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Gimnasia y sus 87 años de vida

Sabado, 17 de marzo de 2018 18:40

Gimnasia y Esgrima celebra hoy su aniversario número 87 con un club ordenado en lo institucional y buscando clasificar entre los mejores de la B Nacional para pelear un ascenso a Primera División, donde estuvo por diez temporadas.

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Gimnasia y Esgrima celebra hoy su aniversario número 87 con un club ordenado en lo institucional y buscando clasificar entre los mejores de la B Nacional para pelear un ascenso a Primera División, donde estuvo por diez temporadas.

Su rica historia comenzó a escribirse en 1928 cuando un grupo de entusiastas deportistas se reunió para crear una entidad sin fines de lucro. De esta manera nació el 15 de enero el Club Deportivo 23 de Agosto. Luego, el 25 de octubre, la Comisión Directiva realizó una reorganización y la nueva mesa quedó presidida por Tomás Yufra. Y el 18 de marzo de 1931 se propuso cambiar el nombre de la institución, surgiendo así el “Club Atlético Gimnasia y Esgrima” de Jujuy.

El primer amistoso jugado en el interior de la provincia fue ante Unión en La Esperanza el 25 de mayo de aquel año. En 1960, bajo la presidencia de Carlos Danielo, se puso en marcha el ambicioso proyecto de construir el estadio. Simultáneamente surgió la primera rifa con el fin de recaudar fondos. Tres años después, con Hugo FayekLlapur como titular, comenzó la construcción del muro perimetral del “23 de Agosto”.

La segunda parte, que incluyó el campo de juego, alambrado olímpico y boleterías concluyó en 1968. Luego fue el turno de los vestuarios provisorios, tribunas y baños. Y el 18 de marzo de 1973 se inauguró oficialmente el reducto “albiceleste” con un amistoso ante Vélez de Catamarca.

Entre el 1974 y 1984 el club sufrió una grave crisis económica, que llevó a perder la sede de calle La Madrid y otras propiedades. Pero, el reducto del barrio Luján se salvó. En 1988 un grupo de allegados decidió arrancar “de cero” con Raúl Ulloa al frente, siendo las metas levantar la convocatoria de acreedores, recuperar la sede, relanzar el bingo, hacer fuertes las divisiones inferiores y apuntar al fútbol profesional.

Poco a poco se alcanzaron todos los objetivos propuestos. En 1993 se levantó la tribuna preferencial y unos años más tarde se amplió y remodeló la cancha. Luego, con el apoyo del Gobierno provincial, en 2003 se recuperó la histórica sede y se la dejó impecable.

En lo deportivo, ascender a primera división en 1994 fue un hecho que llenó de orgullo a todos los jujeños, manteniéndose seis años en la elite del fútbol argentino. Es verdad, el posterior descenso dolió. Pero, pensando en una vuelta rápida a la “A”, la dirigencia se la “jugó” al contratar un cuerpo técnico experimentado con Humberto Zuccarelli a la cabeza y armó un plantel para pelear el ascenso, pero el proceso fracasó rotundamente.

Pasaron cinco años de ostracismo que hasta Francisco Ferraro, el DT del ascenso del ‘94, tomó la posta. No pudo finalizar su contrato al ser convocado por el Sub 20 y fue Mario Gómez quien subió de nuevo a Gimnasia a la “A” en el 2005. Fueron cuatro campañas con sin sabores y alegrías al mismo tiempo. Y después otra vez la pérdida de la categoría pegó duro.

Si bien, con diferentes planteles y entrenadores (Arzubialde primero y Ferraro después), se hicieron buenas campañas, no alcanzaron para pelear un ascenso nuevamente. Mientras que la temporada posterior se conformó un grupo repleto de juveniles, con jugadores del Torneo Argentino, de acuerdo a presupuesto que se manejaba tras la Copa América del 2011 y los resultados golpearon bajo.

Fracasó Salvador Ragusa, quien armó el plantel. Tampoco pudo José Luis Calderón. Entonces, la dirigencia hizo las paces y fue a buscar a Mario Gómez. El experimentado DT consiguió los puntos necesarios para zafar del descenso. Igual, todos sabían que  se venían tiempos duros, ya que el promedio quedaba “flaco”.

