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14 de Mayo,  Jujuy, Argentina
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La "Mamá Petro" celebró con júbilo 85 años de vida

Toda la comunidad se acercó a saludarla y agradecerle por tanta entrega. Cumplirá 50 años en la institución.
Sabado, 08 de diciembre de 2018 01:01

"Hay una mujer que tiene algo de Dios por la inmensidad de su amor", nunca una frase más exacta para definir a una mujer que ha sabido, a lo largo de su vida, hacerse ofrenda permanente en bien de la niñez. Esa mujer es doña Petrona Lozano, a quien la comunidad sampedreña, le otorgó el más preciado título desde el corazón, llamándola por siempre "Mamá Petro" y ha cumplido el martes 85 años de vida.

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"Hay una mujer que tiene algo de Dios por la inmensidad de su amor", nunca una frase más exacta para definir a una mujer que ha sabido, a lo largo de su vida, hacerse ofrenda permanente en bien de la niñez. Esa mujer es doña Petrona Lozano, a quien la comunidad sampedreña, le otorgó el más preciado título desde el corazón, llamándola por siempre "Mamá Petro" y ha cumplido el martes 85 años de vida.

Muchos sampedreños llegaron a saludarla en la Guardería Infantil "Don Bosco", escenario donde transcurrió toda su vida y que se transformó en la tierra fértil donde sembró sus sueños, entregó amor y cuidado a manos llenas a muchas generaciones de niños. Hoy algunos ya profesionales, hombres y mujeres que la tuvieron como guía permanente en su tiempo de niño, acuden en cada cumpleaños a saludarla.

CUMPLEAÑOS FELIZ / DOÑA PETRONA LOZANO JUNTO A LOS PEQUEÑOS DE LA GUARDERÍA “DON BOSCO” Y DOCENTES, ENTRE OTROS.

Todos celebraron el día de su natalicio, le cantaron el feliz cumpleaños, la abrazaron y la llenaron de caricias, que fue sin dudas el regalo que todo ser humano ansía recibir y que nace desde la gratitud.

El año entrante la Guardería "Don Bosco" cumplirá 50 años de viva presencia en el medio, y "Mamá Petro" celebrará también medio siglo de su llegada a la emblemática institución y a pesar de haberse acogido hace varios años a los beneficios de la jubilación, decidió no retirarse al descanso y aún hoy, a sus 85 años, continua trabajando ad honorem, otro acto de amor de una de las mujeres más queridas del departamento San Pedro.

Petrona Lozano nació en la localidad de Arrayanal el 4 de diciembre de 1933, quiso el destino marcar dolorosamente su vida, porque ese mismo día, al dar a luz, murió su madre. Don Demetrio Lozano y doña Pastora Llanes la recibieron al nacer y le brindaron todo lo que pudieron, inculcándole el amor y el respeto al prójimo. Eran de condición muy humilde y cuando la situación se tornó difícil, a los 8 años Petrona fue entregada a la familia Mikelsen de La Esperanza y ayudaba en los quehaceres. Al cumplir los 18 una nueva vida le esperaba, enfrentarse con el mundo, donde todo era nuevo para ella. Al tiempo se casó y tuvo cuatro hijos y por esas cosas del destino, quedó sola con cuatro niños para criar.

Fue en 1969, cuando le comentaron que habían inaugurado una guardería infantil y no dudó en acudir por ayuda. Doña Adela Baiud de Balduin la recibió pero le dijo que no había dinero para pagar un sueldo. El sólo hecho de pensar que sus hijos tendrían un plato de comida y que crecerían junto a ella, bastó para que acepte colaborar sin percibir remuneración alguna.

Una nueva vida, pero esta vez, marcada por la esperanza comenzaba para Petro, sin horarios, sin impedimentos, cuidaba a cada niño que llegaba con el más grande amor. Los años fueron pasando y en 1976, en ocasión de una velada a la que fue invitada, conoció al por entonces intendente Capitán Ramón Diez del Valle, quien al tomar conocimiento de su situación, habló con la directora doña Adela de Balduin para comunicarle que Petrona trabajaría a partir del 9 de octubre de 1976 como personal dependiente de la Municipalidad de San Pedro de Jujuy.

El tiempo pasó, sus hijos crecieron y formaron su familia, regalándole sus amados nietos, pero Doña Petro se quedó hasta hoy, en la querida Guardería Infantil "Don Bosco". Cada niño recibió una caricia y en cada rostro hubo un beso. "Mamá Petro", todo lo dio y aún, todo lo da, y aunque el cansancio le toca la espalda y su mirada gastada, se pierde en el ocaso, mantiene su alma intacta. Los años en su piel dejaron su huella, las manos le tiemblan, a veces su voz se quiebra pero después de algún sollozo suspira hondo, abraza a Dios en su corazón y una y mil veces al amor le abre las puertas y basta el gemir de algún niño que solitario se queda, para que vuelva con nuevos bríos a ocupar su sitio.