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"El 18": cien años atrás... cien años adelante

La clave para honrar la Reforma seguirá siendo la interrelación y la integración con las fuerzas políticas, sociales y del traba

Viernes, 02 de febrero de 2018 00:00

"La juventud vive siempre en trance de heroísmo. Es desinteresada, es pura. No ha tenido tiempo aún de contaminarse. No se equivoca nunca en la elección de sus propios maestros. Ante los jóvenes no se hace mérito adulando o comprando. Hay que dejar que ellos mismos elijan sus maestros y directores, seguros de que el acierto ha de coronar sus determinaciones. En adelante, sólo podrán ser maestros en la futura república universitaria los verdaderos constructores de almas, los creadores de verdad, de belleza y de bien." El fragmento pertenece al Manifiesto titulado "La juventud Universitaria de Córdoba a los Hombres Libres de Suramérica". Parecía exagerado, pretencioso. Y sin embargo se quedó corto. Fue parte del documento preliminar de la Reforma que apareció en junio de 1918, inspirado y redactado por Deodoro Roca. Fue el embrión de uno de los cambios históricos más importantes de la vida nacional. Los jóvenes de principios del siglo XX, enfundados en sus trajes y zapatos negros, camisas blancas e infaltable corbata oscura, siempre peinados a la gomina y algunos con el detalle de un fino bigotito para aparentar mayor edad e infundir más respeto, hoy parecerían empaquetados conservadores. Pero eran cabales revolucionarios. Ejercían una impecable oratoria de verba inflamada y rotunda. Llevaban en su espíritu, la decisión irrevocable de hacer desaparecer de la vida universitaria nacional, el carácter clerical, elitista, y la "antigua y anacrónica estructura del gobierno universitario, que en pleno siglo XX, nos ata aún a la dominación monárquica y monástica". Querían una universidad popular, democratizada, cogobernada por sus propios claustros, con autonomía de pensamiento y acción, y con periodicidad en los cargos docentes a los que se debería acceder solamente por concursos de oposición para terminar con la costumbre de cargos vitalicios, y hasta hereditarios. A la iniciativa de Córdoba, se sumaron rápidamente las otras dos universidades nacionales que existían en 1918, La Plata y Buenos Aires. Posteriormente también las de Tucumán y del Litoral, que entonces eran provinciales. Aquella rebeldía de los estudiantes, llegaba a la escena nacional, casi junto con el primer gobierno democrático y popular, elegido por voto universal (solamente de los varones) de la recién estrenada Ley Sáenz Peña, liderado por el radical Hipólito Yrigoyen. Y alimentado por la fuerza maravillosa de prohombres como los socialistas Alfredo Palacios, Domingo de Armas, Nicolás Repetto, Mario Bravo, Juan B. Justo, Alicia Moreau de Justo, entre otros. El Partido Comunista, fundado precisamente en enero de 1918, y conducido por Victorio Codovila, también aportó su corriente de ideas frescas, surgidas de la Revolución de Octubre de 1917, que había posibilitado el nacimiento del primer gobierno comunista bolchevique de la historia. La Unión Cívica Radical, brillaba en el país, detrás del presidente Yrigoyen, la aguda pluma de Ricardo Rojas, el aguerrido riojano Pelagio Luna, más las fuertes presencias de Leopoldo Melo, Vicente Gallo y la prometedora juventud de Moisés Lebenshon y Arturo Ilia. No se puede olvidar al disidente