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24 de Abril,  Jujuy, Argentina
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Un Papa que sacudió a Jujuy con sus gestos

Como buen jesuita, eligió llamarse Francisco, nombre que ningún Santo Padre había elegido hasta el momento.
Lunes, 12 de marzo de 2018 22:26

Hace cinco años tembló Argentina y las ondas expansivas recorrieron todo el planeta. Hace cinco años, el "Habemus Papam" pronunciado con emoción por el cardenal protodiácono, exclusivo encargado del anuncio desde los balcones de la Basílica de San Pedro en la ciudad del Vaticano, iniciaba una era nueva.

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Hace cinco años tembló Argentina y las ondas expansivas recorrieron todo el planeta. Hace cinco años, el "Habemus Papam" pronunciado con emoción por el cardenal protodiácono, exclusivo encargado del anuncio desde los balcones de la Basílica de San Pedro en la ciudad del Vaticano, iniciaba una era nueva.

 

Cuando Benedicto XVI presentó generosamente su renuncia en el año 2013, era obvio que la Iglesia necesitaba aires nuevos.

Después de la tradicional fórmula de la presentación, resonó el nombre del cardenal argentino, Jorge Mario Bergoglio, nacido un 17 de diciembre de 1936 en Flores, ciudad de Buenos Aires, ordenado sacerdote en la Compañía de Jesús hincha fanático de san Lorenzo de Almagro. Eran días terribles en Argentina y en el mundo, y el nuevo Papa debía asumir inmediatamente su función, dejando abierto el pasaje de regreso a Buenos Aires que hasta ahora no usó, por razones puramente políticas.

 

Como buen jesuita, eligió llamarse Francisco, nombre que ningún Santo Padre había elegido hasta el momento, y se convirtió en el Papa 266 de la Iglesia Católica, jefe de Estado y octavo soberano de la Ciudad del Vaticano.

Su papado viene haciendo historia. Decidido a reformas profundas en la Iglesia, llamó a la jerarquía a católica a recuperar la humildad, a los sacerdotes a vivir con olor a oveja, y sus gestos mostraron un conductor dispuesto a poner a la Iglesia junto al pueblo y especialmente a los pobres. Sus cambios eliminaron oscuros y anacrónicos castigos a los fieles, volvieron más tolerantes las rígidas normas eclesiásticas, aggiornaron los ritos y las conductas religiosas.

Naturalmente, la reacción de los sectores más conservadores de la Iglesia reaccionaron con pasión frente al innovador y hasta hoy tratan de poner palos en la rueda. Francisco siguió adelante. Con la pacificación soñada por Juan Pablo I, la vida peregrina de Juan Pablo II, y una impronta personal que lo llevó a acercarse a los otros credos históricos del mundo, soñando con una comunión de iglesias al lado de la gente.

Políticamente, se convirtió en un estadista siglo XXI, y obviamente, es el costado más polémico de su papado. En esos términos, su protagonismo alcanzó de lleno a Jujuy.

Al asumir, recibió casi el desprecio del gobierno de Cristina Elisabet Fernández y un coro de kirchneristas cantó salmos en contra del Pontífice. El Papa asimiló los golpes y devolvió caricias. En pocos meses, la ultrapolitizada sociedad argentina lo pasó de "Papa montonero" a "Papa peronista" y luego de gestos que nadie imaginaba en el año 2013, en el 2014 pasó a ser un "Papa Cristinista" que dialogaba con la jefa de Estado, elogiaba su gestión y hasta posaba con la militancia oficialista mostrándose detrás de una remera de la Cámpora. Cuando asumió Mauricio Macri la presidencia, Francisco inició una etapa de frialdad inusitada. Nadie olvida su cara de piedra en la primera foto entre el Presidente argentino y su esposa. Asi se recibió de "Papa antimacri" e inició una serie de cordiales relaciones con Hebe de Bonafini y otros personajes de acérrima posición antigubernamental y casi golpista. Y a los jujeños los sorprendió cuando intentó mitigar el amargo momento de Milagro Amalia Ángela Sala de Noro (a quien ya le había dado un trato ultrapreferencial durante el año 2015 en una audiencia privada en Roma), que permanecía presa luego de la asunción del gobierno de Gerardo Morales. El Rosario que Francisco envió, y el intercambio epistolar que siguió a ese gesto con la dirigente tupaquera, contrarió a la feligresía jujeña, le amplió la grieta que ya existía, e hizo muy difíciles a las autoridades de la Iglesia y al clero jujeño en general, las explicaciones que pretendían justificar el gesto como una simple actitud piadosa, viniendo de un Pontífice argentino cuyas actitudes siempre están teñidas de fuertes condicionamientos políticos. Los católicos de Jujuy se sintieron contrariados. No pudieron comprender nunca que la benevolencia de su Santidad, no alcanzara a comprender a una sociedad que había rechazado los métodos de una dirigente social que además, se encontraba acusada por supuestos delitos comunes, como defraudación y estafa, que según el Gobierno afectaban precisamente a los más pobres. Sin embargo, la feligresía jujeña -acendradamente católica- aunque puesta en una encrucijada, no dejó de sentir amor, devoción y cuando menos, afectuoso respeto por el Santo Padre. El cimbronazo pasó, al menos por ahora, y contribuyó a mitigar las diferencias, la reciente designación del Obispo Coadjutor de Humahuaca, Florencio Félix Paredes Cruz era párroco de la humilde y lejana parroquia de Nuestra Señora de Belén en el puneño pueblo de Susques. Monseñor Paredes Cruz es oriundo de Sococha, Bolivia, pero cursó sus estudios en las escuelas primaria y secundaria de La Quiaca, antes de consagrarse sacerdote. Justo en este momento, en que crecen extrañas diferencias entre argentinos y bolivianos, la decisión de Francisco, como si hubiese sabido la necesidad de amortiguar los enfrentamientos (o interpretando lo que de hecho Dios ya sabía) pone al medio esta designación del nuevo Obispo, por supuesto bienvenida. Los caminos del Señor, y de quien los transita en la tierra calzando las Sandalias del Pescador, son inescrutables y maravillosos.