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25 de Abril,  Jujuy, Argentina
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Muestra inspirada en los ritos de la Quebrada

"La Diablada", es una instalación fotográfica de Gaby Herbstein que retrata la tradición durante el festejo de carnaval. La exposición que podrá visitarse hasta el 10 de marzo en el CCK, retratan la cultura del disfraz de diablo.

Martes, 13 de febrero de 2018 00:00

La comunión entre los ritos autóctonos, los elementos cristianos, las máscaras con grandes osamentas, los coloridos disfraces con cascabeles, plumas y lentejuelas, en convivencia con personajes foráneos icónicos y en un marco natural único y especial convierten al carnaval humahuaqueño en uno de los más espectaculares del mundo e inigualable para la perceptiva lente del fotógrafo.

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La comunión entre los ritos autóctonos, los elementos cristianos, las máscaras con grandes osamentas, los coloridos disfraces con cascabeles, plumas y lentejuelas, en convivencia con personajes foráneos icónicos y en un marco natural único y especial convierten al carnaval humahuaqueño en uno de los más espectaculares del mundo e inigualable para la perceptiva lente del fotógrafo.

 

En esta muestra, la tradición y la cultura popular se funden en hermosos trajes que ponen de manifiesto las habilidades de los habitantes de la Quebrada.

Esa celebración, que comienza con el desentierro del Coludo (el diablo) y llena los pueblos de la Puna con diablos y diablitas enfundados en majestuosos trajes con miles de lentejuelas y cascabeles que se pierden entre nubes de talco y pequeñas ramas de albahaca, sorprendió tanto a la fotógrafa Gaby Herbstein que terminó por dedicarle una muestra que puede visitarse en el CCK.

"No tenía idea lo que era la Diablada y me sorprendió. Me voló la cabeza porque es una manifestación increíble. Muy artística y genuina a la vez", le dice la reconocida fotógrafa.

GABY HERBSTEIN/ LA FOTÓGRAFA EXPONE SU OBRA EN EL CCK.

Hace un año, Herbstein estaba pasando las últimas horas de un viaje a Jujuy al que había sido convocada por el gobierno local para fotografiar distintos aspectos de la provincia, cuando se topó con el comienzo de La Diablada.

Aquel espectáculo, hizo que su regreso a Buenos Aires fuera solo por unas horas, ya que volvió a Jujuy para pasar los ocho días y nueve noches de La Diablada (ancestral danza norteña de los carnavales), vivencia que quedó plasmada en una muestra de 56 obras que puede verse en el CCK hasta el próximo 10 de marzo.

Si bien Herbstein asegura que todos "a través del ojo editamos y esto tiene que ver con los intereses y la búsqueda personal de cada uno", hay claves para saber hacia dónde debe apuntar nuestra lente si nos toca la experiencia.

La naturaleza como punto de partida: en La Diablada, más allá del color, de la creatividad y del trabajo de los trajes, que demandan un gran trabajo con bordados de piedras, plumas, canutillos y cascabeles, la naturaleza es fundamental.

La Quebrada otorga un marco ideal para las fotos. La tonalidad de los cerros, el azul profundo del cielo en composé con el color de los trajes y las máscaras, matizados con la luz durante las distintas horas del días imprimen de magia y misterio las imágenes.

Encontrar el contraste: va más allá de la luz, del color, de lo bello y de lo que puede resultar defectuoso.

"La Diablada te muestra claramente esa cosmovisión andina por compartir los alimentos y festejar. De pronto estás en la calle y aparecen comparsas de 300 personas bailando", describe Gaby.

“LA DIABLADA”/ MUESTRA INSPIRADA EN LOS RITOS QUE SE CELEBRAN EN LA ZONA ANDINA

Levantar la vista para ver más allá: la música de los erkenchos, las anatas, los charangos y los bombos, que acompañan la danza de las comparsas, cuyo paso termina envuelto en nubes de talco y lluvia de espuma, pueden desviar la atención de lo que ocurre en lo alto del cerro o en dentro de las casas que se abren al visitante para compartir la comida.

Esa mirada hacia lo alto, nos permitirá llevar la lente de la cámara hacia cientos de diablos y diablitos que invaden los cerros que levantan los brazos tan alto como los cuernos y plumas de sus gorros.

"Los elementos del cristianismo, el culto a la Pachamama y disfraces de Hello Kitty o de los Power Rangers, convierten a la Diablada en una fiesta pop. La mixtura te parte la cabeza", enfatiza la fotógrafa.

Fusión de culturas: la Diablada ofrece como ningún otro la oportunidad de captar el contraste de ritos milenarios andinos con los gustos más terrenales y actuales.

Así es como debajo de los trajes que lleva una elegante pareja, que baila al ritmo del charango, pueden verse las zapatillas deportivas en composé, o cómo los destellos de una lata de cerveza dorada de un Diablo Mayor brilla a tono con los espejos y plumas de su imponente gorro.

La emoción, la sorpresa y cultura serán fundamentales para dotar de alma las fotos de La Diablada: "Intenté transmitir mi orgullo, emoción y sorpresa. Y también la cultura. La manifestación espontánea de la gente", define Herbestien.

Así, tras ocho días y 9 noches, el diablo volverá a ser enterrado hasta el próximo año y la alegría dará lugar a las lágrimas de la gente, una buena ocasión para apuntar por última vez y hacer, tal vez, la mejor de nuestras fotos.