Lara Croft, el popular personaje del famoso videojuego surgido en el año 1996, vuelve a la pantalla, en este renacer de una saga que a comienzos del siglo XXI fuera protagonizada por Angelina Jollie, cuyo innegable magnetismo bastaba para salvar dos películas intrascendentes estrenadas en 2001 y 2003.
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Lara Croft, el popular personaje del famoso videojuego surgido en el año 1996, vuelve a la pantalla, en este renacer de una saga que a comienzos del siglo XXI fuera protagonizada por Angelina Jollie, cuyo innegable magnetismo bastaba para salvar dos películas intrascendentes estrenadas en 2001 y 2003.
Los años pasaron y hoy las nuevas generaciones tienen la oportunidad de tomar contacto con la intrépida aventurera esta vez presentada en un tono mucho más realista por la actriz sueca Alicia Vikander, una intérprete que se destacó mucho en roles dramáticos (“Ex Machina” o “La chica danesa”) y que asumió el desafío de ponerse en la piel de una heroína de acción. De esta manera se transforma en la arqueóloga que se embarca en un viaje peligroso al último destino conocido de su padre, con la esperanza de resolver el misterio de su desaparición y consigue un personaje moderno que transita nuevos senderos, más actuales.
La película está dirigida por el realizador noruego Roar Uthaug (“La última ola”) quien es el encargado de darle vigencia al icónico personaje poniendo el foco en su origen a y en su amor filial hasta que las secuencias de acción digitalizadas copan la escena consiguiendo de ratos que el espectador no tome atención en los paupérrimos diálogos. El espíritu de Indiana Jones sobrevuela la película en constantes referencias a un personaje al que Lara Croft le debe mucho y así la película consigue ser una opción algo entretenida frente a otras adaptaciones de videojuegos que verdaderamente resultaron más decepcionantes que esta.
Dependiendo de cómo funcione en la taquilla seguramente la saga continuará en el futuro, la puerta quedó abierta.