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24 de marzo: Memoria por la verdad y la justicia

Domingo, 25 de marzo de 2018 10:59

Cada 24 de marzo la memoria colectiva se activa en una escala diferente al resto de los días en los que cada organización, cada militante, cada superviviente de la dictadura cívico militar de 1976 en Argentina trabaja por la verdad y la justicia. En Jujuy, los centros clandestinos de detención y tortura, presentan escenarios estremecedores, patrimonio silente de un pueblo que todavía reclama verdad y justicia.

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Cada 24 de marzo la memoria colectiva se activa en una escala diferente al resto de los días en los que cada organización, cada militante, cada superviviente de la dictadura cívico militar de 1976 en Argentina trabaja por la verdad y la justicia. En Jujuy, los centros clandestinos de detención y tortura, presentan escenarios estremecedores, patrimonio silente de un pueblo que todavía reclama verdad y justicia.

Alguna vez leí que durante la dictadura muchos artistas teatrales jujeños disminuyeron su producción y/o se alejaron de la escena. Sin embargo, los datos relevados por Andrés Fidalgo en Teatro en Jujuy demuestran que el volumen de producción teatral no disminuyó durante este período. Por otro lado, las investigaciones que realicé señalan que estos artistas generaron estrategias de producción diferentes a las que venían abordando, para no claudicar, para continuar despertando conciencia, buscando re-semantizar el vínculo que el teatro siempre mantuvo con la serie social, cultural, política y económica. Muchos regresaron a teatralidades clásicas argentinas, aparentemente ingenuas e inofensivas para la censura. Otros se refugiaron en la docencia, como Juan Carlos Estopiñán, que buscó nuevos espacios pedagógicos (cárceles y hospitales psiquiátricos). El exilio interno también generó producciones e investigaciones que todavía hoy no se hicieron públicas, como el Teatro de la Resurrección, de Juan Carlos Estopiñán.

Varios testimonios de artistas teatrales jujeños relatan que muchos de nuestros grupos de teatro independientes y sus directores artísticos fueron observados por el Estado Provincial, entre ellos, El Quitupí y La Escena. Marcelo Lagos certificó que se creó una Fiscalía de Investigaciones Administrativas en el Estado Provincial de Jujuy, que tenía como misión dejar cesante a “todo elemento detectado y/o considerado perturbador” y, a la vez, investigaba anormalidades en la conducta de los empleados estatales[1]. Juan Carlos Estopiñán identificó a una persona que asistió a todos los ensayos de la Escena durante un año, sentada en la última fila del teatro, “observando”. En este contexto de amenaza constante, de silencio e ignorancia de la sociedad respecto a lo que realmente sucedía en el Jujuy de aquellos días, trabajaron nuestros hacedores teatrales. Sostenía Marcelo Lagos que “[…] como el resto del país, Jujuy recibió el preanunciado golpe de Estado con alivio, conformismo o indiferencia”. Esta actitud de una parte de la sociedad jujeña durante y después de la dictadura también es señalada por otros autores como Andrés Fidalgo[2], Delia Maisel[3] y Maite Martínez Arnoso[4]. Quizá un aspecto sobre el que aún debemos trabajar, para recuperar la memoria por la verdad y la justicia, sea la instalación de las condiciones que permitieron -mucho antes y después de la dictadura- que la violación de derechos humanos y los crímenes se naturalizaran y quedaran impunes. Todavía queda mucho por hacer, mucha memoria que actualizar, mucha verdad por relevar y mucha injusticia impune.

 

 

 

 

[1] Marcelo Lagos, Mirta Gutiérrez, “Dictadura, democracia y políticas neoliberales. 1976-1999”, en Ana Teruel, Marcelo Lagos, Jujuy en la Historia. De la Colonia al siglo XX, San Salvador de Jujuy, Ediunju, Unidad de Investigación en Historia Regional, Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales, 2010.

[2] Andrés Fidalgo, Jujuy, 1966/1983. Violaciones a Derechos Humanos cometidos en el territorio de la Provincia o contra personas a ella vinculada, Ed. Rosa Blindada, Buenos Aires, 2001. Fidalgo fue el primer abogado en Jujuy en presentar habeas corpus denunciando la desaparición forzada de personas en la Provincia. Él mismo padeció prisión durante un año, tuvo que exiliarse y sufrió el asesinato de su hija menor, Alcira Fidalgo.

[3] Delia Maisel, Memorias del apagón. La represión en Jujuy, Nuestra América, Buenos Aires, 2007.

[4] Maite Martínez Arnoso, Terrorismo de Estado en Jujuy. Impacto psicosocial y representaciones del pasado, la justicia y la reparación, Ediunju, San Salvador de Jujuy, 2012.