¿Quieres recibir notificaciones de alertas?

20°
18 de Abril,  Jujuy, Argentina
PUBLICIDAD

¡A escena!... con los papeles cambiados...

Con roles diferentes, con los papeles cambiados, las fuerzas políticas en la provincia llegan al 2019 con lo que tienen.
Lunes, 31 de diciembre de 2018 00:00

El año 2018 terminó de alterar el escenario político de la provincia de Jujuy.

Alcanzaste el límite de notas gratuitas
inicia sesión o regístrate.
Alcanzaste el límite de notas gratuitas
Nota exclusiva debe suscribirse para poder verla

El año 2018 terminó de alterar el escenario político de la provincia de Jujuy.

Haciendo un poco de historia, podemos recordar que el primer golpe de modificaciones comenzó a gestar a principios del año 2015, cuando el radicalismo de Jujuy de la mano del senador Gerardo Morales comenzaba a romper los puentes que diplomáticamente lo habían mantenido en relaciones cordiales (diplomáticas) con el peronismo/kirchnerismo de Eduardo Fellner. GM después de años de espera, y de seguir participando tozuda y esperanzadamente, entendió que había llegado el momento de la nueva aventura.

La sociedad del justicialismo provincial con el tupaquerismo de Milagro Amalia Ángela Sala, bajada desde la Casa Rosada con características de orden cerrada, había limado la autoridad del gobernador Eduardo Alfredo Fellner, y mucho más aún, había calado hondo en la sociedad jujeña, harta del oficialismo inerte y el patoterismo manifiesto. Precisamente esos fueron los argumentos de campaña que catapultaron al GM a una victoria resonante: todos querían otra cosa. Cualquier otra cosa, menos continuar con lo que estaba. Los radicales dieron otras sorpresas: acataron la alianza con el PRO, a nivel nacional le entregaron su territorialidad, su historia enjundiosa, y hasta sus principios, porque también a nivel país, la ciudadanía venía cansada del autoritarismo, las cadenas nacionales y del avance de los grupos de poder que recolectaban adeptos y fanáticos, alimentados por la billetera y el tono setentista de una revolución que jamás fue verdad. Y para terminar, el frente Cambia Jujuy puso su pata peronista, a través de los entonces soldados de Sergio Massa que conducía el exdiputado nacional Carlos Guillermo Haquim, hombre de gran tradición peronista.

Así llegaron a enfrentarse dos frentes: el peronista y el radical, cada uno con su enorme cantidad de pequeños partidos y sellos de goma. El resultado estaba cantado. El PJ debió replegarse apaleado, y la UCR alcanzaba su sueño dorado. Ambas cosas ocurrían por primera vez.

La historia que siguió ya es conocida.

Cambiemos se dio a la tarea de construir un Poder Judicial diferente y amigo al aumentar el número de jueces del Superior Tribunal y después, suavizó la arremetida inicial, disponiendo que todo el resto de aparato judicial comience a cubrirse por concursos, lo que sin embargo hasta hoy, no puede desprenderse del sesgo de arbitrariedad final que impuso el Ejecutivo. GM continuó su pelea personal con la Organización Tupac Amaru, la que quedó diezmada. Pudo absorber algunas células y cooperativas, descartar otras, y la Justicia jujeña acorraló a Milagro Sala y su estado mayor hasta confinarla en la cárcel mediante juicios que recién están terminando y para cuyas sentencias se anticipan resoluciones adversas a la exmujer fuerte de Jujuy.

En la gestión, GM acometió con fuerza el desarrollo de la energía solar, el litio y la obra pública. Los dos primeros temas sobreviven con auxilio de acuerdos con capitales internacionales y el tercero se frenará drásticamente como consecuencia de la situación nacional.

Su relación con los empleados del Estado no ha variado casi en nada de la que durante décadas enfrentó a gobiernos y gremios estatales. Trató el GM de armar también un sistema comunicacional con un fuerte relato de logros, anuncios y expectativas, que fue manejado con tales exageraciones y desaciertos que logró que muchos éxitos notables quedaran banalizados detrás de las promesas que no se pudieron cumplir. El caballo delante del carro, siempre termina con resultados no deseados. El caso Ingenio La Esperanza es el emblema de esos errores.