Lisandro de la Torre, fundador del Partido Demócrata Progresista que también aportaba su patriótico entusiasmo en la vida nacional. En tal usina de pensamientos y con el mundo convulsionado por la Gran Guerra, los jóvenes universitarios cordobeses abrevaron en fuentes de razón y justicia, y se alzaron en contra de su época. Tal vez no alcanzaron a medir en su momento la potencia con que la rebelión intelectual, política y social que desataban desde su ciudad doctoral, se proyectaría por toda América como un fuego sagrado despertando conciencias y desbordando los límites de la Universidad, para instalarse en las sociedades como un pensamiento genuinamente moderno, popular y plural. Pero aquella rebeldía tuvo dos ingredientes que la hicieron sagrada: el primero fue enfrentar y derrotar a los dogmas, con las armas de la ciencia y el conocimiento. El segundo, lograr por primera vez, la unidad de pensamiento y acción entre estudiantes y obreros. Las fuerzas de los trabajadores, acompañaron a aquellos jóvenes que eran los emergentes de las primeras clases medias urbanas de clara orientación liberal. Así, alzados en rebeldía junto a la clase obrera que abrevaba en el socialismo, el comunismo y el anarquismo llevando adelante durísimas huelgas, fueron determinantes en el éxito de los proyectos que enfrentaban al modelo oligárquico conservador que comenzaba su declinación. En cien años de historia, la Reforma Universitaria de Córdoba, sirvió de fuente inspiradora a otros movimientos que cumplieron roles parecidos a lo largo del tiempo, como el Mayo Francés de 1968. Allí, cincuenta años después, se replicaría la alianza con el protagonismo estudiantil en alianza con obreros, trabajadores, obreros industriales partidos y sindicatos de izquierda. Se realizó entonces la mayor revuelta universitaria y la más grande huelga en Francia, reclamando contra la crisis económica y la sociedad de consumo. El movimiento rebelde se extendió a todos los países del viejo mundo obligando a los gobiernos a moderar sus acciones y pretensiones, y a emprender profundas reformas políticas y sociales. Luego se replicaría el 29 y 30 de mayo de 1969, con el Cordobazo. Los obreros industriales y los estudiantes, tomaron la ciudad, rechazaron a las fuerzas de la represión y marcaron el rumbo de salida del gobierno dictatorial de Juan Carlos Onganía y sus sucesores Levingston y Lanusse. Van cien años de vigencia. En Febrero del 1918, comenzaron a sucederse las reuniones clandestinas que en Marzo explotarían con la primera huelga universitaria. La hoguera no se apagó jamás y marcó cien años con su sello. Todo el país, evocará aquella gesta y en Jujuy, nuestra joven Universidad en pleno ascenso, enfrenta el desafío de asumir esa herencia. El reto es consolidarse como pilar del desarrollo, del aporte de ideas, en una sociedad cambiante y demandante de rigor científico, excelencia académica y alto valor humanístico. Para eso, la UNJu, nacida sobre la base del histórico Instituto superior de Ciencias Económicas creado en 1959 por el gobernador Horacio Guzmán, y formalmente fundada en 1972 como provincial y nacionalizada en 1973, es la referencia obligada del desarrollo Provincial. La clave para honrar la Reforma seguirá siendo la interrelación y la integración con las fuerzas políticas, sociales y del trabajo en una Provincia que tanto lo necesita, para pensarse a sí misma cien años hacia adelante.