La directiva conformó un plantel competitivo, sin grandes nombres, y en la primera rueda sorprendió con 31 puntos. Sin embargo, en las revanchas, las cosas salieron al revés. Sólo cosecharon 19 unidades, cuando se pensaba que era el momento ideal para acumular un colchón de puntos que hiciera olvidar la campaña anterior. Estaban dadas todas las condiciones, pero no fue así -se habló de líderes negativos dentro del grupo, de poca identificación con la camiseta y otras cuestiones extradeportivas-, y el descenso metió miedo mirando el futuro.

La conducción, ante este panorama, hizo una apuesta importante. Contrató a la mayoría de los jugadores que pidió Gómez, armando un plantel de jerarquía para la divisional con Matías Quiroga, Franco Sosa, JudelínAveska, Héctor Desvaux, Gabriel Bustos, Mauro Pajón, JonatanBauman, entre otros, renovando los vínculos a Lucas Hoyos, Gabriel Solís y Emanuel Urresti.

Las expectativas eran enormes, pero el fútbol no apareció. O mejor dicho, apareció a cuentagotas. La “línea Gómez”, es decir orden para defender y contundencia para atacar, se diluyó a medida que pasaron las fechas.

Gómez comenzó a ser cuestionado, resistió hasta el cierre de la primera rueda con apenas 24 unidades y aunque quería continuar, la C.D. se puso firme. Llegaron a un acuerdo y rescindió su vínculo.

El reemplazante elegido fue Mario Sciacqua, entrenador de Colón de Santa Fe. La decisión del presidente Fernando Yécora sorprendió, ya que el candidato era Sergio Lippi, exSarmiento de Junín que no aceptó por diferencias económicas.

Y el resultado de la “era Sciacqua” fue sorprendente. Con un fútbol ofensivo salió a buscar cada partido y tuvo su rédito al evitar el descenso. El joven entrenador se ganó el corazón de los hinchas y no era para menos.

Sin embargo, en el semestre siguiente, se armó el torneo de los 30 con diez ascensos, cinco por cada grupo. Gimnasia fue líder de su zona durante gran parte, pero se quedó sin nafta sobre el final y dejó pasar cuatro chances de ascenso. Increíble. Sciacqua pegó el portazo y los dirigentes prometieron que no volvería más a Jujuy.

El 2015 encontró a Sebastián Méndez al frente del grupo. El “Gallego”, con una visión particular de ver el fútbol -por ejemplo entrenó a puertas cerradas-, intentó prolongar la impronta futbolística de su antecesor, pero no le salió. El equipo navegaba en mitad de tabla y cuando pareció que iba a dar el salto de calidad, la goleada en manos de Juventud Unida de Gualeguaychú en Jujuy llevó a que renunciara. Dijo que su relación con la hinchada ni el periodismo había sido feliz en el proceso y que también fue amenazado de muerte. En el medio hubo un robo en la vivienda del ayudante de campo, Fabio Tallarico.

La C.D. buscó reemplazar a Méndez con un técnico de similares características y contrató a Gabriel Schurrer, que venía de ascender a Crucero del Norte. Al “Chucho” le costó encontrar un funcionamiento adecuado porque más allá de los problemas deportivos, trascendió que había diferencias entre propios integrantes del plantel. Marcelo Berza, uno de los “históricos”, fue quien disparó munición gruesa.

La campaña fue aceptable, pero lejos de las expectativas previas. Y en diciembre de 2015, ya con Pedro Segura como flamante presidente, arreglaron diferencias con Sciacqua y aceptó regresar.

Pero en el 2016, el santafesino nunca terminó de encontrarle la vuelta al grupo y renunció aduciendo cuestiones personales, pero se supo que tenía todo arreglado para sumarse a Olimpo de Bahía Blanca. Fernando Gamboa fue el elegido para sacar adelante el proceso. Empezó con el pie izquierdo, mejoró un poco y terminó sin pena ni gloria su proceso, con la bronca generalizada de los hinchas, tres fechas antes del cierre del certamen.

La directiva buscó calmar los ánimos y contrató a un hombre de la casa: Martín Astudillo. El “Pulpo”, que había brillado a fines de los ’90 como volante central, armó un plantel equilibrado sin figuras de renombre . Y los resultados se fueron dando. Por tal motivo, la ilusión de que Gimnasia pelee un ascenso este año es concreta y se sustenta con un buen andar futbolístico de los muchachos. Mientras que en lo institucional, por primera vez, la oposición ganó en las urnas y ocupó el 50 % de la nueva Comisión Directiva, en un acto democrático que valió el aplauso de todos más allá del resultado de los comicios.