Políticamente, en tres años, GM consolidó su relación con Mauricio Macri, aunque últimamente, quizás más por estrategia que por convencimiento, inició un distanciamiento con fuertes mensajes de cuestionamientos y críticas a la gestión macrista. Su socio político y vicegobernador Carlos Haquim embistió contra Massa y abjuró de su admiración anterior separándose de los renovadores. La razón era simple: el massismo volvía a inclinarse hacia el peronismo en busca de alianzas y lo que fue peor para el haquimismo, hasta coqueteaba con el cristinismo. Eso, más una pésima performance en las elecciones intermedias del 2017, bajaron las acciones del sector, no obstante lo cual el GM reiteró que en el 2019 repetirá la fórmula del 2015. Hoy esa decisión se funda más en la lealtad que en la conveniencia y habla bien del gobernador.

La misma lealtad mantiene el GM con muchos de sus colaboradores en el gabinete que no han parado de erosionar su imagen y la de su gestión. Pero, en política, esas lealtades no son eternas, menos en tiempos electorales.

Así llegamos a despedir el 2018, y quedar parados en el umbral de entrada al 2019. Esta vez, y también por primera vez en Jujuy, la ciudadanía se encontrará frente a una elección de renovación de gobernador y vice, de intendentes, diputados provinciales, concejales y comisionados municipales, a la que las dos fuerzas en contienda concurrirán a la escena política, debutando con los papeles cambiados: el Frente Cambia Jujuy, 90% radical y sus socios, llegará como Gobierno, como oficialismo. El Frente Justicialista -o como sea que se bautice finalmente- con un 80% de peronismo clásico y sus posibles socios, llegará como oposición. Unos desde el poder que ejercen sin fisuras y hasta con un alto grado de pseudosuficiencia en muchos costados. Los otros, desde el llano y la intemperie, que ha demostrado que para muchos hacer política sin el aparato del Estado y sin recursos disponibles, se vuelve de tan difícil, casi imposible. A la UCR comandada formalmente por el senador Mario Fiad, no le será muy difícil retener a sus socios, el partido Primero Jujuy, el PRO, la debilucha Coalición Cívica, decenas de partiditos provinciales y municipales, y otros microemprendimientos afines. Al PJ presidido por el diputado provincial Rubén Armando Rivarola, le costará mucho homogeneizar una alianza "hacia adentro" en un bosque plagado de innumerables proyectos personales -muchos de poca monta y grandes ambiciones-, con los tupaqueros residuales, con Unidad Ciudadana, con pequeños partidos provinciales que luchan por mantener sus personerías políticas dentro de los plazos. Esos serán los dos contendientes fuertes, que a pesar de su potencia y su historia, no serán los únicos.

Hay otros debutantes: la alianza de la Izquierda. Este segundo debut, (el primero fue en el 2015, con grata sorpresa para ellos), también los obliga a actuar con un papel cambiado. En aquella elección eran noveles, ofreciendo su mensaje rebelde y coherente como alternativa posible al protagonismo sempiterno de "los dos de siempre". Hoy estrenando su condición de participantes activos de la vida pública institucional, desde bancas de diputados y concejales, llegan a una elección como parte del poder tras haber probado las mieles y las hieles de estar y ser minoría. El estandarte sigue siendo el diputado Alejandro Vilca. Él y los demás dirigentes irán a demostrar que aumentaron votos propios, que pueden retener los muchos que le birlaron al peronismo y que consolidan su atractivo en los sectores de la juventud (especialmente entre estudiantes secundarios y universitarios). Trabajan sin desmayos. Con enorme inexperiencia (o rechazo) en materia de acuerdos políticos. Y tienen un sueño: quedarse con el segundo puesto en las elecciones. Parece más que un sueño una utopía, pero según Eduardo Galeano, aunque nunca se la alcance, la utopía sirve para a eso: para seguir caminando.

Con roles diferentes, con los papeles cambiados, las fuerzas políticas llegan al 2019 con lo que tienen. Ojalá interpreten que la gente también está cambiada. Que fundamentalmente ya no se trata de masas dóciles que adoptan la forma que los caudillos les quieren dar. Que están dispuestos a discutir, a cuestionar, a castigar. Que ya reconocen con precisión a los que les están mintiendo, a los que arman estructuras mediáticas de campaña para superar una elección y a los que viven de campaña el año redondo, sin sustancias y sin resultados. Que ya no son sumisos ni conformistas. Que han madurado. Este 2019, los votantes jujeños también llegan a escena con el papel cambiado. Ojalá...

Feliz 2019...!

Temas de la nota