¿Quieres recibir notificaciones de alertas?

10°
16 de Mayo,  Jujuy, Argentina
PUBLICIDAD

Trump llamó a la unidad entre republicanos y demócratas

El mandatario brindó su primer discurso frente al Congreso estadounidense a un año de haber asumido la presidencia.

Jueves, 01 de febrero de 2018 00:00

En un tono calmo y con expresiones que buscaron inspirar patriotismo más allá de cualquier división partidaria e ideológica, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, dedicó ayer su primer discurso del Estado de la Unión a hacer un llamado a la unidad.

Alcanzaste el límite de notas gratuitas
inicia sesión o regístrate.
Alcanzaste el límite de notas gratuitas
Nota exclusiva debe suscribirse para poder verla

En un tono calmo y con expresiones que buscaron inspirar patriotismo más allá de cualquier división partidaria e ideológica, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, dedicó ayer su primer discurso del Estado de la Unión a hacer un llamado a la unidad.

Los esfuerzos por calmar el clima de tensión y polarización que marcó todo el primer año de Trump ya habían comenzado durante el día cuando el presidente mantuvo un silencio de radio total en su plataforma más combativa: Twitter.

Una vez que tomó el micrófono en el seno de la cámara baja del Congreso, frente a todos los legisladores federales, la Corte Suprema, la cúpula de las Fuerzas Armadas y decenas de invitados especiales, el mensaje de unidad fue constante y cristalino.

"No es suficiente unirnos en los momentos de crisis y desastres", afirmó Trump y luego reiteró: "No hay un pueblo con tanta determinación como el estadounidense. (...) Todos juntos, como un equipo, un pueblo, todos compartimos el mismo corazón, el mismo destino y la misma gran bandera estadounidense".

El mandatario repitió esos conceptos una y otra vez hasta el final de su discurso y, aún cuando se permitió una chicana o tocó algún tema divisivo, nunca cayó en una de sus famosas diatribas descalificantes y agresivas.

El giro discursivo de Trump podría ser la primera prueba de que la Casa Blanca quiere cambiar su estrategia en el Congreso para conseguir más acuerdos y, por ejemplo, terminar con la inestabilidad provocada por la falta de una ley de presupuesto, que debía comenzar a regir en octubre pasado.

Con un tono conciliador, el presidente repasó una a una las cifras positivas de la economía y especialmente hizo hincapié en la caída del desempleo.

Celebró la eliminación "del corazón del desastroso Obamacare", el sistema de salud aprobado por Barack Obama en 2010, reivindicó su agenda social conservadora -"La fe y la familia, no la burocracia o el gobierno, son el centro de la vida"- y ratificó sus críticas a los jugadores negros de fútbol americano que se arrodillaron al escuchar el himno nacional, en repudio al racismo y abuso policial. También reiteró que defiende la segunda enmienda de la Constitución -el derecho a portar armas-, celebró "el final de la guerra contra la energía estadounidense" -un eufemismo para los límites medioambientales impuestos por el gobierno anterior- y pidió una ley para financiar proyectos de infraestructura por 1.500 millones de dólares y con menores regulaciones.

Pero sin lugar a dudas el tema que más dividió a la tribuna que llenó el Capitolio para esta apertura del año fue el debate sobre la inmigración.

Trump describió una vez más su propuesta de reforma migratoria que habilita la ciudadanía a los más de 700 mil jóvenes inmigrantes sin papeles que fueron beneficiados por el gobierno de Obama para trabajar y estudiar, y que son conocidos como los "soñadores".

Sin embargo, inmediatamente lanzó una chicana. "Mi deber es proteger el derecho de todos al sueño americano....porque los estadounidenses también son soñadores", aseguró y sólo los legisladores republicanos estallaron en aplausos.

Trump destacó que su proyecto de reforma incluirá la expansión del muro fronterizo "para que no entren más criminales y terroristas".

Ya hacia final de su discurso, el mandatario dedicó unos minutos a la política exterior. Hizo un repaso rápido por los principales temas de su agenda: festejó el repliegue de "la amenaza terrorista de Isis"", destacó el "peligro" que representan "rivales como China y Rusia" y se quejó de la falta de objetivos claros en Afganistán, una guerra que Obama dio por terminada pero que sigue más caliente que nunca.

Defendió su alianza con Israel y su reconocimiento de Jerusalén como la capital de ese país, aseguró que "no hay régimen que haya oprimido tan brutalmente a sus ciudadanos como Corea del Norte", ratificó sus sanciones "contra los regímenes comunistas y socialistas" de Venezuela y Cuba, y prometió sólo financiar a los "amigos" de Estados Unidos.