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"La juventud vive siempre en trance de heroísmo. Es desinteresada, es pura. No ha tenido tiempo aún de contaminarse. No se equivoca nunca en la elección de sus propios maestros. Ante los jóvenes no se hace mérito adulando o comprando. Hay que dejar que ellos mismos elijan sus maestros y directores, seguros de que el acierto ha de coronar sus determinaciones. En adelante, sólo podrán ser maestros en la futura república universitaria los verdaderos constructores de almas, los creadores de verdad, de belleza y de bien." El fragmento pertenece al Manifiesto titulado "La juventud Universitaria de Córdoba a los Hombres Libres de Suramérica". Parecía exagerado, pretencioso. Y sin embargo se quedó corto. Fue parte del documento preliminar de la Reforma que apareció en junio de 1918, inspirado y redactado por Deodoro Roca. Fue el embrión de uno de los cambios históricos más importantes de la vida nacional. Los jóvenes de principios del siglo XX, enfundados en sus trajes y zapatos negros, camisas blancas e infaltable corbata oscura, siempre peinados a la gomina y algunos con el detalle de un fino bigotito para aparentar mayor edad e infundir más respeto, hoy parecerían empaquetados conservadores. Pero eran cabales revolucionarios. Ejercían una impecable oratoria de verba inflamada y rotunda. Llevaban en su espíritu, la decisión irrevocable de hacer desaparecer de la vida universitaria nacional, el carácter clerical, elitista, y la "antigua y anacrónica estructura del gobierno universitario, que en pleno siglo XX, nos ata aún a la dominación monárquica y monástica". Querían una universidad popular, democratizada, cogobernada por sus propios claustros, con autonomía de pensamiento y acción, y con periodicidad en los cargos docentes a los que se debería acceder solamente por concursos de oposición para terminar con la costumbre de cargos vitalicios, y hasta hereditarios. A la iniciativa de Córdoba, se sumaron rápidamente las otras dos universidades nacionales que existían en 1918, La Plata y Buenos Aires. Posteriormente también las de Tucumán y del Litoral, que entonces eran provinciales. Aquella rebeldía de los estudiantes, llegaba a la escena nacional, casi junto con el primer gobierno democrático y popular, elegido por voto universal (solamente de los varones) de la recién estrenada Ley Sáenz Peña, liderado por el radical Hipólito Yrigoyen. Y alimentado por la fuerza maravillosa de prohombres como los socialistas Alfredo Palacios, Domingo de Armas, Nicolás Repetto, Mario Bravo, Juan B. Justo, Alicia Moreau de Justo, entre otros. El Partido Comunista, fundado precisamente en enero de 1918, y conducido por Victorio Codovila, también aportó su corriente de ideas frescas, surgidas de la Revolución de Octubre de 1917, que había posibilitado el nacimiento del primer gobierno comunista bolchevique de la historia. La Unión Cívica Radical, brillaba en el país, detrás del presidente Yrigoyen, la aguda pluma de Ricardo Rojas, el aguerrido riojano Pelagio Luna, más las fuertes presencias de Leopoldo Melo, Vicente Gallo y la prometedora juventud de Moisés Lebenshon y Arturo Ilia. No se puede olvidar al disidente Lisandro de la Torre, fundador del Partido Demócrata Progresista que también aportaba su patriótico entusiasmo en la vida nacional. En tal usina de pensamientos y con el mundo convulsionado por la Gran Guerra, los jóvenes universitarios cordobeses abrevaron en fuentes de razón y justicia, y se alzaron en contra de su época. Tal vez no alcanzaron a medir en su momento la potencia con que la rebelión intelectual, política y social que desataban desde su ciudad doctoral, se proyectaría por toda América como un fuego sagrado despertando conciencias y desbordando los límites de la Universidad, para instalarse en las sociedades como un pensamiento genuinamente moderno, popular y plural. Pero aquella rebeldía tuvo dos ingredientes que la hicieron sagrada: el primero fue enfrentar y derrotar a los dogmas, con las armas de la ciencia y el conocimiento. El segundo, lograr por primera vez, la unidad de pensamiento y acción entre estudiantes y obreros. Las fuerzas de los trabajadores, acompañaron a aquellos jóvenes que eran los emergentes de las primeras clases medias urbanas de clara orientación liberal. Así, alzados en rebeldía junto a la clase obrera que abrevaba en el socialismo, el comunismo y el anarquismo llevando adelante durísimas huelgas, fueron determinantes en el éxito de los proyectos que enfrentaban al modelo oligárquico conservador que comenzaba su declinación. En cien años de historia, la Reforma Universitaria de Córdoba, sirvió de fuente inspiradora a otros movimientos que cumplieron roles parecidos a lo largo del tiempo, como el Mayo Francés de 1968. Allí, cincuenta años después, se replicaría la alianza con el protagonismo estudiantil en alianza con obreros, trabajadores, obreros industriales partidos y sindicatos de izquierda. Se realizó entonces la mayor revuelta universitaria y la más grande huelga en Francia, reclamando contra la crisis económica y la sociedad de consumo. El movimiento rebelde se extendió a todos los países del viejo mundo obligando a los gobiernos a moderar sus acciones y pretensiones, y a emprender profundas reformas políticas y sociales. Luego se replicaría el 29 y 30 de mayo de 1969, con el Cordobazo. Los obreros industriales y los estudiantes, tomaron la ciudad, rechazaron a las fuerzas de la represión y marcaron el rumbo de salida del gobierno dictatorial de Juan Carlos Onganía y sus sucesores Levingston y Lanusse. Van cien años de vigencia. En Febrero del 1918, comenzaron a sucederse las reuniones clandestinas que en Marzo explotarían con la primera huelga universitaria. La hoguera no se apagó jamás y marcó cien años con su sello. Todo el país, evocará aquella gesta y en Jujuy, nuestra joven Universidad en pleno ascenso, enfrenta el desafío de asumir esa herencia. El reto es consolidarse como pilar del desarrollo, del aporte de ideas, en una sociedad cambiante y demandante de rigor científico, excelencia académica y alto valor humanístico. Para eso, la UNJu, nacida sobre la base del histórico Instituto superior de Ciencias Económicas creado en 1959 por el gobernador Horacio Guzmán, y formalmente fundada en 1972 como provincial y nacionalizada en 1973, es la referencia obligada del desarrollo Provincial. La clave para honrar la Reforma seguirá siendo la interrelación y la integración con las fuerzas políticas, sociales y del trabajo en una Provincia que tanto lo necesita, para pensarse a sí misma cien años hacia adelante.

 

La reforma Universitaria de 1918, surgida en Córdoba, es uno de los cambios históricos más importantes de la vida nacional.

 

 

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