que hace de los grabados del pintor Goya, maestro del testimonio y documentación visual a través de la pintura y el grabado. Pero como decimos, todas estas muestras de arte son ideales a los que se aspiraba o se tenía como modelo. No toda mujer es como el ideal, pero precisamente en eso radica lo hermoso, que cada una sea como es, orgullosa de su cuerpo, con el cuerpo que ha nacido. Pues la belleza es totalmente subjetiva, y como se dice en Alemania, "la belleza viene de adentro".
 

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