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Un mundo que lucha para integrarse

Jueves, 22 de marzo de 2018 16:36

Especial para El Tribuno- Alejandro Safarov. El mundo del 2018, es un mundo de cambios, de mutaciones, para ser estrictos - en realidad no podría ser de otra manera-, la política es dinámica y mutable, lo es en la faz interna, es decir en lo que sucede al interior de cada país, de igual manera lo es en la esfera de lo internacional. Desde el principio, podríamos decir que desde hace 5 billones de años cuando el planeta comienza su existencia, pasando por los orígenes del ser humano aproximadamente 12 millones de años y continuando con el surgimiento en Medio Oriente de las primeras civilizaciones hace 12 mil años, la tierra no ha dejado de evolucionar y esa evolución multinivel, para bien o para mal de quienes la habitamos, cada vez más y en muchos aspectos busca la integración de todo y de todos.

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Especial para El Tribuno- Alejandro Safarov. El mundo del 2018, es un mundo de cambios, de mutaciones, para ser estrictos - en realidad no podría ser de otra manera-, la política es dinámica y mutable, lo es en la faz interna, es decir en lo que sucede al interior de cada país, de igual manera lo es en la esfera de lo internacional. Desde el principio, podríamos decir que desde hace 5 billones de años cuando el planeta comienza su existencia, pasando por los orígenes del ser humano aproximadamente 12 millones de años y continuando con el surgimiento en Medio Oriente de las primeras civilizaciones hace 12 mil años, la tierra no ha dejado de evolucionar y esa evolución multinivel, para bien o para mal de quienes la habitamos, cada vez más y en muchos aspectos busca la integración de todo y de todos.

Aun así, cada noticia que vemos, escuchamos y en algunos casos hasta padecemos, no deja de sorprendernos, desde lo que sucede en Siria con la guerra civil, lamentablemente en su octavo año, como los atentados terroristas que vienen asolando Europa o más cerca de nosotros, las medidas desacertadas que va tomando el régimen de Venezuela o las políticas de Gobierno de Donald Trump. Existen dos grandes grupos de poder en el mundo: 1) quienes creen y llevan a la práctica políticas de integración y 2) quienes por el contrario no quieren ni desean nada parecido a ello. Lo cierto es, que más allá de los deseos de unos y otros, el mundo irremediablemente se debate entre fuerzas centrípetas y centrífugas, que lentamente favorecen a los que detentan el poder del primero del primero de los grupos. Porque el modo de desarrollo elegido y legitimado por la denominada sociedad internacional desde fines del siglo XVIII hasta nuestros días es el capitalismo. Y el capitalismo para reproducirse (su razón de ser), necesita consumidores, cada vez más y un mercado global, gobernado por adeptos al sistema, que permitan de la mejor forma posible la circulación de bienes y servicios a través de la sinergia permanente con quienes administran los Estados. Vivimos y convivimos en un sistema donde todavía hay ganadores y perdedores, o sea un juego de suma cero. El orden o desorden mundial que nace después de la guerra fría (cuando la Unión Soviética se disuelve allá por el año 1991), se debate entre gallos y medianoche, entre los deseos de perpetuidad de las potencias tradicionales y los desafíos de las nuevas potencias.Es difícil para las potencias tradicionales como el Reino Unido aceptar que las glorias sólo son un buen recuerdo; que sólo queda espacio para cooperar con Estados Unidos en los juegos de espionaje versus una Rusia que se siente rodeada por Occidente, club al que quiso pertenecer desde el siglo XIX. La Guerra fría terminó, era sólo la contienda en todos los niveles entre Estados Unidos y la Unión Soviética. Hoy en la carrera está China, que comenzó a despegar en la década de 1970, cuando uno de sus más emblemáticos personajes Deng Xiaoping, máximo líder supremo de China y comunista revolucionario que guió al país del caos político y económico a la prosperidad, desde 1978 hasta su muerte en 1997; inmortalizó una frase célebre: "no importa que el gato sea blanco o negro con tal de que sepa cazar ratones".

La emergencia de una China que busca su lugar en el mundo, un lugar que no quiso asumir cuando era un imperio poderoso hace siglos, pero que ahora genera tensiones políticas y económicas porque el gato aprendió a cazar ratones. Alemania lidera con Francia una Europa alicaída por el Brexit, que pregona desde siempre -con sus aliados occidentales, entre ellos el más importante EE.UU.-, la apertura de mercados, pero al mismo tiempo le teme a la competitividad de un Mercosur a mitad de camino de lo que pensaron sus impulsores: Brasil y Argentina, con los liderazgos de Alfonsín y Sarney a mediados de 1980, pero que puede alimentar cada vez más y mejor a un planeta que no para de crecer. Cada jugador a su modo busca jugar su propio juego y así sacar ventajas.

Por eso me vienen a la memoria las palabras del maestro Atahualpa: "Los tiempos cambian, yo también puedo cambiar, el que se queda se atrasa y a me gusta puntear".

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