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El respeto a los demás, a todos...

Jueves, 20 de diciembre de 2018 01:00

Es tiempo de celebración. De alegría. De una fiesta que nos transporta desde la Nochebuena hasta el Día de los Reyes Magos, con signos de emoción, de esperanza renovada, de compartir sonrisas y deseos de bienaventuranza. ¿No sería también entonces, un tiempo para plasmar con actitudes concretas el respeto a los demás?

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Es tiempo de celebración. De alegría. De una fiesta que nos transporta desde la Nochebuena hasta el Día de los Reyes Magos, con signos de emoción, de esperanza renovada, de compartir sonrisas y deseos de bienaventuranza. ¿No sería también entonces, un tiempo para plasmar con actitudes concretas el respeto a los demás?

Es simple: se trata de la pirotecnia. Yo sé que es difícil alcanzar el ideal de erradicarla. Para mucha gente es un gran negocio, y para muchos otros, es una forma de demostración de algarabía. Pero, por lo menos, se podría intentar de a poco, ir moderando el uso de la pirotécnica como modo de expresión de júbilo.

Y simplemente se trata de pensar en los demás. Las gloriosas estelas de luces y chispas de las cañas voladoras, la maravilla de colores, los fuegos estallando en el cielo, las lluvias de fuego feliz cruzan el aire de la ciudad, tienen sin embargo una contraparte que de sólo pensarla conmueve, y debería llamarnos a la reflexión.

Detrás de cada estallido, cada cohete, cada uno de los fuegos artificiales, de cada luz, que nos ilumina con la genialidad de la pirotécnica, se genera también y automáticamente, un cono de sombras donde quedan atacados, indefensos y desprotegidos muchos costados de la vida. Especialmente los niños discapacitados, los que padecen los síndromes de Asperger, los encerrados en la soledad del autismo, con cada explosión sienten que sus sentidos también estallan de dolor y no pueden comprender el por qué de semejante agresión que les hace daño y les genera un sufrimiento innecesario a ellos y a todos los que con ellos conviven. Los ancianos que tampoco pueden soportar la potencia de esos decibeles descontrolados, no tienen por qué quedar expuestos al ataque innecesario de quienes festejan sin tener consideración por los demás.

Pero no es todo. De última, las personas que padecen el autismo y los ancianos, son seres humanos que pueden expresarse de alguna forma y recibir ayuda de familiares y amigos que los protejan y cuidan. Y que los consuelan después del impacto de las explosiones. Pero están los demás. Los hermosos animales domésticos. Los perros, los gatitos, principales afectados por la pirotécnica. Con los estallidos, se desesperan, se asustan y muchas veces corren despavoridos y sin rumbo, quedando expuestos a perderse, a ser atropellados en sus carreras desesperadas tratando de huir de los monstruos sonoros que no entienden y que no saben desde dónde los atacan. Y también los otros animales: los pájaros. Los que habitan insensiblemente en jaulas de coquetas cárceles hogareñas, y también los que anidan en los árboles y montes que rodean la ciudad. Para los alados animalitos, cada explosión es lo que a los humanos sería el estallido de un misil o una bomba atómica, que de pronto aterroriza, envuelve los sentidos en una ola de calor y de ruido insoportable, detiene los corazones y arranca la vida. La rica y delicada fauna de Jujuy, prolífica desde gorriones hasta tucanes, desde garzas de los ríos vecinos hasta las pequeñas águilas azules de las montañas cercanas, sin comprender por qué, aterrorizados por un ataque inesperado, huyen sin saber adónde o simplemente mueren de miedo.

No vale ya advertir de nuevo acerca de los riesgos de accidentes que la pirotécnica genera en los osados que siempre buscan los cohetes más violentos, las explosiones más poderosas, o de los incendios que genera la mala manipulación de fuegos y explosivos. Pero tal vez, a alguien le sirva pensar en la vida, la de todos los seres vivos, desde los pequeños ratones de los montes, hasta los seres humanos que no tienen por qué sufrir para que otros disfruten de la efímera felicidad de una potente y colorida explosión. Ojalá que expresar felicidad, no se transforme en una crueldad para nadie. Es oportuna aquella reflexión que asegura que debemos tratar a las piedras como si fueran animales, a los animales como si fueran personas, y a las personas, como si fueran ángeles...Feliz Navidad.